Ángelus: “El Adviento es el tiempo en el que es necesario que los cristianos, con
la ayuda de Dios, despierten en su corazón la esperanza de poder renovar el mundo”
Lunes, 28 nov (RV).- Un domingo más, Benedicto XVI desde la ventana de su estudio
privado del Palacio apostólico dirigió la oración mariana del Ángelus para los miles
de peregrinos presentes en la plaza de san Pedro. El Pontífice centró su alocución
previa a la plegaria mariana en el tiempo de Adviento que comenzó ayer, “un tiempo
de gran sugestión religiosa, porque está empapado de esperanza y de espera espiritual:
cada vez que la Comunidad cristiana se prepara para conmemorar el nacimiento del Redentor,
advierte en sí misma un frémito de alegría, que se comunica en cierta manera a toda
la sociedad”.
En Adviento el pueblo cristiano revive un doble movimiento del
espíritu: por una parte, alza la mirada hacia la meta final de su peregrinación en
la historia, que es el retorno glorioso del Señor Jesús; por otra, recordando con
emoción el nacimiento en Belén, se inclina ante el nacimiento. La esperanza de los
cristianos se dirige al futuro, pero queda siempre muy enraizada en un acontecimiento
del pasado. En la plenitud de los tiempos el Hijo de Dios ha nacido de la Virgen María:
“Nacido de mujer, nacido bajo la ley”, como escribe el apóstol Pablo.
“El Evangelio
nos invita hoy, prosiguió diciendo el Papa, a permanecer vigilantes a la espera de
la última venida de Cristo. “¡Vigilad!”, dice Jesús, “ya que no sabéis cuando volverá
el patrón de casa”. La breve parábola del patrón que ha partido para un viaje y de
los siervos encargados de sustituirle pone en evidencia cuán importante es estar prontos
para acoger al Señor cuando, de manera inesperada, llegue. La comunidad cristiana
espera con ansia su “manifestación”, y el apóstol Pablo, escribiendo a los Corintios,
les exhorta a confiar en fidelidad a Dios y a vivir de manera que les encuentre “irreprensibles”
en el día del Señor. Por eso oportunamente, al comienzo del Adviento la liturgia nos
pone en los labios la invocación del Salmo: “Muéstranos, Señor, tu misericordia, y
danos tu salvación”.
“Podemos decir que el Adviento es el tiempo en el que
es menester que los cristianos despierten en su corazón la esperanza de poder, con
la ayuda de Dios, renovar el mundo. A este propósito quiero recordar también hoy la
Constitución del Concilio Vaticano II Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo
contemporáneo: es un texto profundamente empapado de esperanza cristiana. Me refiero
en particular al n. 39, titulado “Tierra nueva y cielo nuevo”. Allí se lee: “Sabemos
por la revelación que Dios prepara una nueva estancia y una tierra nueva, en la que
habita la justicia, Sin embargo, la esperanza de una tierra nueva no debe debilitar,
más bien estimular la solicitud en el trabajo relativo a la tierra presente”. Los
buenos frutos de nuestra laboriosidad los volveremos a encontrar, en efecto, cuando
el Cristo entregará al Padre su reino eterno y universal. María Santísima, Virgen
del Adviento, nos obtenga vivir este tiempo de gracia, vigilantes y operantes, a la
espera del Señor.
Tras el rezo del Ángelus y del responso por los fieles difuntos
el Papa saludó en varias lenguas. Este fue el saludo de Benedicto XVI en español:
Al iniciar
el Adviento, quiero saludar cordialmente a los peregrinos de lengua española aquí
presentes y a cuantos siguen el rezo del Ángelus a través de la radio y la televisión.
Que este tiempo litúrgico avive en vuestros corazones el deseo de salir al encuentro
de Cristo, luz del mundo, y mantenga viva la llama de vuestra fe. Que María, Madre
de la Esperanza, guíe siempre vuestros pasos. ¡Feliz domingo!