Sábado, 21 ene (RV).- Al “Perdón y a la purificación de la memoria”, dedica su reflexión
el padre Pedro Langa, agustino español, en el cuarto día del octavario de la Semana
de oración por la unidad de los cristianos.
Perdón y
purificación de la memoria. El 12 de marzo del año 2000, en pleno corazón del Jubileo,
el Siervo de Dios Juan Pablo II presidió en la basílica vaticana un acto histórico,
a saber: pedir perdón en nombre de la Iglesia por las culpas del pasado. Diríase que
aquello vino a ser casi como el equinoccio del moderno ecumenismo. Quiso dar a entender
el Papa obrando así que el ecumenismo no debe limitarse a ejercer funciones de espejo
retrovisor, sino ante todo, como su logotipo indica, a ser navecilla en singladuras
de futuro. Cuando por la cronología del poniente se dibuja un sombrío panorama de
culpas, urge purificar la memoria. Y para ello, perdonar. Es justamente lo que entonces
ocurrió. Ya el salmista se marca en las brumas del Antiguo Testamento una plegaria
toda ella invitación a la misericordia (cf. Sal 51 [50]). Y llegada la plenitud de
los tiempos, Jesús va más lejos: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta
veces siete» (Mt 18, 22).
El ecumenismo revela que
nuestras comunidades cristianas llevan todavía heridas de un pasado marcado por el
pecado. Algunas ya están curadas o en vías de curación. Otras, en cambio, persisten
sin cicatrizar. De ahí el perdón recíproco. Sin ánimo de pedirlo y concederlo la unidad
será imposible. Sólo Dios puede concedernos la gracia de saber perdonar para ser perdonados;
y de saber amar para ser amados. Entonces sí que será realidad la purificación de
la memoria. El documento previo a la Jornada ya dicha, preparado por la Comisión Teológica
Internacional, precisa: «En la medida en que algunos católicos se complacen en permanecer
ligados a las separaciones del pasado, sin hacer nada por remover los obstáculos que
impiden la unidad, se podría hablar justamente de solidaridad en el pecado de división
(1 Co 1, 10-16)» [CTI, Memoria y reconciliación: la Iglesia y las culpas del pasado,
cap.V:b). Quiera el Señor corregir actitudes a la postre tan contrarias al movimiento
ecuménico.