Audiencia general: Benedicto XVI anuncia la publicación de su primera encíclica «Dios
es amor» que se centrará en el amor como “condición de la unidad de los cristianos
y de la paz en el mundo”
Miércoles, 18 ene (RV).- «Dios es amor». Benedicto XVI ha anunciado por sorpresa que
su primera encíclica se hará pública el 25 de enero, cuando, siguiendo las huellas
de Juan Pablo II, irá a la Basílica romana de San Pablo, para rezar con los hermanos
ortodoxos y protestantes, agradeciendo todo lo que el Señor nos ha concedido y rogar
por la unidad y la paz en el mundo.
En su Audiencia general de hoy, dedicada
a la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, uniéndose a una gran multitud
que reza en todo el mundo, Benedicto XVI, ha exhortado también a reflexionar sobre
el drama de la división de los cristianos y a implorar sin cesar la comunión plena.
Benedicto
XVI ha anunciado que su primera encíclica titulada «Deus caritas est», «Dios es amor»,
se hará pública el próximo 25 de enero, cuando siguiendo las huellas de Juan Pablo
II irá a la Basílica romana de San Pablo, para rezar con los hermanos ortodoxos y
protestantes, agradeciendo todo lo que el Señor nos ha concedido y rogar por la unidad
plena y la paz en el mundo. El anuncio del Papa ha sido recibido con un gran aplauso
por los más de ocho mil peregrinos que han participado en su Audiencia General de
hoy: «En este sentido, con estos sentimientos, iré siguiendo las huellas del Papa
Juan Pablo II, el próximo 25 de enero, día de la conversión de san Pablo, a la Basílica
de San Pablo, para rezar con los hermanos ortodoxos y protestantes, y, en este contexto,
rezar para agradecer por cuanto el Señor nos ha concedido, rezar para que el Señor
nos guíe sobre las huellas de la unidad. Y, el mismo día 25 de enero se publicará
finalmente mi primera encíclica, cuyo título ya conocido es «Deus caritas est», «Dios
es amor». No es un tema exclusivamente ecuménico pero, digamos, es el gran marco,
el telón de fondo del tema ecuménico, porque el amor de Dios y el amor nuestro son
la condición de la unidad de los cristianos y la condición de la paz en el mundo».
Con
la sorpresa de su anuncio y explicando que en su primera encíclica «quisiera mostrar
este concepto de amor en sus diversas dimensiones», el Santo Padre ha hecho hincapié
en que «en la terminología que se usa hoy, el amor aparece a menudo muy lejos de lo
que piensa un cristiano, si habla de la caridad cristiana»: «Pero quisiera mostrar
que se trata de un movimiento único con diversas dimensiones. Que el eros, este don
del amor entre hombre y mujer, viene de la misma fuente de la bondad del Creador,
así como la posibilidad de un amor que renuncia a sí mismo en favor del otro. Que
el eros se transforma en ágape en la medida en que los dos se aman realmente y uno
finalmente ya no se busca a sí mismo su gozo y su deleite, sino que busca sobre todo
el bien del otro. Así este eros que se transforma en caridad – por medio de un camino
de purificación y de profundización – se abre a la propia familia, se abre a la familia
más amplia de sociedad, a la familia de la Iglesia, a la familia del mundo».
Asimismo,
Benedicto XVI ha señalado que desea demostrar que «el acto personalísimo del amor
que nos viene de Dios – que es un único acto de amor – debe expresarse como acto eclesial
también organizativo»:
«Si es realmente verdad que la Iglesia es expresión
del amor que Dios tiene para su criatura humana, debe ser también verdad que el acto
fundamental de la fe, que crea y une a la Iglesia y que da la esperanza de la vida
eterna, y de la presencia de Dios en el mundo – genera también un acto eclesial. Es
decir la Iglesia, también como Iglesia, como comunidad, también de forma institucional
– debe amar».
