Tradicional bendición de los corderos en la fiesta de Santa Inés
Sábado, 21 ene (EV).- Como es tradicional en este día en que se celebra la memoria
de Santa Inés, Benedicto XVI ha bendecido esta mañana los corderos cuya lana se utilizará
para confeccionar los palios, que a su vez serán bendecidos por el Pontífice en la
solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, e impuestos a los nuevos arzobispos metropolitanos.
Desde el siglo noveno, los arzobispos nombrados en las sedes metropolitanas
reciben del Papa una particular insignia litúrgica, es decir, el ‘palio’, como signo
de comunión con el Obispo de Roma. Esta insignia, que el Sumo Pontífice viste en todas
las celebraciones solemnes y los metropolitanos en circunstancias particulares, consiste
en una estrecha estola de lana blanca, de 4 a 6 centímetros de ancho adornadas con
seis cruces de seda negra, que simbolizan la oveja perdida, buscada, salvada y puesta
sobre los hombros del Buen Pastor y el cordero crucificado por la salvación de la
humanidad perdida.
Cada año se confeccionan tantos palios cuantos son los nuevos
metropolitanos. Bendecidos por el Papa en las primeras Vísperas de la solemnidad de
San Pedro y San Pablo, se guardan en un cofre situado en la ‘Confesión’ de la basílica
vaticana, junto a la tumba del Apóstol, para ser impuestos al día siguiente a los
arzobispos.
El signo del palio conserva también hoy una elocuencia singular.
Expresa el principio fundamental de comunión, que da forma a la vida eclesial en todos
sus aspectos; recuerda que esta comunión es orgánica y jerárquica; manifiesta que
la Iglesia, para ser una, necesita el servicio peculiar de la Iglesia de Roma y de su
Obispo, Cabeza del Colegio episcopal. El otro aspecto complementario, que el rito
del palio pone muy bien de relieve, es el de la catolicidad de la Iglesia. En efecto,
la Iglesia ha sido enviada por Cristo para anunciar el Evangelio a todas las naciones
y para servir a la humanidad entera.