2006-01-14 16:23:49

Reflexiones en Familia


Escuchar el Programa RealAudioMP3

Viernes, 13 ene (RV).- “Quizá más que en otras épocas de la historia, nuestro tiempo tiene necesidad de ‘aquel genio’ de la mujer que asegure en toda circunstancia la sensibilidad por el hombre”. Estas palabras pronunciadas por el Papa Juan Pablo II en el año 2003, durante su viaje apostólico a Croacia enmarcan perfectamente el tema que queremos abordar hoy: la mujer en nuestras sociedades, un papel cada vez más relevante. Bienvenidos a estas reflexiones en familia.

En diversos programas hemos señalado cómo ha cambiado el papel de la mujer en nuestras sociedades, gracias a una serie de elementos como su participación política, el ingreso en el mundo laboral, su desempeño en la vida publica de los pueblos y naciones. A lo largo de los años, la mujer ha estado siempre determinada por las labores del hogar, unida siempre a las actividades de crianza de los hijos y al sostenimiento organizativo y afectivo de la familia.

Si bien la mujer continúa cumpliendo estos roles al interior de la familia, ella ahora combina estas actividades con otras ligadas a su profesión, a su trabajo, a sus actividades de liderazgo en determinados grupos y comunidades, en las que las mujeres están ofreciendo su capacidad de gestión, de comprensión, solidaridad, amor y entrega al servicio de los demás.

Quizá como en ningún otro tiempo, la historia de nuestro tiempo tiene necesidad del genio de la mujer que asegure en toda circunstancia la sensibilidad por el hombre, por el ser humano. La sensibilidad de las mujeres es un elemento fundamental en nuestras sociedades modernas. Por ejemplo, en la atención a las personas, en asegurar la importancia de pequeños detalles que a todos sin distinción nos hacen la vida mucho mas amable.

Está comprobado que muchos pacientes se recuperan de manera sorprendente cuando pueden contar con la presencia de un familiar: la esposa, la madre, un hijo; o de una enfermera cuyo compromiso y entrega habían hecho la diferencia. La ocurrencia de situaciones de este tipo hacía muy difícil creer en simples coincidencias. Sus acciones no poseían nada especial o extraño; un trato delicado, muchos detalles de cariño, atención a sus necesidades sin esperar que las expresasen (adivinando casi), una dedicación heroica con mucho sentido del humor y optimismo.

La sensibilidad femenina posee en su esencia y características primordiales, elementos diversos a los presentados por la sensibilidad masculina. Elementos que le otorgan a la mujer capacidades y cualidades especialmente útiles en este tipo de casos. Tal vez se relacione con ese “sexto sentido” femenino, tan comentado y tan misterioso.

Obviamente, debemos distinguir entre sensibilidad y sensiblería. No es la capacidad de llorar abundantemente o de pasar de la furia a la euforia sin motivos. Estamos hablando de una sensibilidad dirigida y educada en la apertura al otro, capaz de ser ecuánime y exigente sin perder la dulzura y calidez. Sensibilidad que lleva a ponerse en el lugar del otro; a sobreponerse a los propios estados de ánimo para atender al que le necesita; a dirigir la enorme capacidad de donación y entrega a quienes están más desvalidos.

En definitiva, la sensibilidad femenina es entendida realmente como la capacidad de encauzar, utilizar y aprovechar la enorme riqueza y potencial contenidos en nuestra naturaleza femenina: dulzura, calidez, amor. Riqueza que de otro modo desaparecerá o se perderá en momentos en los que las sociedades necesitan de amor misericordioso.

Bien, amigos oyentes, nuestro espacio de reflexiones en familia concluye aquí, volveremos la próxima semana con otro tema.

Textos: Alma García
Locución: Alina Tufani Díaz







All the contents on this site are copyrighted ©.