“María, Madre de Dios y madre de la paz”, carta pastoral del arzobispo de Zaragoza
Martes, 2 ene (RV).- El pasado 1 de enero celebramos el Domingo de la Octava de Navidad,
conmemoramos en la Iglesia el misterio de la maternidad divina de María y la Jornada
mundial de la paz. Con motivo de esta celebración el arzobispo de Zaragoza ha escrito
una carta pastoral con motivo de esta Solemnidad, titulada, María, Madre de Dios y
madre de la paz.
“María, escribe monseñor Manuel Ureña Pastor, la única mujer
preparada para recibir al Verbo divino, hizo a éste partícipe de su humanidad el día
mismo de la Anunciación. Por eso, como definió el Concilio de Éfeso en el año 431,
María, al ser la madre del Verbo, es la Madre de Dios. La Virgen no concibió en su
seno inmaculado a un hombre (Jesús) que sólo después, con el bautismo en el río Jordán,
llegaría a ser Dios por designio del Padre. Así lo pretendía erróneamente Nestorio,
condenado justamente por los padres de Éfeso”.
“De ahí, explica el Arzobispo
de Zaragoza, que el Concilio, para salir al paso de la herejía nestoriana, definiera
como verdad dogmática que María no es simplemente “christotókos” (madre de Cristo
hombre), sino que es también “theotókos” (madre de Dios), pues quien fue alumbrado
en sus entrañas santas el día de la Encarnación era ya Dios. La Iglesia ha unido a
la solemnidad de la Madre de Dios la celebración de la Jornada Mundial de la Paz.
¡Qué bella unión!, exclama, Mons. Ureña”.
“María, la madre de Dios, es madre
y reina de la paz, pues Cristo, su Hijo, verdadero Dios y verdadero hombre, es nuestra
paz. Él nos reconcilió con el Padre. Y esta reconciliación determinó la ruptura del
muro que separaba a cada hombre de sí mismo y a los hombres entre sí. De este modo,
sólo la Verdad en mayúscula, que es Dios, y el reflejo de la verdad de Dios, que es
la ley moral universal inscrita en el corazón del hombre, de todo hombre, puede traer
al mundo la paz. Ésta, subraya el arzobispo de Zaragoza, pasa siempre por la verdad
de Dios y por la verdad del hombre. Así nos lo dice hoy el Papa Benedicto en su Mensaje
para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz. La verdad engendra la justicia.
Y ambas, coronadas por el amor, uno de cuyos elementos es el perdón, causan la paz”.
“Por eso, advierte monseñor Ureña Pastor, allí en donde se obstaculizan y
se impiden el desarrollo integral de la persona y la tutela de sus derechos fundamentales,
allí en donde los hombres se ven sometidos a sufrir injusticias y desigualdades intolerables,
se viola la verdad y no puede reinar la paz. Esto supuesto, la causa más honda de
la ausencia de la paz en el mundo es la violación de la verdad. Y la verdad se viola
por causa de la mentira, la cual es obra del demonio y del pecado”.
“La mentira,
afirma el Prelado de la sede Metropolitana de Aragón, es la negación de la verdad
de Dios y de la verdad del hombre, y se manifiesta de múltiples maneras. La encontramos,
por ejemplo, en la base de los sistemas ideológicos y políticos aberrantes que llevaron
en el siglo pasado a la explotación y al exterminio de un número impresionante de
hombres y de mujeres, e incluso de familias y de comunidades enteras. La mentira se
muestra también en la negación, más o menos explícita, de la pertenencia de todos
los hombres a una misma y única familia humana, y en la exaltación exasperada consiguiente
de las diferencias de los seres humanos”.
“La mentira asoma en la negación
de la verdad de la paz en las situaciones trágicas de la guerra, cuando se afirma
que todo es lícito entre los contendientes. Y el rostro negro de la mentira amanece
cuando hace acto de presencia el terrorismo, tanto el debido al nihilismo, que niega
toda verdad, como el debido al fundamentalismo, que intenta imponer por medio de la
violencia la propia convicción acerca de la verdad. Pidamos a María, Madre y reina
de la verdad que nos muestre a su Hijo, finaliza monseñor Ureña Pastor, para que
desde Él podamos construir la paz.