El Papa inaugura el año académico de la Universidad Católica, que debe distinguirse
por “la cualidad de la investigación y la enseñanza, y la fidelidad al Evangelio y
al Magisterio de la Iglesia”
Viernes, 25 nov (RV).- Benedicto XVI inaugurando el año académico de la Universidad
Católica, en el Gemelli de Roma ha subrayado que el gran desafío “es el de dar vida
a una auténtica Universidad Católica que se distinga por la cualidad de la investigación
y de la enseñanza y al mismo tiempo por la fidelidad al Evangelio y el Magisterio
de la Iglesia”.
Benedicto XVI ha visitado esta mañana el Policlínico Gemelli
de Roma donde ha presidido la apertura del año académico de la universidad católica
del Sagrado Corazón. A su llegada el Papa ha sido recibido por los cardenales Camillo
Ruini y Dionigi Tettamanzi y acogido calurosamente por el rector Lorenzo Ornaghi y
miles de estudiantes y profesores. El Santo Padre en su discurso ha dicho “que quería
que toda la gran familia de la Universidad Católica se sintiera unida, bajo los ojos
de Cristo al inicio de un nuevo tramo del camino en el compromiso científico y formativo.
“Están
espiritualmente con nosotros, el padre Gemelli y tantos otros hombres y mujeres que
con su dedicación y entrega iluminada han hecho la historia de este ateneo”. “Sentimos
cercanos también a los papas, comenzando por Benedicto XV hasta terminar con Juan
Pablo II, que han tenido siempre una especial relación con esta Universidad” ha dicho
el Pontífice.
“Encontrándonos juntos aquí, ilustres y estimados amigos, no
podemos olvidar tampoco los momentos cargados de trepidación y de conmoción que vivimos
durante las últimas hospitalizaciones de Juan Pablo II. En aquellos días, hacia el
Gemelli se dirigía el pensamiento de los católicos y no sólo de los católicos de todo
el mundo. Desde las habitaciones de este Hospital el Papa “ha impartido a todos una
enseñanza incomparable sobre el sentido cristiano de la vida y del sufrimiento, testimoniando
en primera persona la verdad del mensaje cristiano”.
“La universidad católica
del Sagrado Corazón, -ha recordado asimismo el Papa- en sus cinco sedes y 14 facultades
cuenta con cerca de 40 mil estudiantes inscritos. A este propósito es espontáneo pensar
cuánta responsabilidad y cuántos miles y miles de jóvenes pasan por las aulas de la
Católica. ¿Cómo salen?, se ha preguntado Benedicto XVI, ¿Qué tipo de cultura han encontrado,
asimilado y elaborado? He aquí el gran desafío que concierne en primer lugar a los
responsables de este Ateneo, al cuerpo docente y pero también a los mismos estudiantes”.
Y este gran desafío de los profesores y estudiantes del Sagrado Corazón “es el de
dar vida a una auténtica Universidad Católica que se distinga por la cualidad de la
investigación y de la enseñanza y al mismo tiempo por la fidelidad al Evangelio y
el Magisterio de la Iglesia”.
A este propósito Benedicto XVI ha añadido “que
es providencial que la Universidad católica del Sagrado Corazón esté estructuralmente
unida a la Santa Sede a través del Instituto Toniolo de Estudios Superiores, “cuyo
objetivo era y es el de alcanzar los fines institucionales del ateneo de los católicos
italianos. Este planteamiento originario, siempre confirmado por mis predecesores,
asegura de manera colegial un seguro fundamento de la universidad con la Cátedra de
Pedro y con el patrimonio de los valores dejados en herencia por sus fundadores”.
A este respecto Benedicto XVI ha dicho que es riquísimo el patrimonio de enseñanzas
dejado por Juan Pablo II que culmina en la constitución Apostólica Ex corde Ecclesiae,
de 1990.
El hecho de ser católica, no devalúa en nada la Universidad, sino
al contrario la valoriza al máximo. De hecho, si la misión fundamental de toda universidad
es la de la continua búsqueda de la verdad a través de la investigación, la conservación
y la comunicación del saber para el bien de la sociedad, una comunidad académica católica
se distingue por la inspiración cristiana de sus miembros y de la misma comunidad,
por la luz de fe que ilumina la reflexión y por la fidelidad al mensaje cristiano.
La
universidad católica es por lo tanto, ha dicho Benedicto XVI, un gran laboratorio
donde se abren nuevas vías de investigación en un contraste estimulante entre fe y
razón que tiende a recuperar la síntesis armónica conseguida por Tomás de Aquino y
otros grandes del pensamiento cristiano.