Miércoles, 29 mar (RV).- "Su defensa a lo largo de una dilatada vida, en la totalidad
de su amplia obra literaria, de los valores humanistas de la libertad, de la convivencia
democrática y de una paz basada sobre la justicia; la excepcional calidad artística
de una prosa innovadora, elegante y absolutamente personal, mediante la cual presta
forma en invenciones narrativas de diversos géneros a su visión acerca de la esencial
realidad del ser humano; y su interpretación en magnífico estilo ensayístico del curso
de la problemática historia universal del siglo XX, a cuyo desenvolvimiento ha asistido
él como testigo activo. Tanto esa extensa obra escrita como la constante actuación
de su autor han sido estética y moralmente ejemplares. En la copiosa suma de sus escritos
se encuentran claves esenciales para comprender, interpretar y construir intelectualmente,
desde una perspectiva profundamente humana, el actual y siempre más acelerado proceso
de integración planetaria".
Con este currículum se presentaba la candidatura
de Francisco de Ayala al Premio Nobel de Literatura 2004, de quien precisamente el
pasado 16 de marzo celebramos su centenario, acontecimiento vivido con mucho humor
por parte del escritor e historiador granadino, quien fue agasajado con todo tipo
de actos en su honor por toda España.
"El escritor en su siglo" es el lema
que se eligió para su centenario. Durante más de una semana Ayala será el centro de
atención hasta el día 30, cuando será el propio Ayala quien ponga el broche de oro
a este ciclo, con una conversación con Juan Cruz y Luis García Montero. A Francisco
Ayala le tocó nacer y pasar su vida durante un período crítico de la historia universal
con particular incidencia en la de su patria. Como todo gran creador moderno, partió
de la emulación de los clásicos para llegar a integrarse con ellos ofreciendo, en
la más alta tradición humanística, una visión propia de las nuevas realidades que
en su tiempo se abren hacia el futuro.
Ni necesitó en sus días más difíciles
de elogiosos estímulos que hicieran justicia a sus méritos, ni la rectitud implacable
de su curso se ha alterado por los reconocimientos que tan profusa y justicieramente
le han llegado, pero nosotros no podemos no dejar de recordar a este miembro de la
Real Academia Española (1983), quien recibió el Premio Nacional de Literatura (1983);
el Premio Nacional de las Letras Españolas (1988); el Premio de las Letras Andaluzas
(1989); los doctorados honoris causa por la Northwestern University (1977), la Universidad
Complutense de Madrid (1988), las Universidades de Sevilla y de Granada (1994), la
Universidad de Toulouse-Le Mirail (1995), la Universidad Nacional de Educación a la
Distancia (1996) y la Universidad Carlos III (2001); las Medallas de Oro de su ciudad
de Granada (1987), el Círculo de Bellas Artes de Madrid (1991), la Universidad Internacional
Menéndez y Pelayo (2001) y la Real Academia de Bellas Artes de Granada (2002); su
nombramiento como Socio Honorífico de la Asociación de la Prensa de Madrid (2002);
de la de Granada (2003); y, recientemente, su nombramiento como Socio de Honor de
Círculo de Lectores (2004), como culminación de todo ello hay que mencionar el Premio
Cervantes de Literatura, en 1991.
Coincidiendo con el Congreso Internacional
que se celebrará en Granada el 20 de julio, se inaugurará en el Hospital Real del
Rectorado de la Universidad granadina la exposición "Francisco Ayala: el escritor
en su siglo", donde se podrán ver cuadros de sus amigos pintores, fotografías, libros,
objetos y documentos de la época.
"Soy un hombre que está terminando la vida
y eso me ha llevado a una reflexión que significa un cambio de perspectiva vital,
y es que yo ya no hago planes. Estoy sentado frente a una pared sin perspectivas de
futuro. Vivo el pasado y vuelvo al pasado una y otra vez, y esta experiencia se la
deseo a todo el mundo", dijo Ayala a los periodistas, con un humor excelente y con
un buen estado de salud el día de su 100 cumpleaños. "Pueden bien imaginarse con cuánta
emoción estoy asistiendo en mi edad provecta al espectáculo de tan generosa entrega
en favor de un hombre que sólo puede enorgullecerse de haber cumplido con su deber
a lo largo de cien años. Estos cien años me han sometido a pruebas muy difíciles de
las que penosamente he podido salir adelante", dijo. "Cuando llego a esta edad de
término, tengo la suerte de encontrar el afecto y la compresión general que considero
recompensa por la larguísima tarea, ardua, muy ardua a veces, de haber salido adelante
con limpieza".