Presentación de las Cartas Credenciales del nuevo embajador de Paraguay ante la Santa
Sede
Viernes, 26 ago (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana en el Palacio Apostólico
de Castelgandolfo las Cartas Credenciales del nuevo embajador de la República de Paraguay
ante la Santa Sede, Gerónimo Narváez Torres. En su discurso de bienvenida el Santo
Padre ha subrayado la importancia de que los gobernantes ejerzan la democracia y ha
llamado a promover los derechos fundamentales del hombre que la Iglesia proclama.
A continuación les ofrecemos el mensaje íntegro pronunciado por el Pontífice durante
este acto:
Señor Embajador:
1. Me es grato darle la bienvenida en
este acto en que me hace entrega de las Cartas Credenciales como Embajador Extraordinario
y Plenipotenciario de la República del Paraguay ante la Santa Sede. Agradezco las
amables palabras que me ha dirigido, así como el cordial saludo del Señor Presidente
de la República, Dr. Nicanor Duarte Frutos, del que se ha hecho portador, rogándole
al mismo tiempo que le transmita mis mejores deseos de paz y bienestar personal, así
como mis votos por la prosperidad y desarrollo de la querida Nación paraguaya. Le
ruego, además, que le haga llegar mi más sincero agradecimiento por el sentido gesto
de respeto y cercanía mostrado hacia mi venerado predecesor al participar, como Supremo
Mandatario, junto con otros representantes de instituciones estatales, en la ceremonia
de su entierro; y también hacia mí, por su presencia en la celebración litúrgica con
que iniciaba solemnemente mi pontificado como Sucesor de Pedro.
2. A pocos
años de la celebración del bicentenario de la independencia y de la creación del Paraguay
como Nación soberana, ella tiene hoy –como usted ha destacado bien en sus palabras-
la gran oportunidad de avanzar en el diálogo y en serena convivencia entre todos los
ciudadanos y con los demás países para superar cualquier forma de conflicto y tensión.
Qué mejor momento para hacerlo como el presente, en el que una vez restablecida la
legitimidad de la Suprema Magistratura del Estado, como ha ocurrido en las últimas
elecciones generales, se han creado las bases que hacen esperar en una mayor estabilidad
institucional. Por eso, les animo al ejercicio de una verdadera democracia, es decir,
aquella que, por la participación del pueblo, lleva a cabo el gobierno de una nación
cuando se inspira en los valores supremos e inmutables y hace posible que el acervo
cultural de las personas y el progresivo desarrollo de la sociedad responda a las
exigencias de la dignidad humana. A este respecto conviene reafirmar que la paz “es
el primero y sumo bien de una sociedad; supone la justicia, la libertad, el orden
y hace posible todo otro bien de la vida humana” (Pablo VI, Mensaje navideño, 23
diciembre 1965). En este sentido, en la encíclica Centessimus annus
Juan Pablo II advertíaque “una democracia sin valores se convierte con facilidad
en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia” (n. 46), puesto
que, sin una verdad última que guíe y oriente la acción política, “las ideas y las
convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder”
(ibid).
3. Tal y como expuse al Cuerpo Diplomático, el 12 de mayo pasado,
la Iglesia proclama y defiende sin cesar los derechos fundamentales, por desgracia
violados aún en diferentes partes de la tierra, y se esfuerza por lograr que se reconozcan
los derechos de toda persona humana a la vida desde su concepción, a la alimentación,
a una casa, al trabajo, a la asistencia sanitaria, a la protección de la familia y
a la promoción del desarrollo social, en el pleno respeto de la dignidad del hombre
y de la mujer, creados a imagen de Dios. Los gobernantes, que han recibido el encargo
de proteger y difundir estos mismos derechos, no deben cesar, por muy grandes que
pudieran ser las dificultades, en su empeño de ponerlos en práctica. Lo requiere cada
persona que forma parte de su nación.
4. La Iglesia en el Paraguay, a través
de mis Hermanos Obispos, es consciente de la exigencia de responder fielmente al llamado
de Cristo, para que todos puedan vivir, en un clima de esperanza y de paz, la experiencia
del amor de Dios como distintivo de toda comunidad creyente. Con este fin se está
promoviendo una consulta nacional que tiene como tema Habla Señor que tu Iglesia
escucha, con la intención de fijar unas líneas comunes de acción pastoral, así
como para tomar conciencia de que la construcción de la patria es un compromiso de
cada ciudadano. Todos deben sentirse involucrados en este maravilloso proyecto
de transformación y construcción del propio País en un pueblo de hermanos. Por eso
la Iglesia, con la experiencia que tiene de humanidad, sin buscar de ninguna manera
inmiscuirse en la política de los Estados, “sólo pretende una cosa: continuar, bajo
la guía del Espíritu Paráclito, la obra del mismo Cristo, que vino al mundo para dar
testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido”
(Gaudium et spes, 3).
