2006-03-02 16:54:12

Llamamiento de la Santa Sede y Gan Rabinato de Israel


Jueves, 2 mar (RV).- Firme llamamiento de la Santa Sede y del Gran Rabinato de Israel en favor de la tutela de la vida humana, condenando la eutanasia y toda violencia. Y por el bien de la humanidad, en el respeto de las religiones, apremiante exhortación a la colaboración con el mundo musulmán.

En el VI encuentro de la Comisión bilateral de las Delegaciones de la Comisión de la Santa Sede para las relaciones religiosas con el Judaísmo y del Gran Rabinato de Israel para las relaciones con la Iglesia Católica - celebrado en Roma del 26 al 28 de febrero - «se ha afrontado el tema de las relaciones entre la vida humana y la tecnología, concientes de que los grandes progresos alcanzados en la ciencia médica y de los desafíos, así como de las oportunidades que éstos representan».

Lo afirma un Comunicado publicado hoy, que en sus diez puntos recuerda «los principios de nuestras respectivas tradiciones religiosas, según las cuales Dios es el Creador y Señor de toda vida». Por lo que la vida humana es sagrada, precisamente porque, como enseña la Biblia, la persona está creada según la imagen divina (cf Gen 1,26-27).

El documento destaca que «por el hecho de que la vida es un don divino que hay que respetar y preservar, nosotros repudiamos con firmeza la idea de un dominio humano sobre la vida y del derecho a decidir sobre su valor o su duración por parte de cualquier persona o grupo humano. Por consiguiente, repudiamos el concepto de eutanasia activa, en cuanto es una ilegítima pretensión del hombre sobre la exclusiva autoridad divina de determinar el momento de la muerte de una persona».

Aún agradeciendo al Creador por la capacidad que ha donado a la humanidad de sanar y conservar la vida, así como por los múltiples progresos científicos alcanzados, reconocemos que éstos mismos progresos benéficos conllevan mayores responsabilidades, profundos desafíos y potenciales peligros. En este contexto, el mismo Comunicado reitera los valores morales inquebrantables y señala la necesidad de que «existan límites en la aplicación científica y tecnológica», reconociendo que «no todo lo que es técnicamente posible es también éticamente aceptable».

Tras insistir en que «el respeto y cuidado de la vida humana debe ser un imperativo moral universal, garantizado por todas las sociedades civiles y por sus leyes, promoviendo así una cultura de la vida», el Comunicado de la Santa Sede y del Gran Rabinato de Israel, reitera también con firmeza «la obligación de cumplir todo esfuerzo posible para aliviar los sufrimientos humanos».

Con un llamamiento al personal médico y a los científicos, para que se dejen guiar por la sabiduría de la religión en todo lo que concierne a la vida y a la muerte, el Comunicado recomienda al respecto «una debida consultación, además de con las respectivas familias, también con las autoridades religiosas cualificadas».

Rechazando también firmemente la idea de que «la naturaleza transitoria de la existencia humana terrenal se pueda instrumentalizar», la misma Comisión bilateral católica y judía condena con firmeza «cualquier tipo de violencia contra el hombre con el fin de promover cualquier ideología, en especial cuando se realiza en nombre de una religión». Puesto que ello significa «desacralizar el Nombre Divino».

Además de recordar la necesidad de «impulsar el bien común de la humanidad, mediante la promoción del respeto hacia Dios, las religiones y sus símbolos, los lugares santos y los lugares de oración», este documento reafirma que cualquier violación debe ser «rechazada y condenada».

Al mismo tiempo, dichas violaciones, así como las actuales tensiones entre las civilizaciones, requieren que nos proyectemos mas allá de nuestro diálogo bilateral», aseguran la Santa Sede y el Gran Rabinato de Israel, afirmando que «es nuestro deber intentar implicar al mundo musulmán y a sus autoridades en un diálogo y en una colaboración respetuosas. Además dirigimos un llamamiento a las autoridades civiles para que sepan apreciar la potencialidad positiva que la dimensión religiosa tiene en ayudar a resolver conflictos y tensiones y para que, con tal fin, brinden su apoyo al diálogo interreligioso».







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