El Papa destaca la acción pastoral de la Iglesia en México en el servicio a los pobres
y la incansable promoción de su dignidad
Jueves, 8 sep (RV).- El Papa destaca la acción pastoral de la Iglesia en México en
el servicio a los pobres, particularmente a los indígenas, y la incansable promoción
de su dignidad, ante los anhelos de consolidar instituciones democráticas, económicas
y sociales que reconozcan los derechos humanos y los valores culturales del pueblo.
Benedicto XVI ha reflexionado esta mañana sobre algunos puntos de especial
interés para la Iglesia que peregrina en México, en su discurso a los obispos de las
provincias eclesiásticas de Chihuahua, Durango, Guadalajara y Hermosillo, que han
finalizado este jueves su visita ad limina, acrecentando también los lazos de comunión
con el Sucesor de Pedro.
Alentándolos a perseverar en el camino de comunión
episcopal, el Papa ha recordado que «la nación mexicana ha surgido como encuentro
de pueblos y culturas cuya fisonomía ha quedado marcada por la presencia viva de Jesucristo
y la mediación de María, “Madre del Verdadero Dios por quien se vive” (Nican Mopohua)».
Haciendo hincapié en que «la riqueza del “Acontecimiento Guadalupano” unió en una
realidad nueva a personas, historias y culturas diferentes, a través de las cuales
México ha ido madurando su identidad y su misión».
La sociedad actual cuestiona
y observa a la Iglesia, exigiendo coherencia e intrepidez en la fe. Signos visibles
de credibilidad serán el testimonio de vida, la unidad de los creyentes, el servicio
a los pobres y la incansable promoción de su dignidad. En la tarea evangelizadora
hay que ser creativos, siempre en fidelidad a la Tradición de la Iglesia y de su magisterio.
Ante el proceso de transición, que vive México hoy, caracterizado por la «aparición
de grupos que, a veces de manera más o menos ordenada, buscan nuevos espacios de participación
y representación, propugnando con particular fuerza la reivindicación en favor de
los pobres y de los excluidos del desarrollo, particularmente de los indígenas», el
Papa ha reiterado la importancia de la acción pastoral de la Iglesia: «Los profundos
anhelos de consolidar una cultura y unas instituciones democráticas, económicas y
sociales que reconozcan los derechos humanos y los valores culturales del pueblo,
deben encontrar un eco y una respuesta iluminadora en la acción pastoral de la Iglesia».
Evocando
la preparación al Gran Jubileo que contribuyó a que los católicos mexicanos conocieran,
aceptaran y amaran su historia como pueblo y como comunidad creyente, Benedicto XVI
ha hecho suya la exhortación de su predecesor: “Es necesaria, para cada uno y para
los pueblos, escribe Juan Pablo II, una especie de ‘purificación de la memoria’, a
fin de que los males del pasado no vuelvan a producirse más. No se trata de olvidar
todo lo que ha sucedido, sino de releerlo con sentimientos nuevos, aprendiendo, precisamente
de las experiencias sufridas, que sólo el amor construye, mientras el odio produce
destrucción y ruina” (Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 3,
1 enero 1997).
Se trata de un reto que requiere una formación integral, en
todos los ámbitos de la Iglesia. Formación que es particularmente necesaria para los
jóvenes que, «al dejar de frecuentar la comunidad eclesial tras los sacramentos de
iniciación, se encuentran ante una sociedad marcada por un creciente pluralismo cultural
y religioso». Y que «se enfrentan, a veces muy solos y como desorientados, a corrientes
de pensamiento según las cuales, sin necesidad de Dios e incluso contra Dios, el hombre
alcanza su plenitud a través del poder tecnológico, político y económico». El Papa
invita a «acompañar a los jóvenes y convocarlos con entusiasmo para que, integrados
de nuevo en la comunidad eclesial, asuman el compromiso de transformar la sociedad
como exigencia fundamental del seguimiento de Cristo».
Acompañamiento que también
requieren las familias - “iglesia doméstica”, en la que el padre y la madre son los
‘primeros evangelizadores’ de sus hijos. Destacando luego la importancia del encuentro
personal con el Señor, favorecido por la catequesis, la enseñanza de la religión y
de la moral en las escuelas de inspiración cristiana, y por el testimonio, Benedicto
XVI ha puesto de relieve la riqueza eclesial que representa «la existencia de más
de cuatrocientos Institutos de vida consagrada, sobre todo de mujeres y muchos de
ellos fundados en México, que evangelizan en todo el país y en los diversos ambientes,
culturas y lugares».
Es decir, educación; apostolado entre los más pobres
uniendo la evangelización y la promoción humana; hospitales; medios de comunicación
social; en el campo del arte y las humanidades y formación espiritual y profesional.
Sin olvidar el papel de los laicos y la presencia creciente de movimientos laicales
nacionales e internacionales que promueven la renovación de la vida matrimonial y
familiar, así como una mayor vivencia comunitaria, el Papa ha hecho hincapié en que
«la Iglesia en México refleja el pluralismo de la sociedad misma, plasmada en muchas
y diversas realidades, algunas muy buenas y prometedoras y otras más complejas»
Ante
ello, y en el respeto de las realidades locales y regionales, ha recomendado el Santo
Padre «los Obispos han de favorecer unos procesos pastorales orgánicos que den un
mayor sentido a las manifestaciones derivadas de una mera tradición o costumbre. Estos
procesos han buscar ante todo integrar las directrices del Concilio con los desafíos
pastorales que presentan las diversas situaciones concretas».
El Pontífice
ha mencionado en especial la importancia del compromiso de la Iglesia en México en
los medios de comunicación social, pues «poner el rostro de Cristo en ese ambiente
mediático requiere un serio esfuerzo formativo y apostólico que no puede postergarse,
necesitando también para ello la aportación de todos».