“Los medios: red de comunicación, comunión y cooperación”. Mensaje de Benedicto XVI
para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, centrado en la formación,
participación y diálogo en el uso responsable de los medios
Martes, 24 ene (RV).- En ocasión de la memoria litúrgica de hoy, fiesta de San Francisco
de Sales, viene publicado, como es ya habitual, el mensaje del Santo Padre para la
Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. “Los medios: red de comunicación,
comunión y cooperación” es el título de este primer mensaje de Benedicto XVI para
esta Jornada, que este año coincide con el cuadragésimo aniversario de la clausura
del Concilio Vaticano II. El Papa, que recuerda precisamente el Decreto conciliar
sobre los Medios de Comunicación Social, Inter Mirifica, reflexiona en su texto, sobre
“la idea de los medios como una red que facilita la comunicación, la comunión y la
cooperación”.
El desarrollo y los avances tecnológicos en este sector presentan
un potencial enorme para servir al bien común y “constituye un patrimonio a salvaguardar
y promover”, aunque todos sabemos, escribe el Pontífice, que “nuestro mundo está lejos
de ser perfecto, y que iluminar las conciencias nunca es una tarea neutral”. La comunicación
auténtica demanda valor y decisión radicales”. “El llamamiento a los medios de comunicación
de hoy a ser responsables de la verdad y promotores de la paz que ella conlleva, supone
numerosos desafíos. Éstos son para el Santo Padre: la ambigüedad de algunas ideas;
tendencias que engendran formas de mono-cultura, que reducen las sutilezas del pensamiento
complejo; o distorsiones que ocurren cuando la industria de los medios se reduce al
servicio de sí misma o funciona solamente guiada por el lucro, perdiendo el sentido
de responsabilidad hacia el bien común.
Así pues, debe fomentarse siempre,
explica el Pontífice, la comunicación precisa de los acontecimientos, la explicación
completa de los hechos de interés público y la presentación justa de diversos puntos
de vista. Y para motivar tanto una presencia constructiva, como una percepción positiva
de los medios en la sociedad, Benedicto XVI reitera la importancia de tres pasos ya
identificados por su predecesor, el Papa Juan Pablo II, necesarios para el servicio
que deben prestar al bien común: la formación, la participación y el diálogo.
La
formación en el uso responsable y crítico de los medios ayuda a las personas a utilizarlos
de manera inteligente y apropiada, señala el Papa. Precisamente, porque los medios
de comunicación contemporáneos configuran la cultura popular, ellos mismos deben sobreponerse
a toda tentación de manipular, especialmente a los jóvenes, y por el contrario deben
impulsarse en el deseo de formar y servir. De este modo, ellos protegen, en vez de
erosionar, el tejido de la sociedad civil, tan valioso para la persona humana.
La
participación en los medios surge de su naturaleza: son un bien destinado a toda persona.
Y como servicio público, la comunicación social requiere de un espíritu de cooperación
y corresponsabilidad con escrupulosa atención en el uso de los recursos públicos y
en el desempeño de los cargos públicos. Finalmente, los medios de comunicación deben
aprovechar y ejercer las grandes oportunidades que les brindan la promoción del diálogo,
el intercambio de conocimientos, la expresión de solidaridad y los vínculos de paz.
De esta manera ellos se transforman en recursos incisivos y apreciados para la construcción
de la civilización del amor que toda persona anhela. El Papa está seguro que un esfuerzo
en la promoción de estos tres pasos, ayudarán a los medios a desarrollarse sólidamente
como una red de comunicación, comunión y cooperación.
MENSAJE COMPLETO
LOS
MEDIOS: RED DE COMUNICACION, COMUNION Y COOPERACION
Queridos
hermanos y hermanas:
1. Al cumplirse el cuadragésimo
aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, me alegra recordar su Decreto
sobre los Medios de Comunicación Social, Inter Mirifica, que señaló especialmente
el poder de los medios para ejercer una influencia en toda la sociedad humana. La
necesidad de herramientas que ayuden al bien de la humanidad me ha impulsado a reflexionar,
en mi primer mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, sobre
la idea de los medios como una red que facilita la comunicación, la comunión y la
cooperación.
San Pablo, en su carta a los Efesios,
describe vívidamente nuestra vocación humana como la de “participantes de la naturaleza
divina” (Dei verbum, 2): por Cristo tenemos acceso al Padre en el Espíritu; ya no
somos extranjeros y extraños, sino ciudadanos con los santos y los miembros de la
familia de Dios, transformándonos en un templo santo, una morada para Dios (cf. Ef
2, 18-22). Este sublime retrato de una vida de comunión pone en movimiento todos los
aspectos de nuestra vida como cristianos. La invitación a acoger con autenticidad
la autocomunicación de Dios en Cristo significa en realidad una llamada a reconocer
su fuerza dinámica dentro de nosotros, que desde ahí desea propagarse a los demás
y extenderse a todo el mundo, para que su amor sea realmente la medida prevalente
en el mundo (cf. Homilía para la Jornada Mundial de la Juventud, Colonia, 21 de agosto
2005).
