Día internacional para la prevención de la explotación del medio ambiente en la guerra
Lunes, 7 nov (RV).- “La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad
a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si
no se respeta fielmente el orden establecido por Dios. (...) Resulta, sin embargo,
sorprendente el contraste que con este orden maravilloso del universo ofrece el desorden
que reina entre los individuos y entre los pueblos. Parece como si las relaciones
que entre ellos existen no pudieran regirse más que por la fuerza”.
Con este
mensaje extraído de la Carta Encíclica de su santidad Juan XXIII sobre “la paz entre
todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad”,
recordamos hoy la necesidad de poner fin a la barbarie de la guerra, cuyas consecuencias
devastadoras arrastran consigo numerosas vidas humanas, destruyendo el medio ambiente,
lo que provoca, que quienes se han salvado de ella, vivan en condiciones deplorables,
sobre todo en los países del cono sur, los más pobres.
Y es que no podemos
ignorar que al mismo tiempo que la guerra provoca cuantiosos costes humanos y económicos,
sus consecuencias para el medio también son también profundas. Por este motivo la
Asamblea General de la ONU decidió establecer que cada 6 de noviembre se celebrara
en todo el mundo el Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio
Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados.
“En ocasiones los recursos
naturales son destruidos como táctica, pero con mayor frecuencia el medio ambiente
no es otra cosa que una víctima inocente atrapada entre el fuego cruzado”, así define
el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, cuáles son las consecuencias
de los conflictos armados en el mundo, en su mensaje para éste día. Y es que, como
suele suceder, los pobres sufren de manera desproporcionada ya que dependen en mayor
medida del medio ambiente no sólo para su alimentación, sino también para sus medicamentos,
medios de sustento y materiales para refugios y viviendas. Por este motivo, los daños
ambientales provocados por la guerra son un aspecto integrante de la reconstrucción
y la recuperación después de los conflictos. El secretario general de la ONU ha subrayado
el trabajo realizado en este sentido en tres zonas del mundo: en la ex Yugoslavia;
en Afganistán; y en Mesopotamia.
Después de la guerra en la ex Yugoslavia,
el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) limpió cuatro zonas
contaminadas con productos químicos en Serbia y Montenegro. Actualmente en Afganistán,
la ONU presta asistencia para establecer un Organismo de protección medioambiental
y ha realizado extensos estudios sobre las situaciones después de los conflictos con
el fin de ayudar a centrar la atención sobre la rehabilitación de los medios de sustento.
Y tras la destrucción casi completa en 2002 de las zonas pantanosas de Mesopotamia,
que se extienden por los territorios de Irán e Irak, y la expulsión de cientos de
miles de árabes de los pantanos, la ONU decidió cooperar con las comunidades locales
para anegar un 40 por ciento de las zonas pantanosas, mientras que ha permitido que
más de 80.000 habitantes regresaran a sus casas.
Y es que tenemos que ser conscientes
de que los conflictos armados se siguen produciendo, por lo que de forma inevitable
seguiremos dañando al medio ambiente, lo que provoca que poco a poco degrademos cada
vez más nuestro entorno, perjudicando –como en la mayor parte de los casos- a los
que menos tienen, porque ellos son principalmente los que necesitan la tierra, ya
que gracias a ella consiguen sobrevivir, el problema se presenta cuando esta tierra,
este bien concedido a través de la creación, viene masacrada por el propio hombre,
custodio de la misma. El hombre es quien echa productos químicos a las aguas, contaminándolas,
provocando la muerte de todo tipo de vida acuática. El hombre es quien ha creado las
armas, provocando la muerte de millones de personas al año en todo el mundo, el mismo
hombre que origina conflictos, guerras y devastación, el mismo hombre que siembra
los campos de minas y que una vez terminado el conflicto se olvida de donde las ha
“sembrado”. El hombre es, al fin y al cabo, el único responsable, porque por la despreocupación
de él, el medio ambiente se está modificando, de ahí la proliferación de catástrofes
naturales, cuyos efectos hemos comprobado estos meses. Y si el hombre es quien ha
creado todo esto, ¿por qué no es capaz de pararlo?