2006-03-10 16:26:10

Ejercicios espirituales: “Si se nubla la fe en la Resurrección de Jesús, se derrumba la esperanza cristiana y se cede a los mesianismos”


Viernes, 10 mar (RV).- La oración de Jesús en Getsemani, la muerte en el Calvario, la Resurrección. El drama de la salvación cristiana ha sido recorrido esta mañana por el cardenal Marco Cé en las dos meditaciones de los Ejercicios Espirituales de Cuaresma que el patriarca emérito de Venecia está predicando desde el lunes pasado al Papa y la Curia Romana.

Durante 4 días, las meditaciones han seguido la crónica del Evangelista Marcos que del episodio del bautismo en el Jordán a la parada de Cesarea cuenta la grandeza de Jesús-Mesías que anuncia el Reino de Dios realizando milagros. Llegados al quinto día, viernes, el escenario de los Ejercicios predicados por el cardenal Cé cambia de tono al cambiar de tono también el Evangelio, que describe de manera “sobria” aparentemente pero definitiva para quienes asisten a la caída en desgracia de aquel hombre que había hecho soñar a tantas personas.

Cuando llega el momento de entrar en Jerusalén para el último acto de su vida en la tierra, Jesucristo anunciador y sanador -ha explicado el cardenal Cé en la primera meditación- elige en un cierto momento de convertir en “severo silencio”, la propia mesianidad, para que no quedara equivocado y no fuera vista por el pueblo “con esperanzas mundanas”.

En la segunda meditación, el predicador se ha detenido sobre los primeros 8 versículos del último capitulo del Evangelio de Marcos, donde se describe el estupor absoluto de las mujeres ante el sepulcro vacío. A la vista del joven que anuncia la Resurrección de Cristo y a la espera de los discípulos en Galilea, las mujeres huyen espantadas. “Ciertamente -ha dicho el cardenal Cé- de este estupor se desprende la conclusión de Marcos.

De hecho la vuelta a Galilea desde donde había salido el Evangelio, nos parece que se aluda al nuevo inicio: el inicio de la Iglesia que lleva a cumplimiento en el tiempo el misterio de Jesús”. En esta página está el acto de fe que nos hace cristianos. El Evangelio mismo debe su nombre a este momento: de que el Hijo de Dios, sea la Buena Noticia depende del hecho de que el Crucificado no ha quedado en el sepulcro, sino que ha resucitado.

Después de dos mil años -ha concluido con una exhortación el purpurado- en el corazón de cada cristiano debería vivirse cada día el estupor de las mujeres en el sepulcro. Allí están y no en otras partes, la raíces de la fe.







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