Semana de oración para la unidad de los cristianos
Miércoles, 25 ene (RV).- El agustino, Padre Pedro Langa, concluye hoy sus reflexiones
del Octavario de oración por la unidad de los cristianos.
Unidos en
la esperanza. No puede ser de otra manera. Los obreros de esa Viña del Señor, que
es el ecumenismo, saben que el primer llamado en causa es el mismo Amo de la Viña.
La causa ecuménica, siendo así, no viene a ser sino corresponsable donación de la
Santísima Trinidad en misterio de amor hacia sí misma y desde sí misma hacia nosotros
los hombres. Quiere ello decir, pues, que en tanto el ecumenismo gane más enteros
en relaciones de comunión, así éste será más y más ecumenismo. Como en tiempos de
Moisés (cf. Ex 40,34-38), el nuevo pueblo del Evangelio, ese Pueblo de Dios del que
habló el Vaticano II, peregrina, lo afirma san Agustín, «entre las persecuciones del
mundo y los consuelos de Dios» (ciu. Dei 18, 51,2) hacia la nueva creación, donde
ya no habrá muerte, ni dolor, ni divisiones. La unidad ecuménica de ahora, por tanto,
viene a ser como gozoso preludio de aquella pacífica y definitiva Unidad.
Lo
prometió el propio Jesús: «comprenderéis que yo estoy en mi Padre; vosotros en mí
y yo en vosotros» (Jn 14,20). No estamos huérfanos, pues. Su divina promesa es el
mejor estímulo para vivir en el amor. Ya se encargará él de que por el movimiento
ecuménico lleguemos a ser comunidad reconciliada y reconciliadora, preludio y signo
de la futura nueva creación. Ojalá que el «Padre de las misericordias y Dios de toda
consolación» (1 Co 1, 43) nos infunda mientras tanto la certidumbre de que, por mucho
que las vicisitudes humanas se interpongan, de igual modo que la muerte ha de tener
su fin, lo tendrán las divisiones. Que no cunda el desánimo, pues, y la esperanza
continúe. Que no decaiga el entusiasmo y la firmeza de nuestra fe en su palabra no
se desmorone. La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2006, que hoy concluye,
nos ha dicho que llegaremos a la plenitud de vida, de amor y de luz que Dios prometió
a quienes sean fieles a su palabra.