Ángelus: "La misión de la Iglesia es anunciar y testimoniar a Cristo, para que el
hombre, pueda realizar plenamente su vocación”
Domingo, 20 nov (RV).- En este último domingo del Año litúrgico se celebra la solemnidad
de Cristo, Rey del universo, por este motivo, Benedicto XVI, durante su alocución
previa al rezo mariano del Ángelus en la plaza de san Pedro, ha querido recordar la
misión que tiene la Iglesia en el anunciar siempre “la realeza de Cristo a todos los
hombres”. “Desde el anuncio de su nacimiento, -ha afirmado el Papa- el Hijo unigénito
del Padre, nacido de la Virgen María, ha sido definido ‘rey’, en el sentido mesiánico,
es decir, heredero del trono de David, según las promesas de los profetas, para un
reino que no tendrá fin”.
Sin embargo, “la realeza de Cristo -ha recordado
Benedicto XVI- permaneció del todo escondida hasta los treinta años”, transcurridos
en Nazaret con toda normalidad. Es a partir de ahí, cuando inicia su vida pública,
cuando Jesús inauguró el nuevo Reino “que no es de este mundo”, realizándolo al final
plenamente a través de su muerte y resurrección. Cuando apareciéndose resucitado a
los Apóstoles les dijo: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra”. Este
poder al que hace referencia deriva del amor, como ha expuesto el Papa, “del amor
que Dios ha manifestado en plenitud en el sacrificio de su Hijo”, ya que el Reino
de Cristo es don ofrecido a los hombres de todos los tiempos, para que todo aquel
que crea en el Verbo encarnado, “no muera, sino que tenga vida eterna”.
Asimismo
Benedicto XVI ha recordando el título del párrafo con el que concluye la primera parte
de la Constitución Pastoral “Gaudium et Spes” del Concilio Vaticano II, promulgada
hace 40 años. “Una página hermosa -ha dicho el Pontífice- que recoge algunas palabras
del siervo de Dios, el Papa Pablo VI, donde se lee: el Señor es el fin de la historia
humana, el punto central de los deseos de la historia y de la civilización, el centro
del género humano, la dicha de todos los corazones, la plenitud de sus aspiraciones”.
En
su Espíritu, vivificados y unidos, nosotros, peregrinos, vamos al encuentro de este
final perfecto de la historia humana, que se corresponde plenamente con el designio
de su amor. A la luz de la centralidad de Cristo, la “Gaudium et Seps”, ha proseguido
el Santo Padre, interpreta la condición del hombre contemporáneo, su vocación y dignidad,
así como los otros ámbitos de su vida: la familia, la cultura, la economía, la política,
y la comunidad internacional. “Es ésta la misión de la Iglesia ayer, hoy y siempre:
anunciar y testimoniar a Cristo, para que el hombre, todo hombre, pueda realizar plenamente
su vocación”, ha finalizado el Obispo de Roma.
Y tras la oración mariana, el
Santo Padre ha saludado en distintas lenguas. Empezando en español, el Papa ha recordado
a los trece mártires mexicanos que hace un siglo dieron su vida por defender la fe
y que hoy serán beatificados en la ciudad mexicana de Guadalajara: “Me es grato saludar
cordialmente a los peregrinos de lengua española presentes para la oración del Ángelus.
De modo particular, saludo hoy a mis Hermanos Obispos de México, a los sacerdotes,
religiosos, religiosas y fieles que, en la arquidiócesis de Guadalajara, participan
en la beatificación de los mártires Anacleto González Flores y siete compañeros, y
también de José Trinidad Rangel, Andrés Solá Molist, Leonardo Pérez, Darío Acosta
Zurita y José Sánchez del Río, que afrontaron el martirio por defender su fe cristiana.
En esta solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, al que invocaron en el momento
supremo de entregar su vida, ellos son para nosotros un ejemplo permanente y un estímulo
para dar un testimonio coherente de la propia fe en la sociedad actual. Con estos
sentimientos os imparto con gran afecto a vosotros y a todos los fieles mexicanos
la Bendición Apostólica”.
Y en italiano el Papa ha recordado que mañana, memoria
litúrgica de la Presentación de María al templo, se celebra la jornada “pro orantibus”
dedicada a las comunidades religiosas de vida contemplativa. “En nombre de toda la
Iglesia -ha dicho Benedicto XVI- expreso mi gratitud a cuantos consagran su vida a
la oración en la clausura, ofreciendo un elocuente testimonio del primado de Dios
y de su Reino”.
Y saludando a los peregrinos francófonos, el Santo Padre ha
recordado que este domingo está dedicado a las víctimas de la carretera. Ante la vastedad
de los muertos y heridos cada año, el Papa ha invitado “a todos los automovilistas
a una conducción prudente y responsable, con el fin de luchar eficazmente, con las
autoridades, contra este mal social, reduciendo así el número de víctimas”.