2005-12-10 16:18:56

Ante los desafíos de la actualidad, el Santo Padre exhorta a las personas de vida consagrada a no temer el testimonio visible de pertenencia a Cristo


Sábado 10 dic (RV).- En un encuentro marcado por la dicha del clima espiritual del Adviento, mientras nos preparamos para la Santa Navidad, Benedicto XVI ha dirigido esta mañana unas palabras de agradecimiento y de aliento a los religiosos y religiosas, a los miembros de los Institutos seculares y de nuevas formas de vida consagrada que desarrollan su apostolado en Roma, la diócesis del Papa.

Tras dirigir un saludo particular a cuantos viven en los monasterios de vida contemplativa y a las personas de vida consagrada precedentes de África, América Latina y Asia, que estudian en Roma o que transcurren aquí una parte de su existencia, participando activamente en la misión de la Iglesia romana, el Pontífice ha destacado que constituyen un «peculiar testimonio de la unidad y de la universalidad del Pueblo de Dios».

Ante los desafíos que se presentan en el momento actual para testimoniar y amar a Dios con toda el alma, Benedicto XVI - cuya alocución ha sido interrumpida varias veces por los aplausos - ha exhortado a las personas de vida consagrada a «no tener miedo de presentarse, también visiblemente», como lo que son, «manifestando siempre su pertenencia a Cristo, pues la Iglesia los necesita: «Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia necesita vuestro testimonio, necesita una vida consagrada que afronte con valentía y creatividad los desafíos del tiempo presente. Ante la avanzada del hedonismo, se os pide el valiente testimonio de la castidad, como expresión de un corazón que conoce la belleza y el precio del amor de Dios. Ante la sed de dinero, hoy ampliamente dominante, vuestra vida sobria y entregada al servicio de los más necesitados recuerda que Dios es la riqueza verdadera que no perece».

Y entre los desafíos, el Papa se ha referido también al individualismo y al relativismo, anhelando que se difunda cada vez más el testimonio de las bienaventuranzas, para sostener la vida del pueblo cristiano: «Ante el individualismo y el relativismo, que inducen a las personas a ser única norma para sí mismos, vuestra vida fraterna, capaz de dejarse coordinar y, por ende, capaz de obediencia, confirma que vosotros depositáis vuestra realización en Dios. ¿Cómo no anhelar que la cultura de los consejos evangélicos, que es la cultura de las bienaventuranzas, pueda crecer en la Iglesia para sostener vuestra vida y el testimonio del pueblo cristiano?».

Tras hacer hincapié en la importancia de las fidelidades cotidianas a la oración y a la escucha de la Palabra de Dios; al servicio de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo, según el propio carisma; al magisterio de la Iglesia, como el decreto del Concilio Vaticano II, Perfectae caritatis; a los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía, que nos sostienen en las situaciones difíciles, Benedicto XVI ha finalizado su discurso con un agradecimiento especial: «Gracias, queridos hermanos y hermanas, por el servicio que brindáis al Evangelio, por vuestro amor a los pobres y a los que sufren, por vuestro esfuerzo en el campo de la educación y de la cultura, por la incesante oración que se eleva desde los monasterios, por la multiforme actividad que desempeñáis. Que la Virgen Santa, modelo de vida consagrada, os acompañe y sostenga para que podáis ser todos ‘signo profético’ del reino de los cielos».







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