2006-01-08 14:52:45

“El Bautismo nos introduce en la familia de Dios, y con este sacramento decimos sí a Cristo, Dios vivo, y no a la anticultura de la muerte”


Domingo, 8 ene (RV).- En la Capilla Sixtina, en este día en que se celebra el Bautismo del Señor, Benedicto XVI ha bautizado a diez niños prosiguiendo así la tradición instaurada por su amado predecesor Juan Pablo II. Ha sido una celebración caracterizada por un diálogo familiar, intenso y cordial del Papa con los padres y los padrinos de las cinco niñas y cinco niños que han recibido el sacramento del Bautismo.

“Queridas mamás y queridos papás, os doy la bienvenida a vosotros y a los padrinos y madrinas -ha iniciado el Papa su homilía improvisada- y acojo con alegría en nombre de la gran familia que es la Iglesia a estos amadísimos niños que habéis traído a la Capilla Sixtina para que reciban el Sacramento del Bautismo. El nacimiento de vuestros niños ha dado un significado particular a la celebración de la Navidad en vuestras familias. Ellos son un signo del amor de Dios y una llamada al valor y a la dignidad humana de toda persona”.

Tras hacer hincapié en que el Bautismo inserta a los niños en la comunión con Cristo, siendo sacramento que dona la vida, el Santo Padre ha puesto de relieve que como todo don, el Bautismo implica decir ‘sí’ y decir ‘no’. No a las tentaciones, al pecado, al diablo... Evocando las renuncias que se formulaban en la antigüedad, cuando se decía ‘no a la anticultura de la muerte’, a las diversiones crueles, “perversión de la alegría”, en las que se abusaba del cuerpo como de una mercancía, un comercio... Benedicto XVI ha puesto en guardia contra la cultura de la muerte que domina también nuestro tiempo, a la que es necesario que digamos “¡no!”.

“Podemos decir que también en nuestro tiempo es necesario un no a la cultura de la muerte que domina ampliamente –ha exclamado el Obispo de Roma- Una anticultura que se muestra, por ejemplo, en la fuga de la realidad... en la droga, en lo ilusorio, en la felicidad falsa. Que se muestra en la mentira, en el fraude, en la injusticia. En el desprecio del prójimo, de la solidaridad, de la responsabilidad para con los pobres, los que sufren. Que se muestra en una sexualidad que se vuelve mera diversión, sin responsabilidad. Una cosificación del hombre, al que ya no se considera como persona –en un amor personal con fidelidad- sino que se vuelve mercancía, una cosa...”.

En una constante exhortación a decir ‘no’ a la anticultura de muerte’ y decir un sí cristiano para cultivar la cultura de la vida, el Papa ha reiterado que así como el diálogo bautismal está articulado en tres renuncias, también el ‘sí’ es triple. “Sí al Dios vivo. Es decir, a un Dios Creador, sí a una razón creadora que da sentido al cosmos y sí a nuestra vida”.

“Sí a Cristo. Es decir a un Dios que no se ha quedado escondido, sino que tiene un nombre, que tiene palabras, que tiene cuerpo y sangre”. Sí a este Dios concreto que nos da la vida y nos muestra el camino de la vida. Y, Sí a la comunión de la Iglesia, en la cual Cristo es Dios vivo y entra en nuestro tiempo, en nuestra profesión y en nuestra vida de cada día.

El Pontífice ha proseguido su homilía señalando que “el Bautismo es don de vida y es el desafío de vivir la vida, de cumplir el no al ataque de la muerte que se presenta con la máscara de la vida. Y es sí al gran don de la vida verdadera, presente por entero en el Rostro de Cristo que se dona a nosotros en el Bautismo y luego en la Eucaristía”.

El Santo Padre ha destacado asimismo que “el Rostro de Dios se manifiesta en los diez Mandamientos, que no son un conjunto de prohibiciones, sino que son una visión positiva de la vida. Son un sí a un Dios que da sentido, como en los primeros Mandamientos. Sí a la familia, como en el cuarto Mandamiento. Sí a la vida, quinto Mandamiento. Sí al amor responsable, sexto Mandamiento. Sí a la solidaridad y a la responsabilidad social y a la justicia, séptimo Mandamiento. Sí a la verdad. Ésta es la filosofía de la vida y la cultura de la vida que se vuelve concreta y practicable en la comunión con Cristo”.

Tras explicar el significado de los gestos y símbolos -la Cruz, escudo que protege e indica el camino y que resume la vida y resurrección de Jesús- el agua, símbolo de la vida -el óleo de salvación- el traje blanco, cultura de la vida y la llama del cirio, verdad que ilumina, Benedicto XVI ha invitado a dar gracias al Señor “porque Dios no se esconde y está con nosotros”.

“Rindamos gracias al Señor porque Dios no se esconde detrás de las nubes del misterio impenetrable. Sino, como ha dicho el Evangelio de hoy, ha abierto los cielos –ha recalcado el Papa- Se ha mostrado y habla con nosotros. Vive con nosotros y nos guía en nuestra vida. Demos gracias al Señor por este don suyo y oremos por nuestros niños para que tengan verdaderamente la vida, la verdadera vida eterna. Amén”.

El Papa ha enfatizado que “con el Bautismo, el niño es insertado en una compañía de amigos que no lo abandonará nunca”, porque “esta compañía de amigos es la familia de Dios, que lleva en sí la promesa de la eternidad”: “Esta compañía digna de absoluta confianza no desaparecerá nunca. Nadie sabe qué pasará en nuestro planeta, en nuestra Europa, en los próximos 50, 60, 70 años. Pero de una cosa estamos seguros: la familia de Dios estará siempre presente y el que pertenece a esta familia nunca estará solo, sino que cuenta siempre con la amistad segura de Aquel que es la vida”.

Giorgo, Maria Luce, Emanuele, Vittoria, Martina, Caterina, Máximo, Gioele, Marika y Lorenzo son los nombres de los diez pequeños bautizados por Obispo de Roma, dos de ellos llevarán como segundo nombre Benedetto y Benedetta en honor al Papa, y uno de ellos Karol, en recuerdo a Juan Pablo II.

Esta tradición de los primeros bautizados la instauró Juan Pablo II, cuando el 14 de abril de 1979 administró, durante la vigilia pascual en la basílica de San Pedro, once bautismos. En 1980, 81 y 82, Papa Wojytila continuó con estos bautismos tanto en la basílica como en la Capilla Paulina. Fue en 1983 cuando se iniciaron a realizar los bautismos en la Capilla Sixtina.

Juan Pablo II continuó bautizando también más allá de esta tradición, utilizando su capilla privada, el aula de las Bendiciones y la basílica, ésta última tradicionalmente usada durante la vigilia pascual. Pero también fuera de los muros de la ciudad del Vaticano el Papa polaco realizó bautismos, como los que administró en Ghana en 1980; en Japón un año después; en Gran Bretaña y Nigeria en el 82; en Corea en el 84; en Lituania en el 93; en Francia en el 97. Normalmente con la ceremonia de inicio del año venían bautizados recién nacidos, mientras que en la vigilia pascual, eran a menudo adultos. En total, Juan Pablo II bautizó durante su pontificado a 1.370 personas.








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