2006-02-05 14:22:33

“Jesús toma de la mano a la humanidad y la sana del olvido de Dios, para que nunca se destruya la dignidad del hombre”


Domingo, 5 feb (RV).- Jesús toma de la mano a la humanidad y la sana del olvido de Dios, para que nunca se destruya la dignidad del hombre, lo ha recordado Benedicto XVI esta mañana en la homilía de la Santa Misa que ha celebrado en la parroquia de Santa Ana en el Vaticano. Evocando la curación de la suegra de Simón que el Evangelio presenta este domingo, el Papa ha hecho hincapié en el profundo significado de este episodio evangélico, que “presenta simbólicamente toda la misión de Jesús”.

El Señor acude a la casa de Simón Pedro y de Andrés y encuentra a la suegra de Pedro enferma y con fiebre. La toma de la mano, la levanta y la mujer que queda curada se pone a servir. Jesús -ha enfatizado el Papa– procediendo del Padre acude a la casa de la humanidad, a nuestra tierra, y encuentra a una humanidad enferma “con aquella fiebre de las ideologías, de las idolatrías, del olvido de Dios. El Señor nos da su mano, nos levanta y nos sana –ha recordado el Pontífice- y lo hace en todos los siglos, nos toma de la mano con su Palabra y así disipa las nieblas de las ideologías, de las idolatrías. Toma nuestra mano en los sacramentos, nos sana de la fiebre de nuestros pecados, con la absolución en el sacramento de la reconciliación. Nos da la capacidad de levantarnos, de estar de pie ante Dios y ante los hombres”.

Tras reiterar que el Señor sale a nuestro encuentro y tomándonos de la mano nos sana con el don de su Palabra y de sí mismo, el Papa ha puesto de relieve la importancia de la segunda parte del mismo episodio evangélico. “La mujer que acababa de quedar curada se puso a servir” y en seguida se entregó a los demás. Ella representa a tantas mujeres -madres, abuelas- y a las mujeres de distintas profesiones que “son el alma de la familia, y de la parroquia”.

Refiriéndose a santa Ana, a la que está dedicada la parroquia vaticana que ha visitado esta mañana, el Pontífice ha recordado que la madre de María educa a la Virgen en la fe. En este contexto, el Papa ha expresado su profunda gratitud a las mujeres que “son las primeras portadoras de la Palabra de Dios, del Evangelio. Son verdaderas evangelistas: “Un sentido agradecimiento a todas las mujeres que animan esta parroquia, a las mujeres que sirven en todas las dimensiones, que nos ayudan siempre nuevamente a conocer la Palabra de Dios no sólo con el intelecto, sino también con el corazón”.

Benedicto VI ha subrayado asimismo que el “verdadero centro del misterio de Jesús”, es el diálogo del Hijo con el Padre en la oración, que eleva su alma en la comunión trinitaria. Jesús reza con nosotros y nosotros rezando con Él alcanzamos un contacto real con Dios, entramos en el misterio del amor eterno de la Santísima Trinidad.

Insistiendo en la importancia de la primacía de Dios, puesto que -cuando se niega a Dios se niega también el respeto de la dignidad del hombre- el Papa ha explicado que las primeras tres invocaciones del Padrenuestro se refieren precisamente a esta primacía. Que venga el Reino de Dios y que se haga según su Palabra, la unión del hombre con Dios es la meta a la que Jesús nos quiere guiar. Y nos dice: “sólo Dios es la redención del hombre”. “Podemos ver en la historia del siglo pasado cómo en los estados donde se había abolido a Dios, no sólo la economía había quedado destruida, sino sobre todo las almas –ha señalado el Pontífice- Las destrucciones morales, las destrucciones de la dignidad del hombre son las destrucciones fundamentales y la renovación puede venir sólo del regreso de Dios, que es el reconocimiento de la centralidad de Dios”.

Centralidad de Dios que impulsa resultados positivos no sólo en el alma humana sino también en el desarrollo técnico y material del ser humano, por lo que la Iglesia tiene la misión de anunciar al mundo que Dios es amor y ama la vida. Lo confirma el mismo Evangelio, Jesús afirma que debe ir también a otros pueblos para anunciar a Dios y para expulsar a los demonios y a las fuerzas del mal. Para reconciliarnos con Dios nuestro Creador, que nos ha dado la vida y nuestra dignidad humana.

Precisamente sobre la tutela de la vida humana ha insistido Benedicto XVI refiriéndose a la Jornada celebrada este domingo en Italia. Vida de la que el hombre es custodio y de la que no tiene derecho a disponer, como una de las dos mentalidades contrapuestas de la cultura moderna pretende afirmar. “La criatura sin el Creador desaparece”, ha advertido el Papa, citando la constitución conciliar sobre la actividad humana en el mundo, que hace hincapié en que cuantos creen en Dios, sea cual fuere su religión, escuchan siempre la voz del Creador.

“Es significativo que el documento Gaudium et spes afirme que esta capacidad de reconocer la voz y la manifestación de Dios en la belleza de la creación pertenece a todos los creyentes, cual fuere la religión a la que pertenezcan –ha dicho Benedicto XVI- Podemos deducir que el respeto pleno de la vida está ligado al sentido religioso, a la conducta interior con la que el hombre se coloca en relación con la realidad. Si lo hace como patrón o como custodio”.

La palabra respeto –ha subrayado una vez más el Papa- “indica una forma de considerar las cosas y a las personas que lleva a reconocer su consistencia, sin apropiarse de ella, sino respetándola y cuidándola. En último análisis, si se les niega a las criaturas su referencia a Dios, como fundamento trascendente, éstas corren el riesgo de caer en poder del arbitrio del hombre que -como vemos- puede usarlas de forma insensata”.








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