2005-08-01 11:54:14

Fiesta litúrgica de san Ignacio de Loyola: “La eucaristía es un don que transforma nuestro corazón en una respuesta de amor”


Lunes, 1 ago (RV).- El Prepósito de la Compañía de Jesús, el Padre Peter-Hans Kolvenbach, presidió ayer una solemne Eucaristía en la que concelebraron más de cincuenta jesuitas para celebrar la fiesta litúrgica que recordaba a san Ignacio de Loyola.
El Padre General en su homilía aludió al año de la Eucaristía y recordó que la vida de Ignacio estuvo impregnada por una Eucaristía, celebrada cada día. “Leyendo su diario espiritual se ve que Ignacio durante la Misa se dejaba trasformar por el cuerpo y la sangre de su Señor para después eucarísticamente tomar decisiones y elegir lo que se presentaba. Ignacio sabía que comunicándose la Eucaristía no se convierte en nuestro cuerpo y nuestra sangre, al contrario, nosotros somos trasformados en Eucaristía.

Convirtiéndose lentamente y amorosamente, gracias a sus misas celebradas todos los días, Ignacio dejaba contraseñar todas las elecciones que tenía que hacer, grandes y pequeñas, de este “santísimo sacrificio de la Eucaristía, como máxima señal de su amor”. La eucaristía, subrayó el General de los jesuitas, es un puro don que transforma nuestro corazón en una respuesta de amor. La Eucaristía con su desinteresada gratuidad nos empuja a andar más allá de aquello que es obligatorio, interesante, unilateral, para dar gratuitamente aquello que hemos recibido por su amor, nuestros dones y cualidades, nuestra misma persona.

Todavía hoy vivimos en una sociedad en la que todo se paga y donde solamente la gratuidad de la eucaristía nos empuja a superar el deber y la obligación para darnos de forma desinteresada a Dios y a nuestro prójimo sin exigir algo a cambio. Es más para Ignacio la Eucaristía, recordó el Padre General, no era una sencilla ceremonia o una cena que precede a la pasión. Cuando era todavía peregrino Ignacio meditaba durante la Misa el Evangelio de la Pasión, porque Jesús declaraba que nadie le habría quitado la vida, porque el mismo se daba por amor nuestro y por nuestra salvación.

El Padre Peter-Hans Kolbenvach finalizó su homilía pidiendo la gracia de entrar cada vez en este misterio de nuestra fe que hace realmente y gratuitamente presente a Cristo en su pasión, con un gran corazón y con una gran generosidad, ofreciéndole todo nuestro querer y toda nuestra libertad, para que su Divina Majestad se sirva de nuestra persona trasformada eucarísticamente, así como también de todo aquello que poseemos, conforme a su santísima voluntad. “Que este deseo de san Ignacio nos acompañe mientras esta tarde celebramos la Eucaristía”, finalizó el Prepósito de la Compañía de Jesús.







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