XX Conferencia sobre el Genoma Humano: el Santo Padre subraya “la dignidad del hombre
que no se identifica con los genes de su ADN y no disminuye por la diversidad o defectos
genéticos”
Sábado, 19 nov (RV).- La dignidad del hombre no se identifica con los genes de su
ADN y no disminuye por la presencia de diversidad físicas o defectos genéticos. Así
lo ha manifestado esta mañana el Papa a los participantes en la Conferencia Internacional
sobre el “genoma humano”.
Benedicto XVI ha recibido esta mañana en la Sala
Clementina del Vaticano a los participantes en la Conferencia promovida por el Pontificio
Consejo para la pastoral de la salud sobre el “genoma humano”. El Santo Padre en el
discurso que les ha dirigido, ve hoy nuevos espacios de “diálogo respetuoso con los
no creyentes” sobre el tema de la vida y sus “valores fundamentales sobre los que
se rige la convivencia humana” y de la que depende el “futuro de la humanidad”.
El
Papa desea que “cada nuevo descubrimiento científico sirva al bien integral de la
persona, en constante respeto a su dignidad”. El mundo actual – afirma – está marcado
por un proceso de secularización que por una parte reivindica “una justa autonomía
de la ciencia y de la organización social” y por otra, olvida “la unión de las realidades
temporales con su Creador, alcanzando también a olvidar la salvaguarda de la dignidad
trascendente del hombre y el respeto de su misma vida”: “Hoy a pesar de la secularización,
en la forma de secularismo radical, ya no satisface los espíritus más conscientes
y atentos. Esto quiere decir que se abren posibles espacios e incluso nuevos para
un diálogo provechoso con la sociedad y no solamente con los fieles, especialmente
sobre temas importantes como los concernientes a la vida. Esto es posible porque en
las poblaciones de larga tradición cristiana permanecen presentes semillas de humanismo
que todavía no han sido alcanzadas por la filosofía nihilista, semillas que tienden,
en realidad, a reforzarse cuando mas graves se convierten los desafíos”.
“El
creyente, por su parte – ha proseguido diciendo el Papa – sabe perfectamente que el
Evangelio tiene una sintonía intrínseca con los valores inscritos en la naturaleza
humana. La imagen de Dios está tan profundamente impresa en el alma del hombre que
difícilmente la voz de la conciencia se puede sofocar totalmente Y Jesús “nos recuerda
que hay siempre terreno bueno en el que la semilla germina, crece y da fruto”: “También
los hombres que no se reconocen ya como miembros de la Iglesia o, es más, que han
perdido la luz de la fe, de todas las maneras, permanecen atentos a los valores humanos
y a las aportaciones positivas que el Evangelio puede aportar al bien personal y social.
Es fácil darse cuenta sobre todo reflexionando sobre aquello que constituye el objeto
de vuestra Conferencia: los hombres de nuestro tiempo, más sensibles a los acontecimientos
terribles que han enlutado el siglo XX y el inicio de éste, están a la altura de comprender
bien como la dignidad del hombre no se identifica con los genes de su ADN y no disminuye
por una eventual presencia de diversidad o de defectos genéticos”.
“El principio
de “no discriminación” sobre la base de factores físicos o genéticos – ha dicho Benedicto
XVI – ha entrado profundamente en las conciencias y está formalmente enunciado en
la Carta sobre los derechos del hombre. Este principio tiene su fundamento más verdadero
en la dignidad intrínseca de cada hombre por el hecho de haber sido creado a imagen
y semejanza de Dios”.
“El análisis sereno de los datos científicos, por otra
parte, lleva a reconocer la presencia de esta dignidad en todas las fases de la vida
humana, empezando por el primer momento de la fecundación. La Iglesia anuncia y propone
esta verdad no solamente con la autoridad del Evangelio, también con la fuerza que
procede de la razón, y precisamente por esto siente el deber de hacer un llamamiento
a todo hombre de buena voluntad, con la certeza de que la acogida de esta verdad solamente
puede agradar a cada uno y a la sociedad. Por lo tanto hay que cuidarse de los riesgos
de una ciencia y de una tecnología que pretendan ser completamente autónomas respecto
a las normas morales inscritas en la naturaleza del ser humano”.
El Papa recuerda
que “los actuales descubrimientos científicos tocan la vida de las familias, comprometiéndolas
en opciones imprevistas y delicadas, que es menester afrontar con responsabilidad”.
Subraya el Santo Padre por lo tanto la necesidad de “una instrucción adecuada” y de
una “formación de las conciencias profunda y clara” en el campo de la genética para
que los creyentes puedan asumir “las propias responsabilidades en coherencia con la
propia fe”, sin dejarse engañar por “falsos valores o informaciones desviadas” que
prevalecen “en la orientación de la opinión pública”.