“Amor y entrega total a la voluntad de Dios”, características del nuevo santo Alberto
Hurtado Cruchaga
Domingo, 23 oct (RV).- “Hermanos y hermanas al final de la Asamblea Sinodal, concluimos
con esta celebración dominical el Año de la Eucaristía, con el deseo y el esfuerzo
común de que ésta sea siempre cumbre y fuente de la vida y misión de la Iglesia”.
Con estas palabras Benedicto XVI ha iniciado la solemne concelebración Eucarística
que ha presidido y en la que han concelebrado los Padres Sinodales ante más de cien
mil fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, entre los cuales se encontraban
más de diez mil chilenos.
“Hoy tengo la alegría de presidir, por vez primera,
el rito de canonización”, ha proclamado el Pontífice recordando a los cinco nuevos
Santos: José Bilczewski, Gaetano Catanoso, Segismundo Gorazdowski, Albero Hurtado
Cruchaga y Félix de Nicosia. Seguidamente ha tenido lugar el rito de beatificación:
“En honor de la Santísima Trinidad, para exaltación de la fe católica y crecimiento
de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los Santos
Apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, después de haber reflexionado largamente, invocada
muchas veces la ayuda divina y oído el parecer de numerosos hermanos en el episcopado,
declaramos y definimos Santos a los Beatos José Bilczewski, Caetano Catanoso, Segismundo
Gorazdowski, Albero Hurtado Cruchaga y Félix de Nicosia y los inscribimos en el Catálogo
de los Santos, y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre
los Santos. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
Y tras
la Liturgia de la Palabra, Benedicto XVI ha pronunciado la homilía en la que ha reflexionado
sobre los textos de las lecturas de hoy, dando gracias y poniendo de relieve los elementos
que han enriquecido la liturgia de este domingo, como son: la conclusión, al mismo
tiempo del Año de la Eucaristía y la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos,
dedicado a la Eucaristía; la proclamación de cinco nuevos santos; y la Jornada Mundial
de las Misiones. Después de saludar a los presentes, ha manifestado que hoy la liturgia
"nos ha invitado a contemplar la Eucaristía como fuente de santidad y alimento espiritual
para nuestra misión en el mundo", éste supremo “don y misterio” manifiesta y comunica
la plenitud del amor de Dios, ha señalado el Obispo de Roma.
“La Palabra del
Señor, que ha resonado hace unos instantes en el Evangelio -ha dicho el Papa- nos
ha recordado que en el amor se resume toda la ley divina. El doble mandamiento del
amor de Dios y del prójimo encierra los dos aspectos de un único dinamismo del corazón
y de la vida -ha proseguido el Pontífice, añadiendo que- en la Eucaristía nosotros
contemplamos el Sacramento de esta síntesis viviente de la ley, desde cuya perspectiva
hoy la Iglesia da a conocer a todos sus miembros cinco nuevos Santos que, alimentados
por Cristo Pan vivo, se convirtieron al amor y en él han basado toda su existencia”.
Del obispo, san José Bilczewski, Benedicto XVI ha dicho que fue un hombre
de oración que pasaba bastante tiempo dedicado a la adoración Eucarística. Asimismo
san Segismundo Gorazdowski, presbítero, fundador de las Religiosas de San José, se
hizo famoso por su devoción basada en la celebración y en la adoración Eucarística.
Estos dos santos nacieron en Polonia, pero desarrollaron su ministerio pastoral en
Ucrania. Del nuevo Santo Jesuita, el chileno San Alberto Hurtado Cruchaga, Benedicto
XVI ha manifestado: “Amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón... y a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,37.39).
Éste sería el programa de vida de San Alberto Hurtado, que quiso identificarse con
el Señor y amar con su mismo amor a los pobres. La formación recibida en la Compañía
de Jesús, consolidada por la oración y la adoración de la Eucaristía, le llevó a dejarse
conquistar por Cristo, siendo un verdadero contemplativo en la acción. En el amor
y entrega total a la voluntad de Dios encontraba la fuerza para el apostolado. Fundó
El Hogar de Cristo para los más necesitados y los sin techo, ofreciéndoles
un ambiente familiar lleno de calor humano. En su ministerio sacerdotal destacaba
por su sencillez y disponibilidad hacia los demás, siendo una imagen viva del Maestro,
“manso y humilde de corazón”. Al final de sus días, entre los fuertes dolores de la
enfermedad, aún tenía fuerzas para repetir: “Contento, Señor, contento”, expresando
así la alegría con la que siempre vivió.
Del fundador de las Verónicas de la
Santa Faz, el italiano San Gaetano Catanoso, Benedicto XVI ha subrayado que la Misa
cotidiana y la adoración frecuente del Sacramento del altar fueron el alma de su sacerdocio,
y del asimismo italiano, el capuchino San Félix de Nicosia, el Papa ha recordado que
fue gradualmente modelado por el amor de Dios, vivido y actualizado en el amor al
prójimo.
Seguidamente el Pontífice ha manifestado que, después de haber estado
junto a los Padres Sinodales durante tres semanas, en un clima de renovado fervor
eucarístico ha enviado, en nombre de todo el Episcopado un fraternal saludo a los
Obispos de la Iglesia en China: “Con gran pena, hemos sentido la falta de sus representantes.
Quiero también asegurarles a todos los prelados chinos que, con la oración, estamos
junto a ellos, a sus sacerdotes y a sus fieles. El sufrido camino de las comunidades,
confiadas a su cuidado pastoral, está presente en nuestro corazón. Este trabajo no
quedará sin dar fruto, porque es una participación en el Misterio pascual, para gloria
del Padre”.
Después el Santo Padre ha manifestado que los trabajos del Sínodo
han permitido profundizar en los aspectos salientes de este misterio dado a la Iglesia
desde el principio. La contemplación de la Eucaristía debe animar a todos los miembros
de la Iglesia, en primer lugar a los sacerdotes, ministros de la Eucaristía, a reavivar
su compromiso de fidelidad. Sobre el misterio Eucarístico, celebrado y adorado, se
funda el celibato que los presbíteros han recibido como don precioso y signo del amor
indivisible hacia Dios y hacia el prójimo. También para los laicos la espiritualidad
Eucarística debe ser el motor interior de cada actividad y ninguna dicotomía es admisible
entre la fe y la vida en su misión de animación cristiana del mundo.
Antes
de concluir la homilía Benedicto XVI ha dado gracias a Dios por los tantos dones que
ha concedido a la Iglesia durante el Año de la Eucaristía, y ha querido retomar la
invitación hecha por el amado Papa Juan Pablo II, de “partir desde Cristo”, como
los discípulos de Emaús. En esta perspectiva Eucarística se ubica la Jornada Mundial
de las Misiones, a la que el venerado Siervo de Dios Juan Pablo II había dado como
tema de reflexión: “Misión: Pan partido para la vida del mundo”. "La Eucaristía impulsa
al cristiano a ser “pan partido” para los demás, a comprometernos por un mundo más
justo y más fraterno -ha finalizado el Papa- todos debemos partir desde la Eucaristía.
Que María, Mujer Eucarística, nos ayude a estar enamorados; que nos ayude a “permanecer”
en el amor de Cristo, para ser por Él íntimamente renovados".