2005-08-25 11:01:23

“Terrorismo domestico”, una realidad que se ha cobrado la vida de decenas de mujeres en España


Jueves, 25 ago (RV).- El próximo 25 de noviembre celebraremos de nuevo el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la mujer, una jornada instituida por la ONU en 1999 como resultado de un progresivo y creciente movimiento internacional para acabar con una trágica epidemia que devasta las vidas de millones de mujeres en el mundo, un punto de partida para que los gobiernos y la población en general tomaran conciencia y actuasen para acabar con la violencia contra la mujer.

En España, lo que algunos denominan “terrorismo domestico”, ha acabado este año con la vida de 33 mujeres hasta el mes de julio, según el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia. El año pasado, en el mismo período eran 37 las víctimas mortales. Aún es pronto para analizar la incidencia de la Ley Integral contra la violencia de género, cuya última parte entró en vigor el 29 de junio, pero para centrar esta lacra es importante ser concientes de aspectos tan esenciales como la incidencia de la violencia de género en la sociedad española.

Además de los casos con resultado de muerte, que han registrado un aumento constante y sostenido hasta llegar a duplicarse la tasa de asesinatos de mujeres en los últimos 5 años, es esencial no olvidar, que no contamos con informaciones sobre el número de mujeres que padecen secuelas irreversibles a causa de las agresiones, y que sólo las denuncias sirven en este momento como indicador para poder conocer el impacto real de esta violencia.

El 29 de junio entró en vigor la última parte de la Ley Integral contra la violencia de género que recoge tres de sus medidas fundamentales: la puesta en marcha de los juzgados y fiscales especializados y el agravamiento de las penas al maltratador. Desde el 29 de junio, 434 juzgados persiguen la violencia contra las mujeres. La mayoría serán mixtos y sólo 17 de 14 grandes ciudades españolas tramitan en exclusiva los delitos de violencia doméstica. Entre los jueces que regirán estos tribunales hay 14 mujeres.
La presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género, Monserrat Comas, aseguraba por entonces que estos juzgados facilitarían la tramitación de las denuncias porque "se termina con la dispersión judicial, que tan enemiga es de la eficacia judicial... las víctimas no tendrán que ir de juzgado en juzgado y con este peregrinaje que muchas víctimas tenían que hacer cuando denunciaban varias veces a su agresor”.
Sin embargo, a pesar de las optimistas perspectivas que ofrecía la nueva Ley, dos semanas después de la puesta en marcha de los nuevos juzgados contra la violencia de género, los sindicatos denuncian su colapso. Los funcionarios llegan a doblar su jornada y muchos procedimientos sufren retrasos. Los juzgados tienen sobrecarga de trabajo y el personal es claramente insuficiente. Los funcionarios se ven obligados prácticamente a doblar su jornada laboral y en los juzgados mixtos hay atasco porque hasta las tres de la tarde solo pueden atender a los casos de malos tratos.

Además para erradicar definitivamente la violencia doméstica es necesario sobre todo un cambio generalizado de mentalidad, no sólo a nivel de organizaciones e instituciones, sino también a título individual. La violencia contra las mujeres sólo terminará cuando todos estemos listos para suscribir el compromiso de no cometerla, no permitir que otros la cometan ni tolerarla, y no descansar hasta que se erradique. La violencia contra las mujeres es un fenómeno universal, pero no inevitable. Está en nuestras manos ponerle fin.








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