2006-01-03 12:10:58

Audiencia General: El Papa recuerda a las víctimas del tsunami e invita a contemplar en el Niño Jesús la grandeza del amor de Dios por cada hombre


Miércoles, 28 dic (RV).- Con el anhelo de que la “luz de Cristo, que en la Noche de Navidad ha brillado sobre la humanidad, guíe a todos a un valiente testimonio cristiano”, en su última audiencia general de 2005, Benedicto XVI recordó a las numerosísimas víctimas que dejó, hace un año, el violento tsunami que asoló el sudeste asiático y dirigió un apremiante llamamiento para que se ayude de forma concreta a los pueblos damnificados por ésta y por otras tragedias naturales en otras partes del mundo.

“Me sumo al recuerdo que en estos días aúna a las queridas poblaciones asoladas hace un año por el tsunami, que causó innumerables víctimas humanas y cuantiosos daños ambientales –exhorto el Pontífice- oremos al Señor por ellos y por cuantos, también en otras regiones mundo, han sufrido calamidades naturales y esperan nuestra concreta y activa solidaridad”.

En su catequesis de este miércoles de la octava de Navidad, fiesta litúrgica de los Santos Inocentes, el Papa prosiguió su meditación sobre el Salmo 138, himno sapiencial cuya intensa belleza es un homenaje “al Señor del ser y de la historia”, a “Aquel que lo sabe todo”. “Oh Dios, tú me escrutas y conoces... Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno... Cuando me iba formando, tus ojos veían mi embrión, mis días estaban modelados, escritos todos en tu libro, sin faltar uno... Mira si mi camino se desvía y guíame por el camino eterno”.

Cuando estamos conmemorando el gran misterio del Hijo de Dios hecho hombre por nuestra salvación, Benedicto XVI profundizó en la segunda parte de este Salmo, que ofrece una meditación sobre la infinita misericordia divina, que derrama su ternura sobre el ser humano –‘prodigio de Dios’- a lo largo de toda su existencia terrenal.

“Vuelve a emerger así la grandeza trascendente del conocimiento divino, que no abraza sólo el pasado y el presente de la humanidad, sino también el arco todavía escondido del futuro”, destacó el Santo Padre, evocando en este contexto la reflexión de san Gregorio Magno, Pontífice y Padre de la Iglesia, que sobre las palabras “tus ojos veían mi embrión, mis días estaban modelados escritos todos en tu libro” (v. 16), presentó “una original y delicada meditación sobre cuantos, en la Comunidad cristiana, son más débiles en su camino espiritual”.

Así, “en virtud de sus buenos deseos, a los que, aún siendo imperfectos y pequeños, por lo que pueden comprender, aman a Dios y al prójimo y no descuidan el cumplimiento del bien que pueden hacer”, se les considera parte del edificio espiritual de la Iglesia”. Porque, “a pesar de ser inferiores en doctrina, profecía, gracia de milagros y completo desprecio del mundo, se apoyan sin embargo en el cimiento del temor y del amor, en el cual encuentran su solidez” (2,3,12-13, Obras de Gregorio Magno, III/2), Roma 1993).

A continuación les ofrecemos el resumen en español que pronunció Benedicto XVI de su catequesis, haciendo hincapié en éste mensaje de esperanza dirigido a los que aún son débiles en la vida espiritual y exhortando a contemplar -en el Niño Dios recién nacido- la grandeza del amor divino: RealAudioMP3
Queridos hermanos y hermanas:
En sintonía con el clima navideño de estos días y la fiesta de hoy, los Santos Inocentes, el Salmo que se ha proclamado se refiere a la obra maestra de la Creación, el ser humano. Dios le presta una particular atención ya desde su primer momento de vida, cuando le “tejía en el seno materno”, como dice el salmista. Ya entonces, Dios se fija en él con amor para completar su designio en esta obra prodigiosa que es el hombre. De cada uno conoce todo, su pasado y su futuro, sin descuidar nada ni a nadie. Por eso, como decía san Gregorio Magno, por pequeños e informes que sean, no se apartan del amor a Dios y al prójimo según sus posibilidades, contribuyendo a su modo a la edificación de la Iglesia. Este es, pues, un mensaje de esperanza, que se dirige también a los que aún son débiles en la vida espiritual.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta audiencia. En estos días natalicios, invito a todos a contemplar en el Niño Jesús la grandeza del amor de Dios por todos nosotros.
Muchas gracias y, de nuevo, Feliz Navidad.

Antes del rezo final, Benedicto XVI saludó a los numerosos fieles presentes, entre los que se encontraban un grupo de la comunidad de los Legionarios de Cristo y de voluntarios de Don Bosco. Como siempre, el Santo Padre saludó también a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados y, en distintas lenguas, a los más de veinte mil peregrinos que han participado en esta audiencia general en la Plaza de San Pedro. Audiencia que hace la número 32 de su Pontificado.








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