Viernes, 30
sep (RV).- Hoy hablaremos del matrimonio y el sentido de convivencia, el día a día
que a muchas personas lleva al desamor, a la costumbre e incluso a buscar otras ilusiones
por fuera del matrimonio.
Ángela, una joven de 25 años cuenta que tiene una
relación muy especial, puesto que si bien por diversas razones ella y su novio han
tenido una relación a distancia, reconoce que se sienten unidos por un sentimiento
bien profundo, sobre todo espiritual, pues Dios está en el centro de sus vidas. Ángela
cuenta que con su novio han tomado la decisión de casarse, aunque por algunos años
les toque seguir separados.
Obviamente el panorama para este matrimonio no
parece fácil, ante las dificultades de continuar separados. Por ello la familia de
Ángela y la de su novio, así como los amigos de la pareja les han aconsejado esperar,
hasta que puedan superar las distancias y estar juntos, pues les han dicho que esa
misma distancia podría ocasionar problemas o eventos que ocasionarían que el matrimonio
no funcionara.
Y es que en ello sus familiares y amigos no se equivocan. El
matrimonio es para estar juntos, unidos en todo momento. Así lo afirman los mismos
votos matrimoniales: En las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad,
todos los días de mi vida. Vivir un matrimonio en la distancia no permite desarrollar
la unidad de la pareja.
Existen miles de parejas que se separan hoy día, por
cuestiones económicas, porque se dejan absorber por la rutina, por el día a día y
por otra cantidad de razones que hacen ver el matrimonio como una simple etapa en
la vida y no como lo que realmente es: un proyecto de vida compartido, convivido,
construido entre dos para hacer uno.
No hay que olvidar que la unión matrimonial
responde a la raíz afectiva, mucho más que a los elementos racionales. La personalización
misma de selección de la pareja responde a elementos en su mayoría emotivos, y a veces,
como sucede actualmente con bastante frecuencia, estos elementos emotivos se reducen
incluso sólo a factores de atracción física, y esto obviamente no constituye una sólida
base de estabilidad matrimonial.
La mayoría de las parejas sostienen que después
de la pasión de los primeros tiempos, lo que más influye en la unión o separación
matrimonial es la presencia o ausencia de comunicación. Cuando por algún motivo, los
canales del diálogo se obstruyen, se interrumpen o simplemente no funcionan bien,
entonces empiezan los problemas.
Hoy en día son muchas las amenazas que enfrenta
la familia, por ello es muy importante que las parejas, el esposo y la esposa tengan
claridad de las dificultades que trae la convivencia diaria, de que el amor debe ser
sólido para soportar los embates de la rutina, de los cambios que todos los seres
humanos tenemos con el tiempo, de las múltiples actividades de todos los días, de
las dificultades económicas, no es fácil, es cierto, pero bien vale la pena.
El
Papa Benedicto XVI en la carta donde anuncia la V Jornada Mundial de las Familias,
a celebrarse en Valencia el próximo año, señala que «La alianza matrimonial, por la
que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio para toda la vida, ordenado
por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación
de la prole, es el fundamento de la familia, patrimonio y bien común de la humanidad».