“Jesús toma de la mano a la humanidad y la sana del olvido de Dios, para que nunca
se destruya la dignidad del hombre”
Domingo, 5 feb (RV).- Jesús toma de la mano a la humanidad y la sana del olvido de
Dios, para que nunca se destruya la dignidad del hombre, lo ha recordado Benedicto
XVI esta mañana en la homilía de la Santa Misa que ha celebrado en la parroquia de
Santa Ana en el Vaticano. Evocando la curación de la suegra de Simón que el Evangelio
presenta este domingo, el Papa ha hecho hincapié en el profundo significado de este
episodio evangélico, que “presenta simbólicamente toda la misión de Jesús”.
El
Señor acude a la casa de Simón Pedro y de Andrés y encuentra a la suegra de Pedro
enferma y con fiebre. La toma de la mano, la levanta y la mujer que queda curada se
pone a servir. Jesús -ha enfatizado el Papa– procediendo del Padre acude a la casa
de la humanidad, a nuestra tierra, y encuentra a una humanidad enferma “con aquella
fiebre de las ideologías, de las idolatrías, del olvido de Dios. El Señor nos da su
mano, nos levanta y nos sana –ha recordado el Pontífice- y lo hace en todos los siglos,
nos toma de la mano con su Palabra y así disipa las nieblas de las ideologías, de
las idolatrías. Toma nuestra mano en los sacramentos, nos sana de la fiebre de nuestros
pecados, con la absolución en el sacramento de la reconciliación. Nos da la capacidad
de levantarnos, de estar de pie ante Dios y ante los hombres”.
Tras reiterar
que el Señor sale a nuestro encuentro y tomándonos de la mano nos sana con el don
de su Palabra y de sí mismo, el Papa ha puesto de relieve la importancia de la segunda
parte del mismo episodio evangélico. “La mujer que acababa de quedar curada se puso
a servir” y en seguida se entregó a los demás. Ella representa a tantas mujeres -madres,
abuelas- y a las mujeres de distintas profesiones que “son el alma de la familia,
y de la parroquia”.
Refiriéndose a santa Ana, a la que está dedicada la parroquia
vaticana que ha visitado esta mañana, el Pontífice ha recordado que la madre de María
educa a la Virgen en la fe. En este contexto, el Papa ha expresado su profunda gratitud
a las mujeres que “son las primeras portadoras de la Palabra de Dios, del Evangelio.
Son verdaderas evangelistas: “Un sentido agradecimiento a todas las mujeres que animan
esta parroquia, a las mujeres que sirven en todas las dimensiones, que nos ayudan
siempre nuevamente a conocer la Palabra de Dios no sólo con el intelecto, sino también
con el corazón”.
Benedicto VI ha subrayado asimismo que el “verdadero centro
del misterio de Jesús”, es el diálogo del Hijo con el Padre en la oración, que eleva
su alma en la comunión trinitaria. Jesús reza con nosotros y nosotros rezando con
Él alcanzamos un contacto real con Dios, entramos en el misterio del amor eterno de
la Santísima Trinidad.
Insistiendo en la importancia de la primacía de Dios,
puesto que -cuando se niega a Dios se niega también el respeto de la dignidad del
hombre- el Papa ha explicado que las primeras tres invocaciones del Padrenuestro se
refieren precisamente a esta primacía. Que venga el Reino de Dios y que se haga según
su Palabra, la unión del hombre con Dios es la meta a la que Jesús nos quiere guiar.
Y nos dice: “sólo Dios es la redención del hombre”. “Podemos ver en la historia del
siglo pasado cómo en los estados donde se había abolido a Dios, no sólo la economía
había quedado destruida, sino sobre todo las almas –ha señalado el Pontífice- Las
destrucciones morales, las destrucciones de la dignidad del hombre son las destrucciones
fundamentales y la renovación puede venir sólo del regreso de Dios, que es el reconocimiento
de la centralidad de Dios”.
Centralidad de Dios que impulsa resultados positivos
no sólo en el alma humana sino también en el desarrollo técnico y material del ser
humano, por lo que la Iglesia tiene la misión de anunciar al mundo que Dios es amor
y ama la vida. Lo confirma el mismo Evangelio, Jesús afirma que debe ir también a
otros pueblos para anunciar a Dios y para expulsar a los demonios y a las fuerzas
del mal. Para reconciliarnos con Dios nuestro Creador, que nos ha dado la vida y nuestra
dignidad humana.
Precisamente sobre la tutela de la vida humana ha insistido
Benedicto XVI refiriéndose a la Jornada celebrada este domingo en Italia. Vida de
la que el hombre es custodio y de la que no tiene derecho a disponer, como una de
las dos mentalidades contrapuestas de la cultura moderna pretende afirmar. “La criatura
sin el Creador desaparece”, ha advertido el Papa, citando la constitución conciliar
sobre la actividad humana en el mundo, que hace hincapié en que cuantos creen en Dios,
sea cual fuere su religión, escuchan siempre la voz del Creador.
“Es significativo
que el documento Gaudium et spes afirme que esta capacidad de reconocer la voz y la
manifestación de Dios en la belleza de la creación pertenece a todos los creyentes,
cual fuere la religión a la que pertenezcan –ha dicho Benedicto XVI- Podemos deducir
que el respeto pleno de la vida está ligado al sentido religioso, a la conducta interior
con la que el hombre se coloca en relación con la realidad. Si lo hace como patrón
o como custodio”.
La palabra respeto –ha subrayado una vez más el Papa- “indica
una forma de considerar las cosas y a las personas que lleva a reconocer su consistencia,
sin apropiarse de ella, sino respetándola y cuidándola. En último análisis, si se
les niega a las criaturas su referencia a Dios, como fundamento trascendente, éstas
corren el riesgo de caer en poder del arbitrio del hombre que -como vemos- puede usarlas
de forma insensata”.