Benedicto XVI invita a todos los fieles a rezar y cultivar una íntima relación con
Cristo “porque allí donde se reza con fervor, las vocaciones florecen”
Jueves, 30 mar (RV).- Benedicto XVI invita a todos los fieles a rezar y cultivar una
íntima relación con Cristo “porque allí donde se reza con fervor, las vocaciones florecen”.
En su mensaje con motivo de la Jornada Mundial para las Vocaciones, que tendrá lugar
el próximo 7 de mayo, el Santo Padre subraya la necesidad de rezar por las vocaciones
al sacerdocio y a la vida consagrada. “La santidad de la Iglesia, escribe el Papa
en este mensaje hecho público hoy, depende esencialmente de la unión con Cristo y
de la apertura al misterio de la gracia que obra en el corazón de los creyentes”.
El
Pontífice alude en numerosas ocasiones a las enseñanzas del Apóstol Pablo y como él
reafirma que “para responder a la llamada de Dios y ponerse en camino, no es necesario
ser perfectos” porque la “fragilidad y los límites humanos no representan un obstáculo,
con la condición de que contribuyan a hacernos cada vez más conscientes del hecho
de que necesitamos la gracia redentora de Cristo”.
Benedicto XVI añade en este
sentido que “en el misterio de la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, el poder divino
del amor cambia el corazón del hombre, haciéndolo capaz de comunicar el amor de Dios
a los hermanos. En el curso de los siglos tantos hombres y mujeres, transformados
por el amor divino han consagrado sus existencias a la causa del Reino”.
“Estos
hombres y mujeres que han conocido a través de Cristo el amor del Padre, continúa
el mensaje, representan la multiplicidad de vocaciones presentes desde siempre en
la Iglesia”. En el cuadro de esta llamada universal, Benedicto XVI resalta la misión
insustituible del sacerdote en la Iglesia, a pesar de la escasez de clero que se registra
en algunas regiones.
El Papa recuerda otra vocación especial como es la de
la llamada a la vida consagrada, a la que muchos hombres y mujeres dedican toda su
existencia. A pesar de desarrollar distintos servicios en el campo de la formación
humana y la atención a los pobres, en la enseñanza o la asistencia a los enfermos
los consagrados no consideran estas actividades como la finalidad primordial de sus
vidas sino “la contemplación de las verdades divinas y la constante unión con Dios
en la oración”.