Viernes, 26
ago (RV).- Hoy hablaremos de los ancianos, pues sin duda en América, la figura del
anciano ha tenido un rol particular en la sociedad y en la familia. La mayoría de
nuestros ancianos, son personas que hacen parte activa de las familias, pues viven
con la familia de sus hijos o hijas, ayudando en la crianza de los nietos e incluso
en el sostenimiento económico de la familia, algunos otros viven en residencias especiales
para ancianos, al cuidado de personal especializado, o en el peor de los casos sumidos
en la pobreza y el abandono.
Es realmente escaso encontrar en nuestros países
ancianos solos, viviendo y realizando sus actividades cotidianas solos, hasta el punto
de necesitar de personas extrañas a sus familias o amigos para que los ayude y acompañe.
Lamentablemente en América Latina es mucho más común encontrar a los ancianos solos
al fina de sus días, viviendo de la caridad en los asilos de beneficencia o incluso
deambulando por las calles en el mas doloroso de los abandonos.
Actualmente
580 millones de personas en el mundo tienen 60 o más años, es decir un habitante sobre
10, y entre ellos el 10 por ciento ha superado los 80 años. Además es preciso considerar
que hoy las expectativas de vida han aumentado en 30 años más respecto al siglo pasado,
y según las proyecciones, en los próximos 50 años el número de ancianos será el doble.
Pero el problema de la ancianidad, es un asunto que va más allá de las cifras
estadísticas. Ante la perspectiva indiscutible de que todos, tarde o temprano, llegaremos
a ser ancianos, la Organización Mundial de la Salud y otras instituciones, vienen
reforzando cambios en la concepción misma de la ancianidad, en particular porque es
un sector de la población que frecuentemente es sujeta a marginaciones de todo tipo,
maltrato e incluso violación en sus mínimos derechos.
Los ancianos no son un
peso para la sociedad, ni pueden ser considerados sólo desde las necesidades y atenciones
que requieren por su edad. Esta concepción se refleja con frecuencia al interior mismo
de muchas familias, donde creen que los abuelos –por ser viejos- no tienen las ideas
claras, no saben hacer nada o lo hacen todo equivocadamente, solo demandan atención
y cuidado por su salud, o simplemente son un estorbo. Los ancianos son personas que
tienen mucho para dar, tienen una experiencia valiosisima que pueden transmitir a
las jóvenes generaciones, e incluso una capacidad productiva bastante aguda, por la
técnica adquirida durante años.
Este potencial que tienen los ancianos, es
preciso conservarlo y llevarlo a su máxima expresión, y una buena manera para ello
es mantenerse activo, lo que garantiza permitir a la población anciana ejercitar su
potencial contribución en la. Este es uno de los factores más importantes para la
salud de las personas más ancianas, porque la actividad, la participación en la comunidad,
en la vida social son de los elementos importantes desde cualquier punto de vista,
inclusive sanitario.
Es importante entonces, rescatar la imagen del anciano
como una persona valiosa desde todo punto de vista, e inclusive incentivarlo para
que se mantenga activo, productivo, para que participe en la vida familiar y social.
Es tiempo de comenzar a actuar un cambio de mentalidad para restituirles a los ancianos
el lugar que les corresponde en la comunidad humana.