El Papa concede la Indulgencia plenaria el día de la Inmaculada Concepción
Martes, 29 nov (RV).- Benedicto XVI ha concedido a los fieles la Indulgencia plenaria
para el próximo 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Beata
Virgen María, en el 40º aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II. Efectivamente,
el 8 de diciembre de 1965, el siervo de Dios Pablo VI, Sumo Pontífice, que había ya
proclamado a la Virgen María Madre de la Iglesia, clausurando el Concilio Ecuménico,
dedicaba grandes alabanzas a Nuestra Señora, que siendo la Madre de Cristo es Madre
de Dios y Madre Espiritual de todos nosotros.
De ahí que para esta próxima
solemnidad, el Papa Benedicto XVI -cuando rinda homenaje público a la Virgen Inmaculada,
en la tradicional visita a la plaza de España de Roma- desee vivamente que toda la
Iglesia se una a él con el corazón, de modo que todos los files, unidos en nombre
de la Madre común, se encuentren todavía más reforzados en la fe, se adhieran con
mayor dedicación a Cristo y amen a los hermanos con mayor ferviente caridad. De ahí
proviene, como ha enseñado con gran sapiencia el Concilio Vaticano II, las obras de
la misericordia hacia los indigentes, la observancia de la justicia, la tutela y la
búsqueda de la paz.
Por este amor y confianza a la Virgen Madre de Dios el
Papa ha concedido la Indulgencia plenaria, la cual se puede obtener a través de las
condiciones ordenadas por la tradición: la Confesión sacramental; la Comunión eucarística;
y la oración según la intención del mismo Sumo Pontífice. De este modo, con el alma
totalmente libre de cualquier pecado, los fieles podrán participar en el sagrado rito
en honor a la Inmaculada Concepción, ofreciendo un testimonio de devoción mariana
a una imagen de la Virgen Inmaculada expuesta para ser venerada públicamente, añadiendo
la oración del Padre Nuestro y del Credo junto a cualquier invocación a la Inmaculada.
Asimismo, también los fieles enfermos podrán obtener en su casa o allá donde
se encuentren la Indulgencia plenaria, siempre y cuando, su alma se encuentre apartada
de cualquier tipo de pecado y, mantengan el propósito de cumplir las condiciones antes
señaladas, apenas les sea físicamente posible, uniéndose en el espíritu y en el deseo
a la intención del Pontífice en oración a la Virgen Inmaculada.