ONU/Santa Sede: no hay una rápida reducción de la pobreza sin un crecimiento económico
sostenible
Sábado, 11 feb (RV).- «La dura realidad de la pobreza hoy requiere esfuerzos renovados
por parte de la comunidad internacional». En su intervención en Naciones Unidas ante
la sesión de la Comisión para el Desarrollo Social del Consejo Económico y Social,
para revisar los avances obtenidos en la primera década encaminada a la erradicación
de la pobreza, el Observador Permanente de la Santa Sede puso de relieve tres prioridades
fundamentales: «mejorar las condiciones del comercio, duplicar la ayuda al desarrollo
y potenciar la condonación de la deuda».
Tras señalar que si bien el porcentaje
de la población mundial que vive en condiciones de pobreza extrema descendió, entre
1981 y 2001, del 40 al 21 por ciento, Mons. Celestino Migliore lamentó que «todavía
en demasiados países y pueblos se registran elevados niveles de pobreza». El Nuncio
se refirió a «los progresos en diversos países asiáticos» así como al cuadro general
que presenta resultados diversos.
Como es el caso, destacó Mons. Migliore,
del África subsahariana donde «a lo largo de los años 90, el progreso en la reducción
de la pobreza ha sido escaso o nulo y si esta tendencia prosigue, solo ocho naciones
africanas habrán reducido a la mitad su condición de pobreza extrema para el año 2015.
Al tiempo que casi se ha duplicado el número de africanos que vive con menos de un
dólar al día, pasando de los 165 a los 315 millones». Mons. Migliore recordó que «la
experiencia de algunos países en desarrollo, sobre todo en Asia, demuestra que no
hay una rápida reducción de la pobreza sin un crecimiento económico sostenible, en
el que los pobres tengan acceso a la distribución justa de beneficios»,
Al
finalizar su intervención el prelado reiteró que «la Santa Sede sigue atribuyendo
un papel clave a ECOSOC en el logro de impulsar y realizar las metas planteadas por
el plan para el Desarrollo del Milenio en los países más pobres del mundo. Mons. Celestino
Migliore recordó la urgencia de no escatimar esfuerzos y de «alentar y ayudar a los
responsables de esos países para que apliquen políticas que permitan a sus naciones
alcanzar porcentajes de crecimiento mucho más elevados que los logrados desde el año
2000».