Audiencia General: “trabajar por el acercamiento de los hombres a Cristo, caminando
así en la línea del verdadero progreso”
Miércoles, 4 ene (RV).- Benedicto XVI ha celebrado su primera Audiencia General de
este año 2006 en el Aula Pablo VI del Vaticano llena de fieles y peregrinos provenientes
de todo el mundo. Al final de la misma, el Papa se ha trasladado a la Basílica de
san Pedro para bendecir a los fieles que no han podido entrar en el Aula Pablo VI.
El Santo Padre, en su catequesis, ha reflexionado sobre el himno cristológico contenido
en la Carta a los Colosenses, que “es el solemne portal de entrada de este rico escrito
paulino”. El himno, que tiene como centro a Cristo del cual se exalta la obra realizada
en la creación y en la historia de la redención, está enmarcado por una amplia fórmula
de acción de gracias. “Ésta nos ayuda a crear una atmósfera espiritual para vivir
bien estos primeros días de 2006, así como todo nuestro camino a lo largo del nuevo
año”, ha señalado el Obispo de Roma.
El canto consta de dos movimientos: en
el primero, viene presentado el primogénito de toda la creación, Cristo, “generado
antes de toda criatura”. “Él es la imagen del Dios invisible”. Cristo, por su altísima
dignidad, precede “todas las cosas”, no sólo a causa de su eternidad, sino por su
obra creadora y providencial.
Benedicto XVI improvisando unas palabras en
este punto de su catequesis ha añadido que “san Pablo con ésto nos indica una cosa
muy importante: que la historia tiene una meta, tiene una dirección, la historia va
hacia la humanidad unida en Cristo, va así hacia el hombre perfecto, va hacia el humanismo
perfecto, hacia la humanidad divinizada, y por lo tanto realmente humanizada”.
“O
con otras palabras san Pablo nos dice –ha proseguido explicado el Papa- que hay verdaderamente
progreso en la historia, que hay una evolución en la historia. El progreso es todo
lo que nos acerca a Cristo y nos acerca de esta manera a la humanidad unida al verdadero
humanismo. Detrás de estas indicaciones se esconde además un imperativo para nosotros:
trabajar por el progreso, cosa en la que creemos todos. Todos podemos trabajar por
el acercamiento de los hombres a Cristo, podemos hacerlo conformándonos personalmente
a Cristo y de esta manera caminar en la línea del verdadero progreso”.
Luego,
prosiguiendo su reflexión, el Santo Padre ha dicho que el segundo movimiento del himno
está dominado por la figura de Cristo, dentro de la historia de la salvación. Su obra
se revela ante todo por ser “cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia”: es este
el horizonte salvífico privilegiado en el cual se manifiestan, en plenitud, la liberación
y la redención, la comunión vital que transcurre entre la cabeza y los miembros del
cuerpo, es decir entre Cristo y los cristianos.
Y ésta es la “plenitud” de
vida y de gracia que está en el mismo Cristo y que se nos da y se nos comunica. Con
esta presencia vital, que nos hace partícipes de la divinidad, quedamos transformados
interiormente, reconciliados, pacificados: es ésta, una armonía de todo ser redimido
en el cual Dios es “todo en todos”.
San Proclo de Costantinopla, fallecido
en el año 446, en su primera homilía sobre al Madre de Dios propone -ha explicado
el Santo Padre- el misterio de la Redención como consecuencia de la Encarnación. “Quien
nos ha redimido -escribe el Santo-, no es un simple hombre: todo el género humano
estaba bajo el pecado; pero tampoco es un Dios privado de la naturaleza humana, porque
tenía un cuerpo. Porque, si no se hubiese revestido como yo, no me habría salvado.
Engendrado en el seno de la Virgen, Él se vistió de condenado. Allí ocurrió el tremendo
traspaso, dio el espíritu, tomó la carne”.
A continuación les ofrecemos el
resumen que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos
de nuestra lengua presentes en el Aula Pablo VI:
Queridos hermanos
y hermanas: En la primera Audiencia del nuevo año meditamos el himno cristológico
de la Carta a los Colosenses, que proclama el misterio de Cristo. En un primer momento
es presentado como el primogénito de toda criatura, “porque todo fue creado por él
y para él”, y como la imagen visible de Dios invisible. En un segundo momento
aparece la figura de Cristo, dentro de la historia de la salvación, como cabeza del
cuerpo: de la Iglesia; y por esta comunión de vida entre la cabeza y los miembros
del cuerpo, los hace partícipes de la divinidad y los transforma interiormente. Esta
obra de la salvación la ha realizado Dios precisamente porque se ha hecho hombre.
Como afirma San Proclo de Constantinopla: «El que nos ha redimido no es un simple
hombre... pero tampoco un Dios sin naturaleza humana... Puesto que, si no se hubiese
revestido de mí, no me habría salvado. Aparecido en el seno de la Virgen, Él se vistió
como condenado. Entonces tuvo lugar el tremendo intercambio, dio el espíritu y tomó
la carne». Saludo con afecto a los visitantes de lengua española, en particular
a la Comunidad Juvenil de Monterrey (México). Os invito a dar gracias a Dios porque
nos envió a su Hijo, el cual, al hacerse hombre, se convirtió en nuestro salvador
y nuestro hermano. ¡Feliz Año Nuevo!
Como siempre Benedicto XVI al final
de la Audiencia ha dirigido un saludo especial a los jóvenes, a los enfermos y a
los recién casados. “Jesús que contemplamos en el misterio de Navidad –ha dicho– sea
para todos guía segura en el nuevo año, que acaba de iniciar.