5. Al concluir este grato encuentro, permítame,
Señor Embajador, felicitarle y expresarle mis mejores votos para que su estancia en
Roma sea agradable y su misión diplomática produzca copiosos frutos de mutuo entendimiento
y de estrecha colaboración, acrecentando las buenas relaciones ya existentes entre
su País y la Santa Sede. Con estos deseos, que extiendo a su distinguida familia
y a sus colaboradores, le ruego que transmita mi cordial saludo al Gobierno del Paraguay,
especialmente a su Presidente, y que se haga portavoz de mi cercanía y afecto al pueblo
paraguayo, para el cual imploro la maternal protección de Nuestra Señora de Caacupé,
a la vez que invoco sobre todos abundantes bendiciones divinas.
Por su
parte el nuevo Embajador de Paraguay ante la Santa Sede expresó su compromiso, y el
del gobierno de su país “con la defensa de los derechos humanos, en especial el derecho
a la vida desde la concepción hasta su finalización natural”, este fue el mensaje
pronunciado por Gerónimo Narváez Torres: Santidad:
Como
representante de un país de neta mayoría católica, y como católico practicante, este
acto de presentarle las Cartas Credenciales que me acreditan como Embajador Extraordinario
y Plenipotenciario de la República del Paraguay ante la Santa Sede, es de tal relevancia
en mi vida y en mi carrera, que nos honra profundamente a mí y a toda mi familia.
Hago
propicia esta solemne circunstancia para transmitir a Vuestra Santidad los votos del
Señor Presidente de mi país, doctor Nicanor Duarte Frutos, por la ventura personal
de Su Santidad y la grandeza de la Santa Sede, renovando sus deseos de éxito en tan
encomiable y difícil labor al frente de la Iglesia Católica. El Señor Presidente y
su familia unen sus plegarias a las del pueblo paraguayo para que el Altísimo bendiga
e ilumine a Vuestra Santidad en todos sus actos y decisiones.
Recuerdo con
emoción la tarde del martes 19 de abril, en que me impresionó vivamente la humildad
con que Vuestra Santidad se autodenominó «un simple y humilde trabajador en la viña
del Señor», y pidió que todos los católicos lo acompañásemos con nuestras oraciones.
Estoy seguro, Santo Padre, que cada uno de mis compatriotas —como yo mismo—, al encomendarnos
a la Virgen de Caacupé también oramos para que Ella lo ayude y lo guíe en su difícil
misión, ya que en mi país, por sobre todas y cualquier diferencia que pudiera separarnos
entre compatriotas, lo que realmente nos une y nos congrega es la gran emoción mariana,
en su advocación de nuestra amada Patrona.
Tal como Vuestra Santidad lo ha
manifestado en diversas oportunidades, las circunstancias del mundo actual son complejas,
preocupantes, en medio del estupor que nos causa cada acto terrorista, la no menos
devastadora corrosión de los valores de la familia como institución sagrada, la manipulación
genética, el uso irracional de los recursos naturales, la violencia en todas sus formas,
y tantas otras desviaciones que se nos presentan como si fuesen derechos naturales,
progreso social o conquistas de la libertad humana.
Mi país, Santo Padre, no
está exento de todos estos fenómenos, pero sus personas de bien unen sus acciones
a las personas de bien de todo el mundo para enfrentar los desafíos de la coyuntura
actual que su amado predecesor, el Papa Juan Pablo II, tan claramente enunciara. En
este sentido, luego de unas elecciones nacionales limpias y transparentes —hecho éste
reconocido por los candidatos en pugna y por los observadores internacionales—, el
15 de agosto de 2003 asumió la primera magistratura el doctor Nicanor Duarte Frutos.
Después de dos años de incansable labor en todos los campos del quehacer nacional,
pero sobre todo en la lucha frontal contra la corrupción y todas las consecuencias
que de ella derivan, gran parte de la ciudadanía comienza a percibir que han mejorado
las condiciones de vida, el acceso a los servicios públicos básicos, que gracias al
substancial aumento en las recaudaciones fiscales y a la buena administración, se
realizan inversiones cada vez más importantes en planes y programas sociales. Además,
se verifica aumento del PIB, crecimiento económico, e inflación controlada. Como consecuencia,
tenemos estabilidad política, se nota la confianza de la ciudadanía en sus autoridades
e instituciones, y se viabiliza la práctica permanente del diálogo entre los actores
políticos y sociales como mecanismo para analizar situaciones como así también para
enfrentar y resolver desafíos. De igual forma, se percibe el celo por el respeto y
la promoción de la libertad religiosa así como el diálogo incluyente con todas las
confesiones cristianas y no cristianas con miras a la construcción del Bien Común
de la Nación.
Asimismo, el actual gobierno se encuentra plenamente comprometido
con la defensa y promoción de los derechos humanos, en especial el derecho a la vida
desde la concepción hasta su finalización natural. Comprometido con la familia como
institución enraizada en la propia naturaleza humana, y como célula básica y fundamental
de la sociedad. Comprometido con los jóvenes y niños, que conforman la mayor parte
de nuestra población; con los hermanos indígenas —a quienes, respetando sus culturas
ancestrales, se les propone y facilita un eficaz proceso de acceso cultural, económico
y laboral—, como así también a la población campesina y obrera. En cuanto a las cuestiones
de género, se ha avanzado bastante en el respeto a la irrestricta igualdad jurídica
de ambos sexos. En este sentido, Paraguay será sede de la próxima Cumbre de Primeras
Damas y Esposas de Jefes de Estado de las Américas, a realizarse los dias 28, 29 y
30 de septiembre, con el tema «Mujer y Familia».
