“Profesar la fe cristiana reclama el heroísmo de los mártires incluso allí donde no
hay persecución, vivir con coherencia el Evangelio comporta pagar un alto precio”
Lunes, 26 dic (RV).- El Papa Benedicto XVI recordó durante este día, en su alocución
antes del rezo del Ángelus en la plaza de san Pedro, la conmemoración del nacimiento
al Cielo del primer mártir, san Esteban. “Una unión particular enlaza estas dos fiestas”,
explicó el Pontífice señalando que ésta está bien sintetizado en la Liturgia Ambrosiana
a través de esta afirmación: “Ayer el Señor ha nacido sobre la tierra para que Esteban
naciese al cielo” (Al partir el pan). Como Jesús en la Cruz, se ha confiado completamente
al Padre y ha perdonado a sus asesinos, de esta manera Esteban, en el momento de su
muerte reza diciendo: “Señor Jesús, acoge mi espíritu”; y añade: “Señor, no les acuses
de este pecado”.
“Esteban es un auténtico discípulo de Jesús y un perfecto
imitador suyo –señaló Benedicto XVI- Con él inicia el innumerable número de mártires
que han sellado la propia fe con la ofrenda de su vida, proclamando su heroico testimonio
que Dios se ha hecho hombre para abrir al hombre el Reino de los Cielos. Que no quede
fuera de la atmósfera alegre de la Navidad, -prosiguió el Papa- la referencia al martirio
de San Esteban”.
De hecho en el pesebre de Belén, se prolonga ya la sombra
de la Cruz, se preanuncia la pobreza del establo en donde el Niño gime, la profecía
de Simeón sobre el signo de contradicción y sobre la espada destinada a atravesar
el alma de la Virgen, la persecución de Herodes que hará necesaria la huida a Egipto.
No debe extrañar pues, que un día este niño, ya adulto, pida a sus discípulos que
le sigan en el camino de la Cruz con total confianza y fidelidad. Atraídos por su
ejemplo y sostenidos por su amor, muchos cristianos, -recordó el Pontífice- ya desde
los orígenes de la Iglesia, dieron testimonio de su fe con su sangre.
Y es
que, como prosiguió el Obispo de Roma recordando, “a los primeros mártires siguieron
otros en el curso de los siglos hasta nuestros días. ¿Cómo no reconocer que también
en nuestro tiempo, en varias partes del mundo profesar la fe cristiana reclama el
heroísmo de los mártires? ¿Cómo no decir además que por todas partes, incluso allí
donde no hay persecución, vivir con coherencia el Evangelio comporta pagar un alto
precio?”. Contemplando el Divino Niño entre los brazos de María y siguiendo el ejemplo
de san Esteban, pidamos a Dios la gracia de vivir con coherencia nuestra fe dispuestos
siempre a responder a cualquiera que nos pregunte la razón de la esperanza que está
en nosotros.
Tras el rezo del Ángelus y el responso por los fieles difuntos,
Benedicto XVI ha saludado en varias lenguas. Este ha sido su saludo en español:
Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española aquí presentes y a cuantos participan en el rezo
del Ángelus a través de la radio y la televisión. Que el Misterio del Dios hecho hombre
en Belén, que iluminó la vida del primer mártir, San Esteban, cuya fiesta celebramos
hoy, alumbre nuestro camino para dar testimonio de amor y paz. ¡Felices fiestas!