La Santa Sede alienta a no escatimar esfuerzos en la lucha contra la pobreza, el hambre
y la desnutrición
Martes, 28 mar (RV).- Con un nuevo llamamiento a impulsar la promoción de un desarrollo
agrícola eficaz para garantizar a todos los seres humanos el derecho a la seguridad
alimentaria, la Santa Sede alienta a no escatimar esfuerzos en la lucha contra la
pobreza, el hambre y la desnutrición, garantizando las necesidades básicas de los
pueblos. Es la exhortación que presentó Mons. Renato Volante, Observador Permanente
de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y
la Alimentación (FAO), al intervenir en la XXVIII sesión de la Conferencia Regional
de la FAO para Oriente Medio, que tuvo lugar en Sana'a (Yemen) del 12 al 16 de marzo.
Reiterando
asimismo la plena disponibilidad de la Iglesia Católica para cooperar en lograr estas
metas, Mons. Renato Volante destacó que dicha disponibilidad no debe entenderse solamente
como una posibilidad de ayuda logística, sino también como fuente de una ideal inspiración
programática. Al respecto, la delegación de la Santa Sede sugirió reflexionar sobre
algunos puntos, para poner en marcha adecuadas acciones políticas y responder concretamente
a los desafíos que se plantean hoy en el mundo rural, con especial atención a los
más desfavorecidos. Recordando que a la hora de establecer estrategias concretas
en la lucha contra la pobreza es necesario tener en cuenta, no sólo los derechos fundamentales
de pueblos o comunidades, sino también el respeto de las distintas identidades, religiones,
tradiciones y culturas, la Santa Sede puso de relieve asimismo la necesidad de insistir
en la educación al respeto de los valores fundamentales.
El Observador Permanente
de la Santa Sede concluyó su intervención haciendo hincapié en que garantizando a
todas las personas la posibilidad de alcanzar un nivel de vida y una seguridad alimentaria
adecuados, participamos en el gran plan de la Creación y tenemos la oportunidad de
anteponer los ideales comunes a los intereses individuales. El prelado destacó asimismo
que las relaciones internacionales en nuestra época, para obedecer al deseo de coexistencia
pacífica de todos los pueblos, necesitan nuevas formas de solidaridad y comunión cuando
se trata de establecer programas de acción, de acuerdo con los principios fundamentales
de humanidad y justicia.