El cardenal Rouco insta a recuperar el alma en la vida del hombre y en la sociedad,
en España y Europa
Viernes, 7 abr (RV).- En calidad de enviado extraordinario de Benedicto XVI, el cardenal
arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela ha presidido, esta mañana, una solemne
concelebración Eucarística con motivo del V Centenario del nacimiento de san Francisco
Javier, «el gran misionero jesuita que predicó el Evangelio por tierras de Asia, abriendo
muchas puertas a Cristo». La ceremonia, que ha tenido lugar en el santuario de este
santo y que ha contado con la asistencia de los Reyes de España y del presidente del
gobierno de Navarra, ha sido concelebrada por el arzobispo de Pamplona, el Nuncio
Apostólico en la nación española, cardenales y obispos así como por el Prepósito General
de la Compañía de Jesús.
Evocando la figura de Francisco Javier, amigo y compañero
de san Ignacio de Loyola, el cardenal Rouco ha destacado la «huella imborrable» del
santo navarro «en la historia de la Iglesia y de la humanidad por llevar el nombre
de Jesús y la señal de la Cruz a nuevos mundos y por alumbrar una concepción teológica
de la dignidad del hombre, imagen de Dios, persona libre, dotada de derechos inviolables,
llamada a realizar en la historia el plan del amor de Dios ‘trazado desde antiguo’
- ¡desde toda la eternidad – para la gloria de Dios y la felicidad del hombre, que
ha marcado para siempre el recto camino de la configuración justa y solidaria del
Estado y de la comunidad internacional».
Tras glosar la intensa vida de san
Francisco Javier, su inaudita radicalidad en la obediencia al mandato del Señor, los
surcos de la Misión que abrió en Oriente, su heroica acción misionera en el continente
asiático, el arzobispo de Madrid ha hecho hincapié en la clave espiritual de la vocación
de Javier y en la subsiguiente «increíble aventura misionera de su vida». «Le importaban
por encima de todo los bienes del Evangelio: el alma, la suya y la de los demás; Cristo
y su victoria en la Cruz y la salvación del hombre»
El legado de Benedicto
XVI en la solemne celebración del V Centenario del nacimiento de san Francisco Javier
ha reiterado la importancia y la urgencia de «recuperar el alma en la vida del hombre
y en la sociedad, en España y en Europa»: «Es muy urgente convencer a nuestros contemporáneos
de que si se fracasa en los asuntos del alma se frustra la vida: ya aquí. Y no menos
urgente es recordar a la nueva sociedad en España y en Europa que es muy difícil,
por no decir imposible, abrir futuros compartidos de vida, de justicia, de solidaridad
y de paz, si se olvida la propia alma, la que alienta en las mejores páginas de nuestra
historia común».
El cardenal arzobispo de Madrid ha evocado en este contexto
las numerosas exhortaciones del Siervo de Dios, Juan Pablo II, para que se recuperen
las raíces cristianas europeas y españolas: «La insistencia de nuestro querido y llorado
Siervo de Dios, Juan Pablo II, en la recuperación de las raíces cristianas de Europa
y de España resuena aquí y ahora como una llamada a proyectar el mensaje de Javier
en el año del V Centenario de su nacimiento hacia una acción misionera en el interior
de nuestra sociedad, tan secularizada».
El Cardenal Rouco ha subrayado que
«no han perdido ninguna frescura» las palabras de Juan Pablo II en el Acto Europeísta
de la Catedral de Santiago de Compostela, en 1982, ni las que pronunció en Madrid
en 2003: «Yo Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia, desde Santiago, te lanzo vieja
Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes.
Aviva tus raíces; el lugar – la Plaza de Colón – evoca, pues, la vocación de los católicos
españoles a ser constructores de Europa y solidarios con el resto del mundo. España
evangelizada. España evangelizadora, ése es el camino».
Tras repetir ese «grito
de amor» lanzado por Juan Pablo II en España, el cardenal Rouco ha puesto de relieve
que son especialmente los jóvenes los que necesitan oír estas palabras. Pues, como
enfatizaba el mismo Papa, los jóvenes «son la gran esperanza de España y de la Europa
cristiana».
Luego de haber empezado su homilía destacando también la exhortación
de Juan Pablo II a las familias cristianas a mirarse en el ejemplo de la familia de
san Francisco Javier, el Cardenal Arzobispo de Madrid ha recordado la primera Encíclica
de Benedicto XVI, Dios es Amor. Y ha concluido sus palabras confiando a la Virgen
María «a la Iglesia y su misión al servicio del amor... lo mejor, lo más verdadero
y lo más fructífero que pueden ofrecer la Iglesia y sus Pastores a todos los españoles
para un futuro de libertad, de justicia, de solidaridad y de paz»: «El amor une, no
separa: ¡el amor salva! Ojalá podamos hoy revivir la figura y el mensaje de Javier
aplicando las palabras de Isaías que tan bien ilustran los efectos de su acción misionera:
hermosos han sido sobre los montes de tierras lejanas y desconocidas sus pies de mensajero
de la paz, de la Buena Nueva que pregona la victoria de Dios, el que rescata a su
pueblo del pecado y le consuela y fortalece con el don de su amor, el que trae verdaderamente
la paz».