Miércoles de Ceniza: la respuesta cristiana a la violencia que amenaza la paz en el
mundo reside en el compromiso de oponernos al mal con el bien, a la mentira con la
verdad, al odio con el amor
Miércoles, 1 mar (RV).- Esta tarde, el Papa ha presidido la procesión penitencial
desde la basílica de san Anselmo hasta santa Sabina, y la Santa Misa con bendición
e imposición de las cenizas. El miércoles de Ceniza, con el que inicia la Cuaresma
nos recuerda que la existencia cristiana es un combate sin descanso, como ha subrayado
el Papa en su homilía. “Un combate en el que se usan las armas de la oración, el ayuno
y la penitencia. Luchar contra el mal, contra cualquier forma de egoísmo y de odio,
y morir para vivir en Dios es el itinerario ascético que debe recorrer con humildad
y paciencia, generosidad y perseverancia cada discípulo de Cristo”.
El Papa
ha retomado el dócil rastro del divino maestro como faro de los cristianos como testigos
y apóstoles de paz. Esta actitud interior, para Benedicto XVI, nos ayuda a evidenciar
mejor cual debe ser la respuesta cristiana a la violencia que amenaza la paz en el
mundo. La respuesta no está nunca en la venganza, en el odio o en la fuga a través
de una falsa espiritualidad. Por el contrario, siguiendo las huellas de Cristo, todos
debemos comprometernos para oponernos al mal con el bien, a la mentira con la verdad,
al odio con el amor.
“La concreción del amor constituye uno de los elementos
esenciales de las vidas de los cristianos, que son alentados por Jesús a ser luz del
mundo, para que los hombres contemplando sus buenas obras rindan gloria a Dios. Esta
recomendación nos llega oportunamente al inicio de la Cuaresma para que comprendamos
cada vez más que la Caridad no es para la Iglesia una especie de actividad de asistencia
social, sino que pertenece a su misma naturaleza, es expresión irrenunciable de su
misma esencia”.
El Papa presidió la procesión acompañado del cardenal vicario
de Roma, Camillo Ruini; del Secretario de Estado Vaticano, el cardenal Angelo Sodano,
de los purpurados Walter Kasper, Darío Castrillón Hoyos, Jean Louis Tauran, Moussa
Daoud y Roger Etchegaray. También participaron los monjes benedictinos de San Anselmo,
los dominicos de Santa Sabina y numerosos sacerdotes y fieles. Una vez en Santa Sabina,
el Papa recibió la ceniza de manos del cardenal Joseph Tomko.
Benedicto XVI
subrayó también en su homilía que la Cuaresma es una peregrinación personal y comunitaria
hacia la conversión y la renovación espiritual. Y refiriéndose a la espiritualidad
del tiempo de Cuaresma, el Pontífice dijo que cada día el cristiano debe afrontar
una lucha como la que mantuvo Cristo en el desierto durante 40 días, cuando fue tentado
por el diablo, y después en el Getsemaní.
"Se trata de una batalla espiritual
que va dirigida contra el pecado y contra Satanás", afirmó el Papa. “Es una lucha
que repercute sobre la totalidad de la persona y requiere una vigilancia atenta y
constante”. Y citando a San Agustín en este sentido, el Papa recordó que quien quiera
caminar en el amor de Dios y en su misericordia no puede conformarse con liberarse
de los pecados graves y mortales.... porque también los pecados menos graves, si se
descuidan, proliferan y producen la muerte.