2005-11-28 11:59:29

El Santo Padre inaugura el comienzo del Año Litúrgico: “Adviento es tiempo de espera y esperanza”


Lunes, 28 nov (RV).- Con la aclamación del “Ven Señor Jesús”, “Maranà tha”, el Santo Padre inauguró el sábado por la tarde el Tiempo de Adviento que da lugar al comienzo del Año Litúrgico. La liturgia de las Vísperas, liturgia de alabanza al atardecer, tuvo lugar en la Basílica de San Pedro donde miles de fieles, vigilantes y en oración, se dieron cita para rezar con el Papa.

A las cinco de la tarde, cuando comenzaba el anochecer en la ciudad de Roma, y bajo un cielo generoso en lluvia y granizo, miles de fieles acudieron a celebrar el comienzo del Adviento, tiempo de espera y esperanza, para prepararnos a la venida de Jesús en Navidad. El Santo Padre comenzó la ceremonia con estas palabras: “Hermanos y hermanas, con la mirada puesta en el Señor, que viene como Salvador, damos comienzo a un nuevo año litúrgico, renovada presencia y celebración de los misterios de nuestra salvación, mientras la Iglesia peregrina hacia el Reino.

Adviento es tiempo de espera y esperanza. Es celebración de la espera mesiánica que tuvo su cumplimiento en la Navidad. Es tiempo que renueva la esperanza de la Iglesia hasta la definitiva llegada del Señor en la gloria al final de los tiempos.

Con el grito del Espíritu y de la Esposa aclamamos al que era, al que es y al que será: Maranà tha, Ven Señor Jesús”. Con el tiempo de Adviento, la Iglesia, siempre en camino, inicia el ciclo anual que celebra todo el misterio de Cristo desde la Encarnación a Pentecostés, incluido nuestro tiempo, el tiempo de la espera hasta la venida definitiva de Cristo como Señor del Universo. Desde la Primera venida del Hijo de Dios entre los hombres, el Espíritu guía nuestro peregrinar en la espera de la Segunda venida, al final de los tiempos.

Y así, con la Primeras Vísperas del Primer Domingo de Adviento, el Santo Padre, acompañado por unas cinco mil personas en el interior de la Basílica de San Pedro, inauguró el Año Litúrgico. Después del canto de los Salmos y del cántico de la Carta a los Filipenses, guiados por la Scola de la Capilla Sixtina, el Papa Benedicto XVI tuvo una homilía sobre la breve Lectura bíblica que incluye el rezo del Oficio Divino.

“Los augurios expresados por el Apóstol Pablo contienen una verdad fundamental, que él trata de inculcar en los fieles de la comunidad por él fundada, y que podemos resumir así: Dios nos llama a la comunión con Él mismo y se compromete a que lleguemos preparados a este encuentro final y decisivo. El futuro, por así decirlo, está contenido en el presente, o mejor en la presencia de Dios mismo, de su amor que no nos deja solos, que no nos abandona ni siquiera un instante, como un padre o una madre no dejan de seguir el proceso de crecimiento de sus propios hijos”.

Este amor indefectible de Dios por sus hijos nos pone a nosotros ante la posibilidad de una respuesta, por nuestra parte, que implique todo nuestro ser, que el apóstol resumen en los términos de “espíritu, alma y cuerpo” aludiendo así a toda la persona, en su dimensión somática, psíquica y espiritual.

Y el Santo Padre concluyó su homilía invocando a Maria, en cuyo seno se formo el hombre perfecto, Jesús, quien nos llevará a nuestra propia plenitud desde la conversión del corazón: “Que María Santísima, Virgen fiel, nos guíe para hacer de este tiempo de Adviento y de todo el nuevo año litúrgico un camino de auténtica santificación, para gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu”.







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