De la misma forma, el Gobierno
Nacional ha vertido sus energías y sus recursos en dos ámbitos de vital importancia:
salud y educación, viendo en esta última una herramienta imprescindible no sólo para
el acceso al conocimiento científico y técnico, sino como medio de formación integral
de la persona humana en estrecha colaboración con la sociedad toda y en especial el
hogar, la familia, convirtiendo a la educación en un desafío de todos y para todos,
evitando la funesta escisión entre el sistema educativo y la sociedad.
Por
otra parte, el gobierno del doctor Duarte Frutos se encuentra empeñado en la lucha
contra el tráfico de drogas, contra la delincuencia, el contrabando y la economía
informal, mediante programas a corto, mediano y largo plazo.
Como era esperado,
este proceso debe superar obstáculos de todo tipo, los cuales, lejos de generar desaliento,
nos motivan aún más a continuar con nuestro trabajo tesonero, honesto y constante
con el objetivo de lograr el bienestar de todos los que habitan nuestra querida patria,
pero sobre todo de mejorar la situación de nuestros hermanos más carentes.
En
lo que atañe a su política exterior, la República del Paraguay se identifica con los
principios pacifistas e integracionistas, participando de manera activa en la consolidación
de los procesos de integración regional y en un fructífero y constructivo diálogo
con todas las naciones, grandes y pequeñas, cercanas y lejanas, pues mi país, Santo
Padre, luego de protagonizar dolorosas guerras internacionales y revoluciones internas,
aprendió que no hay mejor arma que el diálogo y que la única lucha valedera es la
lucha por el desarrollo humano, ya que la pobreza, el hambre, la ignorancia, generan
acciones violentas como reacción ante las abruptas diferencias sociales.
En
la medida de sus posibilidades nuestro país aporta su contribución para una sociedad
pacífica, justa, segura, solidaria y respetuosa de la persona humana, que ponga al
«hombre en el centro de la política y de la economía». Al mismo tiempo, solicitamos
y recibimos la cooperación de otros países. En este sentido, cabe destacar el «Convenio
entre la República del Paraguay y la Santa Sede sobre Asistencia Religiosa a las Fuerzas
Armadas de la Nación y la Policía Nacional», ya que el gobierno al cual represento,
y este humilde servidor, están convencidos de que la asistencia espiritual a los miembros
que conforman ambos importantes estamentos de la vida nacional es de vital importancia
tanto para su condición personal cuanto para el cumplimiento cabal de sus funciones
al servicio del país.
Asimismo, el gobierno paraguayo apoya y en no pocos casos
asiste a varias instituciones dependientes de la Iglesia Católica en Paraguay. Esta
cooperación mutua llevada adelante en un marco de diálogo, respeto y comprensión,
buscando la promoción de la persona humana, es la vivencia que el Paraguay experimenta
en su larga y fructífera relación con la Santa Sede. En tal sentido, y con el ánimo
de incrementar esta valiosa relación, vengo ante Vuestra Santidad a colocar todo mi
esfuerzo, voluntad, mis humildes conocimientos y mi gran entusiasmo al servicio de
esta misión, en la seguridad que encontraré una acogida favorable a mis propósitos,
que son los del Gobierno Nacional.
Al reiterarle la invitación del Señor Presidente
de la República para visitar nuestro país, imploramos para que la Divina Providencia
bendiga una vez más al Paraguay y permita que el Sucesor de Pedro pueda ir a apacentar
sus ovejas y a confirmar en la fe a los hijos de la patria paraguaya que elevan sus
plegarias por Vuestra Santidad a la Virgen de Caacupé y a San Roque González de Santa
Cruz, para que lo acompañen a lo largo de su labor y puedan los hijos de Dios conducir
su vida en paz, amor, justicia y solidaridad.
Durante la mañana de hoy, el
Santo Padre ha recibido en audiencia en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo, al
Asistente Eclesiástico General de Acción Católica Italiana, monseñor Francesco Lambiasi,
Obispo emérito de Anagni-Alatri (Italia), y a su Presidente Nacional, Luigi Alici.
Asimismo Benedicto XVI ha recibido también en audiencia al reverendo Don Julián Carrón,
Presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación.
Precisamente nuestra
emisora ha entrevistado a Luigi Alici, quien ha señalado que durante el encuentro
con el Santo Padre, éste se ha interesado de manera particular por el camino de renovación
que la Asociación de Acción Católica Italiana ha recorrido en los últimos años. El
presidente de dicha entidad ha puesto de relieve la invitación de Benedicto XVI a
convertirse en formadores, de forma específica en las siete mil parroquias en las
que Acción Católica está presente en Italia.