Audiencia general: “La cruz de Cristo nos ayuda a entender el significado del sufrimiento
y del dolor”. Palabras de aliento del Papa para niños enfermos de cáncer y víctimas
de catástrofes naturales
Miércoles, 26 oct (RV).- “La cruz de Cristo nos ayuda a entender el significo del
sufrimiento y del dolor”. Eran las palabras del Papa al final de la Audiencia General
saludando a los niños de la Fundación Ciudad de la Esperanza de Padua, que cura a
pequeños enfermos de cáncer. Este miércoles comentando el himno de la carta a los
Filipenses, el Papa ha señalado en su catequesis cómo “el proyecto de salvación se
realiza en Cristo, y los fieles son invitados a proclamarlo y a vivir los frutos de
la redención”. Además el Santo Padre ha tenido un pensamiento especial para las víctimas
de terremotos, huracanes y calamidades naturales. “Que no les falte nunca a estas
poblaciones el apoyo material y espiritual”.
Este miércoles, Benedicto XVI
en su catequesis de la Audiencia General ha reflexionado sobre el Himno, Cristo, Siervo
de Dios, de la Carta de San Pablo a los Filipenses, que se reza en las primeras vísperas
del Domingo de la Cuarta semana. En la audiencia presidida por el Santo Padre han
participado más de 50 mil peregrinos procedentes de todo el mundo.
“Una vez
más, siguiendo el camino propuesto por la Liturgia de las Vísperas con los varios
Salmos y Cánticos -ha manifestado el Papa- hemos escuchado resonar, de manera admirable
y esencial, este himno engarzado por san Pablo en la Carta a los Filipenses”, cuyo
texto comprende un doble movimiento: descendente y ascendente. En el primero, Cristo
Jesús, decide descender desde “el esplendor de la divinidad que le pertenece por naturaleza
hasta la humillación de la muerte de cruz”. De esta manera se manifiesta como verdadero
hombre y nuestro redentor, con una auténtica y plena participación en nuestra realidad
de dolor y de muerte.
El segundo movimiento, el de la ascensión, revela la
gloria pascual de Cristo que, después de la muerte, se manifiesta de nuevo en el esplendor
de su majestad divina. “El Padre, que había acogido el acto de obediencia del Hijo
en la Encarnación y en la Pasión, -ha recordado Benedicto XVI- ahora lo ‘exalta’ de
manera “sobre eminente”, como dice el texto griego. En el lenguaje bíblico el “nombre”
indica la verdadera esencia y la específica función de una persona, de la que manifiesta
la realidad íntima y profunda. Al hijo, que por amor se ha humillado en la muerte,
el Padre le confiere una dignidad incomparable, el “Nombre” más excelso, el de “Señor”,
nombre propio de Dios mismo.
“En efecto, la proclamación de fe, entonada de
forma coral desde el cielo, la tierra y los infiernos, postrados en adoración, es
clara y explícita: “Jesucristo es el Señor”, ha señalado Benedicto XVI. En este himno
la referencia al escándalo de la cruz, y la verdadera humanidad del Verbo hecho carne,
se entrelaza y culmina con el evento de la resurrección. A la obediencia del sacrificio
del Hijo, sigue la respuesta glorificante del Padre, a la que se une la adoración
por parte de la humanidad y de lo creado. La singularidad de Cristo emerge de su función
de Señor del mundo redimido, que le ha sido confiada por su obediencia perfecta “hasta
la muerte”.
El proyecto de salvación tiene en el Hijo su pleno cumplimiento
y los fieles son invitados, sobre todo en la liturgia, a proclamarlo y a vivir sus
frutos. Esta es la meta a la que nos conduce el himno cristológico que desde hace
siglos la Iglesia medita, canta y considera como guía de vida: “Tened entre vosotros
los mismos sentimientos de Cristo Jesús”. Benedicto XVI ha finalizado su catequesis
en italiano confiándose a la meditación que san Gregorio Nacianceno ha tejido sabiamente
sobre este himno.
Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el
Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la Plaza
de san Pedro:
Queridos
hermanos y hermanas: El himno que hemos escuchado, tomado de la carta a
los Filipenses, presenta a Cristo que pasa del esplendor de su naturaleza divina a
la humillación de la “muerte de cruz”. Así se manifiesta también como verdadero hombre
y redentor nuestro, participando de manera auténtica y plena de nuestra realidad de
dolor y muerte.
A la obediencia perfecta del Hijo
corresponde la acción glorificadora del Padre, que le confiere una dignidad incomparable,
el “Nombre” más excelso, el de “Señor”, que es propio de Dios mismo. Por una parte,
la humanidad y la creación entera le rinden homenaje por su señorío universal; por
otra, la aclamación de fe reconoce a Cristo su condición divina por lo cual es digno
de adoración. Así, pues, el proyecto de salvación se realiza en Cristo, y los fieles
son invitados, sobre todo en la liturgia, a proclamarlo y a vivir los frutos de la
redención.
Saludo cordialmente a los visitantes
de lengua española, en particular a los peregrinos de la diócesis de León y a los
de la Hospitalidad de Lourdes, de Toledo, así como a los grupos parroquiales y escolares
de España. Saludo también a los peregrinos de Chile, México, Venezuela y de otros
Países latinoamericanos. Con san Pablo os exhorto: “Tened entre vosotros los sentimientos
propios de una vida en Cristo Jesús” (Flp 2,5).Muchas gracias.
Como siempre
el Santo Padre, tras saludar en varias lenguas se ha dirigido a los jóvenes, a los
enfermos y a los recién casados. Un pensamiento dirijo de manera particular a los
enfermos, tan numerosos en este encuentro, particularmente al abundante grupo de niños
de la “Ciudad de la esperanza” de Padua. Una fundación creada para luchar contra los
tumores, en particular en la edad infantil. “Como hemos escuchado en la catequesis,
la cruz de Cristo nos hace comprender el verdadero significado del sufrimiento y del
dolor. Uníos espiritualmente a Jesús Crucificado y abandonaos con confianza en las
manos de María, invocándola incesantemente con el Rosario.
Está por concluir
el mes de octubre, mes dedicado al Santo Rosario. Os invito a rezar con devoción esta
oración querida por la tradición del pueblo cristiano. Recemos por tantas necesidades
de la Iglesia y del mundo, de manera especial por las poblaciones afectadas por el
terremoto y las calamidades físicas y ambientales. Que jamás les falte, a los que
se encuentran en dificultas, nuestra ayuda espiritual y material.