En el día de los difuntos, Benedicto XVI invita a todos a dirigir ''el pensamiento
hacia el misterio de la muerte, común herencia de todos los hombres'
Miércoles, 2 nov (RV).- Benedicto XVI reza por nuestros queridos difuntos, el día
en el que la Iglesia los recuerda solemnemente. El Papa invita a todos a dirigir ''el
pensamiento hacia el misterio de la muerte, común herencia de todos los hombres'.
Feliz el hombre que da y no toma la vida para sí mismo. Feliz quien vive en el amor
de Dios y del prójimo”.
Este miércoles, Benedicto XVI ha celebrado la audiencia
general en la plaza de san Pedro, y en la que han participado más de 30 mil personas.
El Santo Padre ha reflexionado sobre el salmo 111, “Elogio del justo”, que se reza
en las segundas vísperas del domingo de la cuarta semana. “Después de haber celebrado
ayer la solemne fiesta de todos los Santos del cielo, hoy celebramos la memoria de
todos los fieles difuntos. La liturgia nos invita a rezar por las personas queridas
que han faltado, dirigiendo el pensamiento al misterio de la muerte, herencia común
de todos los hombres”.
Con estas palabras Benedicto XVI ha introducido su
catequesis, para manifestar seguidamente que “iluminados por la fe miramos el enigma
humano de la muerte con serenidad y esperanza. Según la Escritura, la muerte más que
el final, es un nuevo nacimiento”. El Salmo 111, composición de cariz sapiencial,
nos presenta la figura de estos justos, que temen al Señor, reconocen la trascendencia
y se abrazan con confianza y amor a su voluntad a la espera de encontrarlo después
de la muerte. A estos fieles les está reservada una “beatitud”: “Dichoso el hombre
que teme al Señor”. Temor que el salmista precisa de inmediato: “se manifiesta en
la docilidad observando los mandamientos de Dios”. “Es proclamado beato “aquel que
encuentra gran dicha y paz cumpliendo los mandamientos”.
“La docilidad a Dios,
es por lo tanto, raíz de esperanza y de armonía interior y exterior”. La observancia
de la ley moral es manantial de profunda paz de conciencia. A esta visión optimista
se oponen las observaciones amargas del justo Job, que experimenta el misterio del
dolor, que se siente injustamente castigado y subyugado a pruebas aparentemente insensatas.
Es por lo tanto necesario, ha subrayado el Papa, leer este Salmo en el contexto global
de la Revelación, que abraza la realidad de la vida humana en todos sus aspectos.
Sin embargo, permanece válida la confianza que el salmista quiere transmitir y hacer
experimentar a quién ha elegido seguir el camino de una conducta moral irreprensible,
contra toda alternativa de éxito ilusorio obtenido a través de la injusticia y la
inmoralidad.
El centro, el corazón de esta fidelidad a la Palabra divina consiste
en una opción fundamental, es decir, la caridad hacia los pobres y necesitados. El
Justo, recogiendo la admonición constante de los profetas, se pone de la parte de
los marginados, y los sostiene con ayudas abundantes. El Salmo 111, junto al retrato
del hombre fiel y caritativo, ha dicho el Papa, presenta al final, en un solo versículo,
también el perfil del malvado. Un individuo que asiste al éxito de la persona justa
roído por la rabia y la envidia. Es el tormento de quién tiene una mala conciencia,
a diferencia del hombre generoso que tiene “íntegro” y “seguro su corazón”.
Esta
vez Benedicto XVI ha finalizado su catequesis en italiano aludiendo a los comentarios
de Clemente Alesandrino que decía que “comete una injusticia quien posee bienes propios
y nos los comparte con quien tiene necesidad de ellos”.
Este ha sido el resumen
que de su catequesis ha hecho el santo Padre en español para los peregrinos de nuestra
lengua presentes en la Plaza de san Pedro:
Queridos
hermanos y hermanas: Después de la fiesta de Todos los Santos, la liturgia
nos invita a rezar hoy por nuestros queridos difuntos. Iluminados por la fe, meditamos
con serenidad el misterio de la muerte, herencia común a todos los hombres y pasaje
obligado a través del cual renacen a la vida plena los que orientan su existencia
según las enseñanzas de la palabra de Dios.
Los justos,
con su conducta moralmente intachable, rechazando toda injusticia e inmoralidad, temen
al Señor, reconocen su trascendencia y se adhieren con confianza a su voluntad, en
la esperanza de encontrarlo después de la muerte. Esto exige una opción fundamental:
la caridad para con los pobres. El justo no posee los bienes para sí mismo, sino que
los comparte con los necesitados, expresando así una extrema y desinteresada generosidad
Saludo
con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular al Coro parroquial del
Puerto de Santa María, a los Académicos de Extremadura, a las Hijas de María de Panamá
y a los peregrinos de México. Recordad siempre que Dios ama a quien comparte con alegría
sus bienes con los necesitados.
Benedicto XVI saludando en polaco ha manifestado
que hoy recordamos en la oración a todos los fieles difuntos, entre ellos a Juan Pablo
II. En el aniversario de su ordenación sacerdotal, en su onomástico, damos gracias
a Dios por los frutos de la vida y del Ministerio de este Siervo de Dios. Precisamente
esta tarde Benedicto XVI, como ya anunció ayer, “uniéndose espiritualmente a cuantos
visitan estos días los cementerios para rezar a sus difuntos”, también él se recogerá
en oración en las Grutas Vaticanas ante las tumbas de los Papas, y tendrá un recuerdo
especial para “el amado Juan Pablo II”.
En italiano, el Santo Padre, ha saludado
de manera particular a la Asociación Nacional de Familias Numerosas. “Vuestra agradecida
presencia me ofrece la oportunidad de volver a recordar la centralidad de la familia,
célula fundamental de la sociedad y primer lugar de acogida y de servicio a la vida.
En el contexto actual de hoy, los núcleos familiares con tantos hijos constituyen
un testimonio de fe, de ánimo y de optimismo, porque sin hijos no hay futuro. Espero
que lleguen otras adecuadas intervenciones sociales y legislativas para la tutela
y sostenimiento de las familias más numerosas, que constituyen una riqueza y una esperanza
para todo el País.
Al final el Papa ha saludado a los jóvenes a los enfermos
y a los recién casados. La Solemnidad de Todos los Santos, que celebramos ayer, y
la conmemoración hoy de los Fieles Difuntos, nos ofrecen la oportunidad de reflexionar,
una vez más, sobre el auténtico significado de la existencia terrena y sobre el valor
para la eternidad. “Que estos días de reflexión y de oración sean para vosotros, queridos
jóvenes, una invitación a imitar el heroísmo de los Santos, que han gastado su vida
por Dios y por el prójimo. Que sea consuelo para vosotros, queridos enfermos, asociados
al misterio de al pasión de Cristo. Que se conviertan en ocasión propicia para vosotros,
queridos recién casados, para comprender cada vez mejor que estáis llamados a testimoniar
con vuestra recíproca fidelidad el amor con el que Dios circunda a cada hombre.