«Y esta denominada caritas no es una mera organización, así como
hay otras antroposóficas, sino expresión necesaria del acto más profundo del amor
personal que Dios ha creado en nuestro corazón y que es reflejo de aquel acto que
Dios es y nos hace imagen de Dios», ha enfatizado asimismo el Papa, explicando luego
que ha pasado un poco de tiempo, entre la preparación del texto y las traducciones,
para que se hiciera pública su primera encíclica. Y que ahora, finalmente, percibe
como «un gesto de la providencia», el que esto suceda «precisamente el día en el que
rezamos por la unidad de los cristianos», con el anhelo de que «podrá iluminar y ayudar
nuestra vida cristiana».
En su Audiencia general de este miércoles dedicada
a la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, desde el Aula Pablo VI del
Vaticano, uniéndose, a una gran multitud que reza en todo el mundo, Benedicto XVI,
ha exhortado a reflexionar sobre el drama de la división de los cristianos y a implorar
la comunión plena, dando gracias a Dios por los dones recibidos en el ecumenismo.
Recordando que el octavario de oraciones por la unidad de los cristianos empieza
precisamente este miércoles, el Santo Padre ha evocado la solemne promesa de Jesús
a sus discípulos: «Yo os aseguro que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la
tierra para pedir algo, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos» (Mt 18,19).
Promesa que sostiene nuestra oración, ha subrayado el Papa, reiterando también
las enseñanzas del Concilio Vaticano II, en lo que se refiere a la oración por la
unidad, «núcleo central del ecumenismo», que comprende, precisamente, «las oraciones
públicas y privadas, la conversión del corazón y la santidad de vida». Haciendo hincapié
en el «centro del problema ecuménico que es la obediencia al Evangelio para cumplir
la voluntad de Dios, con su ayuda necesaria y eficaz», Benedicto XVI ha insistido
en los elementos que, a pesar de la división permanente, enlazan todavía a los cristianos
y que sostienen la posibilidad de elevar una oración común a Dios.
La comunión
en Cristo sostiene todo el movimiento ecuménico e indica el objetivo mismo de la búsqueda
de la unidad de todos los cristianos en la Iglesia de Dios, ha señalado asimismo Benedicto
XVI, invitando luego a «no limitamos sólo a implorar», sino a dar también gracias
al Señor por los alcances logrados en el ecumenismo. Por «la nueva situación fatigosamente
creada por las relaciones ecuménicas entre los cristianos en la reencontrada fraternidad,
por los fuertes lazos de solidaridad establecidos, por el crecimiento de la comunión
y por las convergencias realizadas, ciertamente de forma desigual, entre los varios
diálogos».
Insistiendo en el futuro esperanzador, Benedicto XVI ha evocado
las enseñanzas de su predecesor Juan Pablo II, que «tanto hizo y sufrió por la causa
ecuménica». Reconocer cuanto Dios nos ha concedido es la condición que nos predispone
a recibir aquellos dones aún indispensables para cumplir la obra ecuménica de la unidad.
Estas
ha sido las palabras en español de Benedicto XVI, dedicadas a la Semana de Oración
por la Unidad de los cristianos, y los saludos del Papa a los peregrinos de nuestra
lengua, que han participado en esta audiencia general:
Queridos
hermanos y hermanas:
Comienza hoy la “Semana de Oración
por la Unidad de los Cristianos”. El Concilio Vaticano II, en el decreto sobre el
ecumenismo Unitatis redintegratio , define las oraciones “por la unión de todos” como
“el alma de todo el movimiento ecuménico”, y las presenta como “un medio sumamente
eficaz para pedir la gracia de la unidad”. La comunión en Jesucristo, Señor y Salvador,
sustenta todo el movimiento ecuménico y lo distingue de otras iniciativas de diálogo
y de relaciones con otras religiones e ideologías.
Pero
esta oración no debe ser sólo de petición sino también de acción de gracias al Señor
por los fuertes lazos de solidaridad establecidos, por el crecimiento de la comunión
y convergencia entre los varios diálogos. El futuro está ante nosotros.
Saludo
cordialmente a los peregrinos de España y América Latina, especialmente a los del
Instituto El Carrascal de Arganda y a los de la Scuola Italiana de Montevideo ¡Continuemos
orando para que seamos conscientes de que la santa causa del restablecimiento de la
unidad de los cristianos supera nuestras pobres fuerzas humanas y que la unidad definitiva
es un don de Dios! ¡Gracias!