2. Los avances tecnológicos
en los medios han conquistado en cierta medida tiempo y espacio, haciendo la comunicación
entre las personas tanto instantánea como directa, aun cuando están separadas por
enormes distancias. Este desarrollo presenta un potencial enorme para servir al bien
común y “constituye un patrimonio a salvaguardar y promover” (El Rápido Desarrollo,
10). Sin embargo, como todos sabemos, nuestro mundo está lejos de ser perfecto. Diariamente
se nos recuerda que la inmediatez de la comunicación no necesariamente se traduce
en la construcción de la cooperación y la comunión en la sociedad.
Iluminar
las conciencias de los individuos y ayudar a formar su pensamiento nunca es una tarea
neutral. La comunicación auténtica demanda valor y decisión radicales. Requiere la
determinación de aquellos que trabajan en los medios para no debilitarse bajo el peso
de tanta información ni para conformarse con verdades parciales o provisionales. Por
el contrario, requiere tanto la búsqueda como la transmisión de lo que es el sentido
y el fundamento último de la existencia humana, personal y social (cf. Fides et Ratio,
5). De esta forma, los medios pueden contribuir constructivamente a la propagación
de todo lo que es bueno y verdadero.
3. El
llamado a los medios de comunicación de hoy a ser responsables, a ser protagonistas
de la verdad y promotores de la paz que ella conlleva, supone numerosos desafíos.
Aunque los diversos instrumentos de comunicación social facilitan el intercambio de
información, ideas y entendimiento mutuo entre grupos, también están teñidos de ambigüedad.
Paralelamente a que facilitan “una gran mesa redonda” para el diálogo, algunas tendencias
dentro de los medios engendran una forma de monocultura que oscurece el genio creador,
reduce la sutileza del pensamiento complejo y desestima la especificidad de prácticas
culturales y la particularidad de la creencia religiosa. Estas son distorsiones que
ocurren cuando la industria de los medios se reduce al servicio de sí misma o funciona
solamente guiada por el lucro, perdiendo el sentido de responsabilidad hacia el bien
común.
Así pues, deben fomentarse siempre el reporte
preciso de los eventos, la explicación completa de los hechos de interés público y
la presentación justa de diversos puntos de vista. La necesidad de sostener y apoyar
la vida matrimonial y familiar es de particular importancia, precisamente porque se
relaciona con el fundamento de cada cultura y sociedad (cf. Apostolicam Actuositatem,
11). En colaboración con los padres, las industrias de la comunicación social y el
entretenimiento pueden ayudar en la difícil pero altamente satisfactoria vocación
de educar a la niñez, con la presentación de modelos edificantes de vida y amor humanos
(cf. Inter Mirifica, 11). Es muy descorazonador y destructivo para todos nosotros
cuando lo opuesto ocurre. ¿No lloran nuestros corazones, muy especialmente, cuando
los jóvenes son sujetos de expresiones degradantes o falsas de amor que ridiculizan
la dignidad otorgada por Dios de cada persona humana y socavan los intereses de la
familia?
4. Para motivar tanto
una presencia constructiva como una percepción positiva de los medios en la sociedad,
deseo reiterar la importancia de los tres pasos identificados por mi venerado predecesor
el Papa Juan Pablo II, necesarios para el servicio que deben prestar al bien común:
formación, participación y diálogo (cf. El Rápido Desarrollo, 11).
La
formación en el uso responsable y crítico de los medios ayuda a las personas a utilizarlos
de manera inteligente y apropiada. El profundo impacto que los medios electrónicos
en particular ejercen al generar un nuevo vocabulario e imágenes, que introducen tan
fácilmente en la sociedad, no habría de ser sobrevalorado. Precisamente porque los
medios contemporáneos configuran la cultura popular, ellos mismos deben sobreponerse
a toda tentación de manipular, especialmente a los jóvenes, y por el contrario deben
impulsarse en el deseo de formar y servir. De este modo, ellos protegen en vez de
erosionar el tejido de la sociedad civil, tan valioso para la persona humana.
La
participación en los medios surge de su naturaleza: son un bien destinado a toda persona.
Como servicio público, la comunicación social requiere de un espíritu de cooperación
y co-responsabilidad con escrupulosa atención en el uso de los recursos públicos y
en el desempeño de los cargos públicos (cf. Ética en las Comunicaciones Sociales,
20), incluyendo el recurso a marcos normativos y a otras medidas o estructuras diseñadas
para lograr este objetivo.
Finalmente, los medios
de comunicación deben aprovechar y ejercer las grandes oportunidades que les brindan
la promoción del diálogo, el intercambio de conocimientos, la expresión de solidaridad
y los vínculos de paz. De esta manera ellos se transforman en recursos incisivos y
apreciados para la construcción de la civilización del amor que toda persona anhela. Estoy seguro de que unos serios esfuerzos para promover estos tres pasos,
ayudarán a los medios a desarrollarse sólidamente como una red de comunicación, comunión
y cooperación, ayudando a los hombres, mujeres y niños, a prestar más atención a la
dignidad de la persona humana, a ser más responsables y abiertos a los otros, especialmente
a los miembros más necesitados y débiles de la sociedad (cf. Redemptor Hominis, 15;
Ética en las Comunicaciones Sociales, 4).
Para concluir,
retomo las alentadoras palabras de San Pablo: Cristo es nuestra paz. En él somos uno
(cf. Ef 2, 14). ¡Rompamos juntos los muros divisorios de la hostilidad y construyamos
la comunión de amor según los designios que el Creador nos dio a conocer por medio
de su Hijo!
Desde el Vaticano, 24 de enero 2006,
Fiesta de San Francisco de Sales.