La creciente actividad de la Santa Sede ante los Organismos Internacionales es un
estímulo para que la voz de la Iglesia continúe iluminado la conciencia a la comunidad
internacional
Sábado, 18 mar (RV).- Los representantes de la Santa Sede ante los Organismos Internacionales
se han reunido durante dos días en el Vaticano, con los Superiores de la Secretaría
de Estado para reflexionar sobre la creciente participación de la Santa Sede en las
actividades internacionales, teniendo en cuenta las posibilidades que esta tarea ofrece
y los desafíos que plantea. La reunión ha culminado esta mañana con un encuentro con
el Santo Padre.
En su discurso, Benedicto XVI ha subrayado que esta creciente
actividad de la Santa Sede constituye un preciso estímulo para que la voz de la Iglesia
continúe iluminado la conciencia a cuantos componen la comunidad internacional. “Se
trata de un servicio delicado y fatigoso” dirigido a colaborar en la construcción
de una sociedad más atenta a la dignidad y a las verdaderas exigencias de la persona
humana”. En esta perspectiva, la presencia de la Santa Sede en los Organismos internacionales
e intergubernamentales, representa una contribución fundamental en el respeto de los
derechos humanos y del bien común y, por tanto, en la auténtica libertad y en la justicia.
“Estamos ante un compromiso específico e insustituible, que puede ser aún
más eficaz si se unen las fuerzas de cuantos colaboran con fiel dedicación a la misión
de la Iglesia en el mundo”, ha dicho el Santo Padre. Las relaciones “ente los Estados”
y “en los Estados” son justas en la medida en que respeten la verdad. Cuando, en cambio,
la verdad es ultrajada, la paz amenazada, y el derecho viene alterado, entonces, con
lógica consecuencia, se desencadenan las injusticias.
“Éstas son fronteras
que dividen a los Países de manera mucho más profunda de cuanto lo hagan las fronteras
trazadas en los mapas geográficos y, a menudo, no son solamente fronteras externas,
entre países, sino internas dentro de los propios Estados”, ha explicado el Papa.
Estas injusticias asumen distintas formas. Por ejemplo, la forma del desinterés o
del desorden, que llega a dañar la estructura de aquella célula originaria de la sociedad
que es la familia; o a veces, asume la forma de la prepotencia o de la arrogancia,
que pueden llegar hasta el arbitrio, haciendo callar a los que no tienen voz o no
tienen fuerza para hacerse oír, como ocurre en los casos de la injusticia hoy, quizá
más grave, la que suprime la vida humana naciente.
“Dios ha elegido a débiles
del mundo para humillar a los fuertes”. Que este criterio de la acción divina de perdurable
actualidad -ha afirmado el Papa- os sirva de estímulo para no desanimaros ante las
dificultades e incomprensiones”. Sabéis que a través de ellas participáis con autoridad
en la responsabilidad profética de la Iglesia que quiere continuar levantando su
voz en defensa del hombre incluso cuando la política de los estados o la mayoría de
la opinión pública se mueven en dirección contraria. La verdad de hecho encuentra
la fuerza en sí misma y no en el número de consenso que recibe.