2005-11-12 16:16:31

El Papa recuerda al embajador de EE.UU la «connotación moral esencial» que conllevan las decisiones políticas y expresa su solidaridad con los afectados por los huracanes en el sur del país


Sábado, 12 nov (RV).- Con el respeto de la dignidad humana, la vida y la libertad de toda persona - impulsando la justicia y la paz en el mundo, en colaboración con las instancias internacionales - se deben afrontar los problemas acuciantes del hambre, la pobreza, las enfermedades, las guerras y el desorden social. En su bienvenida al nuevo embajador de Estados Unidos, el Papa recuerda la «connotación moral esencial» que conlleva toda decisión política.

Reiterando su profunda solidaridad para con todos los afectados por los huracanes y las tormentas en el sur de Estados Unidos, así como sus oraciones por todos los comprometidos en las importantes tareas de rescate y reconstrucción, Benedicto XVI ha dado su cordial bienvenida al nuevo embajador estadounidense, Francis Rooney.

Evocando el Mensaje para la Jornada de la Paz 2005, de su predecesor, Juan Pablo II – cuyo lema, recordamos, es ‘No te dejes vencer por el mal. Antes bien, vence al mal con el bien’ - Benedicto XVI ha puesto de relieve la importancia de la «connotación moral esencial» que conlleva toda decisión política.

«El desorden social, las guerras, la injusticia y la violencia en nuestro mundo se pueden contrarrestar sólo por medio de una renovada apreciación y respeto hacia el derecho moral universal, cuyos principios derivan del mismo Creador», ha señalado el Papa, haciendo hincapié en que «un reconocimiento del rico patrimonio de valores y principios encarnados en este derecho es esencial para la construcción de un mundo que reconozca y promueva la dignidad humana, la vida y la libertad de toda persona, creando las condiciones de justicia y de paz, en las cuales pueden florecer verdaderamente los individuos y las comunidades».

«Precisamente la promoción y defensa de estos valores, que deben gobernar las relaciones entre las naciones y los pueblos en la búsqueda del bien común de la familia humana, son las que inspiran la presencia y actividad de la Santa Sede en la comunidad internacional», ha enfatizado Benedicto XVI, recordando en este contexto las enseñanzas de la Constitución conciliar ‘Gaudium et Spes’ sobre la misión de la Iglesia en el mundo actual.

«Como afirma el Concilio Vaticano II, la misión religiosa universal de la Iglesia no la puede llevar a ser identificada con algún sistema político, económico o social, sin embargo al mismo tiempo, esta misión es un impulso en el compromiso, orientación y fortalecimiento que puede contribuir al establecimiento y consolidación de la comunidad humana según la ley de Dios» (cf. Gaudium et Spes, 42).

Agradeciendo el reconocimiento del nuevo embajador de Estados Unidos en lo que se refiere a la aportación de la Santa Sede en el logro de soluciones efectivas ante algunos de los problemas más acuciantes que tiene que afrontar la comunidad internacional - como «la escandalosa difusión del hambre, de las enfermedades graves y de la pobreza en amplias partes de nuestro mundo» - el Santo Padre ha insistido en que estas plagas no se pueden afrontar con pasos meramente económicos o técnicos.

Sino que requieren una «visión amplia, solidaridad concreta y decisiones valientes que abarcan complejas cuestiones éticas», ha subrayado el Papa, citando en este contexto «los efectos de la aplastante deuda que alimenta la espiral de la pobreza en muchas naciones en vías de desarrollo».

Recordando que el pueblo de Estados Unidos se ha distinguido siempre por su generosa ayuda a los necesitados en todos los continentes, Benedicto XVI ha expresado su anhelo de que en un mundo cada vez más globalizado, esta nación siga demostrando un «liderazgo basado en los inquebrantables valores de libertad, integridad y autodeterminación, cooperando con las distintas instancias internacionales que trabajan en la construcción del auténtico consenso y desarrollando un camino unificado de acción para afrontar los temas acuciantes que interesan al futuro de toda la familia humana».

Al finalizar su discurso, el Papa ha recordado el establecimiento - hace 21 años - de relaciones diplomáticas plenas entre la Santa Sede y Estados Unidos, gracias a los esfuerzos, del entonces presidente Reagan y de Juan Pablo II, con el anhelo de que el diálogo y la cooperación sigan creciendo cada vez más.







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