El Vicario del Papa para el Estado de la Ciudad del Vaticano explica el sentido y
la historia de la solemnidad de la Asunción de María
Sábado, 13 ago (RV).- La solemnidad de la Asunción, que celebraremos este lunes 15
de agosto, es una de las fiestas con más arraigo y devoción popular. Recordamos en
esta solemnidad, la Asunción de María Santísima al cielo en cuerpo y alma, como siempre
la tradición de la Iglesia ha creído y como después, Pío XII - el 1 de noviembre de
1950 - definió de manera solemne. Hemos pedido al arzobispo Angelo Comastri, Vicario
del Papa para el Estado de la Ciudad del Vaticano, que nos explique el sentido y la
historia de esta verdad de fe. Mons. Comastri: Deseo ante todo subrayar
el sentido de esta festividad, y luego llegar a la historia. El sentido: Charles Peguy,
al inicio del siglo XX, observó un malestar típico en el hombre contemporáneo y lo
expresó así:”El hombre moderno sufre de amnesia de eternidad. Ha olvidado que hay
un mas allá, ha olvidado que hay otra vida que en realidad es la verdadera vida”.
Esto es una gran verdad. Hoy en la selva de los ruidos y de los estímulos al consumismo,
el hombre corre el peligro de ir de una fuente a otra sin apagar la sed, es decir,
sin alcanzar la esperanza que ilumina la vida. La fiesta de hoy es una invitación
a mirar al más allá y a mirar hacia lo alto para recordar al hombre que la vida no
acaba aquí abajo; la vida no termina con el presente: La vida tiene “un más” y tiene
un “más allá” que son el cumplimiento y el sentido de todo. La vida es un viaje y
es una peregrinación. Esto es inexorable. Tenemos dentro de nosotros un reloj, el
corazón que marca los segundos y nos recuerda: “Estás en camino; estás caminado; no
te pares; mira a lo lejos: los que viajan deben pensar siempre en la meta”. La fiesta
de hoy es un reclamo. Un reclamo para decir al hombre que camina: “Mira está atento
no te dejes engañar por lo que encuentres en el camino: lo mas hermoso aun tiene que
llegar. Lo mejor todavía tiene que manifestarse. Y es sólo en la perspectiva de este
futuro que se ilumina el presente. Y así todas las vicisitudes del presente encuentran
un sentido y una justificación.
RV: ¿Esta verdad de fe cómo ha evolucionado
a lo largo de los siglos? Mons. Comastri: La Verdad sobre la
Asunción de María al Cielo en alma y cuerpo ha sido custodiada siempre de manera explícita
e implícita en la memoria de la Iglesia. Ya sea en la Iglesia de Occidente, ya sea
en la Iglesia de Oriente. La Iglesia de Oriente siempre ha tenido una gran devoción
por la Dormitio Mariae, por la Dormicion de María, y en Oriente tenemos toda
una iconografía muy interesante que representa a María en el momento de morir rodeada
por los apóstoles, como el día de Pentecostés, mientras Jesús recoge el alma de María,
podríamos decir, como una niña, y la presenta delante de Dios. Esta niña que Jesús
recoge en sus brazos no es otra que María que entra como primicia en el Reino de los
redimidos por la Sangre de Cristo. En la tradición de Occidente, la fiesta de la Asunción
de María al Cielo, podemos decir que tiene raíces inmemorables, y en 1950 el Santo
Padre Pío XII, como intérprete autorizado de la traditio fidei justamente dijo:
“Todo esto se remonta a los Apóstoles” y se remonta a los Apóstoles porque se refiere
a un hecho que realmente pasó es decir, María fue elevada verdaderamente al Cielo
en alma y cuerpo.
RV: Sin embargo en su definición dogmática Pío XII no se
pronunció respecto a si María había muerto realmente. De hecho, la definición dice:
“Al final de su vida terrena, la Beata Virgen fue asunta en alma y cuerpo al Cielo”.
Las opiniones son contrastantes ¿Qué nos puede decir al respecto, excelencia?. Mons.
Comastri: El Santo Padre no
quiso entrar en aquel problema. Lo dejó para que lo estudiaran los teólogos. Pero,
yo creo que como murió Jesús murió también Su Madre, ella también probó la muerte.
Pero María no probó la corrupción que hay después de la muerte: su cuerpo se transfiguró
y entró en la plenitud de la Resurrección, en la plenitud de la vida nueva que Cristo
ha ganado para todos nosotros, como una primicia y una anticipación, que nos recuerda
como será nuestro futuro. Y me parece bonito entrar en una profundización teológica,
preguntándonos: “ Y por qué Jesús quiso que María fuera la primera que participara
de la gloria futura que espera a todos los redimidos?” Yo creo que la razón es muy
simple: María esta íntimamente cercana a Jesús; Maria es aquella que ha dado a Cristo
la carne y el cuerpo para redimirnos. La vida de María está toda ella en comunión
con el hijo. Es impensable la gloria del Hijo sin una participación de la Madre. Podemos
decir que la Asunción de María al Cielo en alma y cuerpo no es otra cosa que el agradecimiento
que el Hijo ha dado a la Madre por haberle dado un cuerpo que lo ha convertido en
Redentor, y lo ha hecho partícipe de nuestra historia para salvarla desde dentro a
través del amor que Jesús ha puesto dentro de la historia humana, el amor que la redime.