2006-01-20 15:48:07

El Papa resalta la necesidad de “sacerdotes preparados y valerosos, sin ambiciones y temores, pero convencidos por la Verdad evangélica, que se preocupen ante todo de anunciar a Cristo”


Viernes, 20 ene (RV).- Benedicto XVI, en vísperas de la memoria litúrgica de su patrona celestial, Santa Inés, ha recibido esta mañana en audiencia a los 60 integrantes de la comunidad del Almo Colegio Capránica. Se trata del “primer encuentro con este colegio romano desde su elección a la cátedra del apóstol Pedro”, como ha indicado el mismo Pontífice en el discurso que les ha dirigido en la sala Clementina del Palacio apostólico. El Papa les ha dicho que de buena gana aprovechaba esta ocasión para dirigir a todos su cordial saludo.

Tras saludar también al cardenal Camillo Ruini, al rector del colegio, Mons. Ermenegildo Manicardi, a los formadores y a los demás prelados que componen la comisión episcopal que supervisa este colegio, el Papa se ha dirigido concretamente a los queridos jóvenes que se preparan para ejercer el ministerio sacerdotal. Benedicto XVI les ha dicho que se encontraban “en un período de la vida muy importante, que es el de vuestra formación, un tiempo propicio para crecer desde el punto de vista humano, cultural y espiritual”.

El Pontífice también les ha recordado, que el ambiente y la organización de este Colegio son idóneos para una buena preparación en vista de su futura misión pastoral: la oración, el recogimiento, el estudio, la vida comunitaria y el apoyo de los formadores. El Papa ha destacado asimismo que los futuros presbíteros se benefician por el hecho de que su Seminario, rico de historia, se encuentra integrado en la vida de la Diócesis de Roma, mientras su comunidad se ha preocupado siempre por alimentar un fuerte vínculo de fidelidad al Obispo de Roma.

Benedicto XVI ha explicado que para responder a las expectativas de la sociedad moderna, para cooperar con la vasta acción evangelizadora que implica a todos los cristianos, “se necesitan sacerdotes preparados y valerosos que, sin ambiciones y temores, pero convencidos por la Verdad evangélica, se preocupen ante todo de anunciar a Cristo y, en su nombre, estén dispuestos a inclinarse ante los sufrimientos humanos, haciendo experimentar el consuelo del amor de Dios y el calor de la familia eclesial a todos, especialmente a los pobres y a cuantos tienen dificultades”.

Impartiéndoles su bendición apostólica, el Santo Padre ha pedido al Señor que los reconforte y colme de dones abundantes, tras recordarles que su ministerio comporta una madurez humana y una adhesión diligente a la verdad revelada, que el Magisterio de la Iglesia propone fielmente.







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