Benedicto XVI reafirma su profundo y continuo interés por los destinos de Europa y
de los pueblos que la componen
Martes, 21 mar (RV).- El Papa saluda y bendice de Benedicto XVI a las personalidades
políticas y religiosas presentes en la celebración eucarística que ha tenido lugar
esta mañana en la abadía de Montecasino, centrada en San Benito, patrono de Europa.
El Papa ha reafirmado su profundo y continuo interés por los destinos de Europa y
de los pueblos que la componen.
"Nada anteponer al amor de Cristo". Esta regla
benedictina que pone en primer lugar el amor es la única forma de promover efectivamente
la paz, la armonía y el diálogo entre los pueblos y las culturas, la colaboración
y la solidaridad entre los países más desarrollados económicamente y aquellos que
carecen de lo esencial para sobrevivir.
Así lo ha manifestado, en la abadía
de Montecasino, el cardenal Paul Poupard que ha presidido esta mañana una solemne
celebración eucarística, en ocasión de la Solemnidad de San Benito Abad, y en la que
“la presencia de ilustres personalidades del mundo político y diplomático – ha dicho
el purpurado- hace que este día y esta celebración sea un momento importante y significativo
en el camino de la construcción de la Europa de los pueblos”. Además del presidente
de la Cámara de los Diputados, el subsecretario de la Presidencia del Consejo y el
presidente de la región del Lazio, han asistido los embajadores europeos acreditados
ante la Santa Sede y ante la República Italiana.
El cardenal Paul Poupard
ha centrado su homilía en San Benito, la Regla y las raíces cristianas de Europa en
el día en que se celebra la Solemnidad de uno de los patronos del continente y padre
fundador de la orden benedictina. El purpurado ha transmitido el saludo y la Bendición
Apostólica del Santo Padre, quien también ha manifestado su cercanía, su participación
espiritual en la celebración y su profundo y continuo interés por los destinos de
Europa y de los pueblos que la componen.
El cardenal responsable de los dicasterios
de cultura y diálogo interreligioso ha subrayado la ejemplaridad y la grandeza espiritual
del padre del monaquismo occidental como uno de los motivos por los que el Santo Padre,
hace un año, asumió el nombre de Benedicto.
En el mismo sentido, el purpurado
ha retomado la intervención del 1 de abril del entonces cardenal Ratzinger, recibiendo
el premio San Benito por la promoción de la cultura y de la familia en Europa, en
el monasterio benedictino de Santa Escolástica de Subiaco. En aquella ocasión, días
antes de su elección como Pontífice, el decano del colegio cardenalicio afirmaba que
“en el debate sobre la definición de Europa, no se juega una nostálgica batalla en
la retaguardia de la historia, sino una gran responsabilidad para la humanidad de
hoy”. E hizo un comprometido llamamiento a admitir nuestra necesidad de tener raíces
para sobrevivir y a no perder de vista a Dios, si queremos que la dignidad humana
no desaparezca”.
“El alejamiento de las raíces cristianas -añadía el cardenal
Ratzinger- no comporta una tolerancia superior que respeta a todas las culturas del
mismo modo, sin querer privilegiar a ninguna, sino la plasmación de una forma de pensar
y una de vivir que se contraponen radicalmente, entre otras cosas a las culturas históricas
de la humanidad. La verdadera contraposición que caracteriza el mundo de hoy no es
la de las distintas culturas religiosas, sino la de la radical emancipación del hombre
de Dios, de las raíces de la vida, por una parte, y las grandes culturas religiosas
por otra”.