2006-02-27 16:28:34

En su Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa exhorta a los jóvenes a “una vida de coherente adhesión a Cristo y a su doctrina”


Lunes, 27 feb (RV).- Hoy se ha hecho público el Mensaje del Santo Padre a los jóvenes del mundo, con ocasión de la XXI Jornada Mundial de la Juventud, que se celebra este año. Benedicto XVI ha propuesto a la consideración de los jóvenes un versículo del Salmo 118: “Para mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero”. El Papa en primer lugar alude a “las experiencias enriquecedoras” hechas en Alemania en agosto del año pasado e invita a que la Jornada de este año, que se celebrará en las diferentes Iglesias locales, “sea una ocasión oportuna para reavivar la llama del entusiasmo encendida en Colonia y un momento privilegiado para hacer que sus amigos participen en la peregrinación espiritual de las nuevas generaciones hacia Cristo”.

Benedicto XVI recuerda que el amado Juan Pablo II comentó así estas palabras del Salmo: “El orante se derrama en alabanza de la Ley de Dios, que toma como lámpara para sus pasos en el camino a menudo oscuro de la vida”. En el Antiguo Testamento, prosigue el Papa, anuncia a los hijos de Israel la venida del Mesías y la instauración de una “nueva” alianza; en el Verbo hecho carne Él cumple sus promesas. Esto lo pone también en evidencia el Catecismo de la Iglesia Católica: “Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. El mismo Espíritu está activamente presente en la Celebración eucarística cuando el sacerdote, pronunciando “in persona Christi” las palabras de la consagración, convierte el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, para que sean alimento espiritual de los fieles”.

Los Apóstoles, subraya el Santo Padre en su mensaje, acogieron la palabra de salvación y la transmitieron a sus sucesores como una joya preciosa custodiada en el cofre seguro de la Iglesia: sin la Iglesia esta perla corre el riesgo de perderse o hacerse añicos. Benedicto XVI pide a los jóvenes que amen la palabra de Dios y a la iglesia, que les permite acceder a un tesoro de un valor tan grande introduciéndoles a apreciar su riqueza. “Amad y seguid a la Iglesia que ha recibido de su Fundador la misión de indicar a los hombres el camino de la verdadera felicidad”.

Después de recordar a los jóvenes los peligros que encierran la ideologías que inducen a pensar de creerse “libres”, les urge a “liberar la libertad, iluminar la oscuridad en la que la humanidad va a ciegas. Jesús ha mostrado cómo puede suceder esto: “Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. El Verbo encarnado, Palabra de Verdad, nos hace libres y dirige nuestra libertad hacia el bien”.

“Queridos jóvenes –escribe textualmente el Papa-, meditad a menudo la palabra de Dios, y dejad que el Espíritu Santo sea vuestro maestro. Descubriréis entonces que el pensar de Dios no es el de los hombres; seréis llevados a contemplar al Dios verdadero y a leer los acontecimientos de la Historia con sus ojos; gustaréis en plenitud la alegría que nace de la verdad”.

Es necesario, advierte el Pontífice, tomar en serio la exhortación de considerar la palabra de Dios como un “arma” indispensable en la lucha espiritual; ésta actúa eficazmente y da fruto si aprendemos a escucharla para obedecerle después. Explica el Catecismo de la Iglesia Católica: “Obedecer (ob-audire) en la fe, es someterse libremente a la Palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma”. “Queridos jóvenes –escribe el Papa-, os exhorto a adquirir intimidad con la Biblia, a tenerla a mano, para que sea para vosotros como una brújula que indica el camino a seguir. Leyéndola, aprenderéis a conocer a Cristo”.

Seguidamente, el Santo Padre señala como camino para profundizar y gustar la palabra de Dios la “lectio divina”, que constituye un verdadero y apropiado itinerario espiritual en etapas. De la “lectio”, que consiste en leer y volver a leer un pasaje de la Sagrada Escritura tomando los elementos principales, se pasa a la “meditatio”, que es como una parada interior, en la que el alma se dirige hacia Dios intentando comprender lo que su palabra dice hoy para la vida concreta. A continuación, sigue la “oratio”, que hace que nos entretengamos con Dios en el coloquio directo, y finalmente se llega a la “contemplatio”, que nos ayuda a mantener el corazón atento a la presencia de Cristo, cuya palabra es “lámpara que luce en lugar oscuro, hasta que despunte el día y se levante en vuestros corazones el lucero de la mañana”.

Benedicto XVI finaliza su Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud de este año afirmando que “la lectura, el estudio y la meditación de la Palabra tienen que desembocar después en una vida de coherente adhesión a Cristo y a su doctrina”, pues “quien escucha la palabra de Dios y se remite siempre a ella pone su propia existencia sobre un sólido fundamento. “Todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica –dice Jesús- será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca”: no cederá a las inclemencias del tiempo”.







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