2006-01-23 17:55:00

53º Jornada Mundial de los enfermos de lepra


Lunes, 23 ene (RV).- La Jornada mundial de los enfermos de lepra es una gran cita de solidaridad que se renueva desde hace más de 50 años. Fue instituida en 1954 por Raoul Follereau, quien incluía la lucha contra la lepra en un compromiso más amplio de lucha contra toda forma de marginación y de injusticia. El compromiso en la lucha y prevención de la enfermedad y en la reinserción social de los enfermos ve implicados a numerosos institutos misioneros, organizaciones religiosas y laicas esparcidas por todo el mundo. El personal sanitario y las asociaciones que trabajan en el sector buscan sensibilizar al mayor número de personas sobre las causas de la enfermedad y sus efectos, incluidos los sociales, las asociaciones trabajan particularmente en iniciativas que buscan superar los prejuicios que han acompañado siempre a la lepra.

Un primer control de los datos globales presenta una caída de los nuevos casos de lepra después del 2001, pero un análisis más profundo demuestra que muchos países han bajado la guardia y han desmantelado los programas de lucha contra la lepra, por lo que no tienen más datos sobre la situación de la enfermedad. Sustancialmente el riesgo de transmisión de la enfermedad continua siendo menos estable en la mayor parte del Sur del mundo.


En el 2002, en todo el mundo se registraron más de medio millón de casos en tratamiento, pero esa misma cifra es la de nuevos enfermos. Para luchar contra esta enfermedad la Iglesia ha creado numerosas leproserías dirigiendo en todo el mundo 678 centros en los que se asiste a casi un millón de pacientes.

Es difícil en la actualidad, predecir con certeza la evolución futura de la lepra. Diversas indicaciones llevan a esperar en la eliminación de la enfermedad. En primer lugar, el excelente resultado alcanzado en el número de los casos tratados (unos 12 millones) que ha supuesto una correspondiente disminución en la prevalencia de la enfermedad. En segundo lugar, la progresiva focalización de la misma, en otra palabras, el hecho de que los casos se hayan concentrado en regiones geográfica cada vez más restringidas. Existen, por desgracia, otras indicaciones que no dan las mismas esperanzas. Se trata del número de nuevos casos descubiertos cada año, esto es, la incidencia de la enfermedad que todavía no consigue disminuir.

La presencia de enfermedades infecciosas está ligada a la difusión de sus agentes causales en el ambiente. Eliminar el agente causal o reducir su presencia por debajo de los límites que hacen posible la “transmisión” permite eliminar la enfermedad.

En el mensaje del pasado año para esta jornada mundial de los enfermos de lepra, el cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, envió un Mensaje a los obispos encargados del sector en las conferencias episcopales del mundo, así como a los que trabajan en la lucha contra esta enfermedad señalando que “la Iglesia católica se esfuerza por curar a los leprosos y eliminar las barreras psicológicas y sociales que se les ponen delante”.

Y es que la lepra ha estado presente en las oraciones de todos los Pontífices, ya que en la Biblia no se les olvida a estos enfermos: “Sucedió que, estando en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra que, al ver a Jesús, se echó rostro en tierra, y le rogó diciendo: ‘Señor, si quieres, puedes limpiarme’. Él extendió la mano, le tocó y le dijo: ‘Quiero, queda limpio’. Y al instante le desapareció la lepra”. (Lc 5,12)







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