En Solidaridad con el Mundo. Temas en torno a la Doctrina Social de la Iglesia
Escuchar el programa
Jueves, 14 jul (RV).-
Que tal amigos de Radio Vaticana. En este capítulo nos ocuparemos de los aspectos
bíblicos de la vida económica según la Doctrina social de la Iglesia. Tres argumentos
importantes: el hombre, la pobreza y la riqueza. La actividad económica y el progreso
material deben ponerse al servicio del hombre y de la sociedad, dedicándose a ellos
con la fe, la esperanza y la caridad de los discípulos de Cristo. La economía y el
progreso pueden transformarse en lugares de salvación y de santificación. Los bienes,
aun cuando son poseídos legítimamente, conservan siempre un destino universal. Toda
forma de acumulación indebida es inmoral, porque se halla en abierta contradicción
con el destino universal que Dios Creador asignó a todos los bienes.
Moral
y Economia. La doctrina social de la Iglesia insiste en la connotación moral de la
economía. La relación entre moral y economía es necesaria e intrínseca: actividad
económica y comportamiento moral se compenetran íntimamente. Para asumir un perfil
moral, la actividad económica debe tener como sujetos a todos los hombres y a todos
los pueblos. Todos tienen el derecho de participar en la vida económica y el deber
de contribuir, según sus capacidades, al progreso del propio país y de la entera familia
humana.
La doctrina social de la Iglesia considera la libertad de la persona
en campo económico un valor fundamental y un derecho inalienable que hay que promover
y tutelar: “Cada uno tiene el derecho de iniciativa económica, y podrá usar legítimamente
de sus talentos para contribuir a una abundancia provechosa para todos, y para recoger
los justos frutos de sus esfuerzos”. La empresa debe caracterizarse por la capacidad
de servir al bien común de la sociedad mediante la producción de bienes y servicios
útiles. El objetivo de la empresa se debe llevar a cabo en términos y con criterios
económicos, pero sin descuidar los valores auténticos que permiten el desarrollo concreto
de la persona y de la sociedad.
El papel del empresario y del dirigente revisten
una importancia central desde el punto de vista social, porque se sitúan en el corazón
de la red de vínculos técnicos, comerciales, financieros y culturales, que caracterizan
la moderna realidad de la empresa, haciendo en modo de favorecer la familia, ya que
las personas constituyen “el patrimonio más valioso de la empresa”, el factor decisivo
de la producción.
Una de las cuestiones prioritarias en economía es el empleo
de los recursos, es decir, de todos aquellos bienes y servicios a los que los sujetos
económicos, productores y consumidores, privados y públicos, atribuyen un valor debido
a su inherente utilidad en el campo de la producción y del consumo. El libre mercado
es una institución socialmente importante por su capacidad de garantizar resultados
eficientes en la producción de bienes y servicios. Un mercado verdaderamente competitivo
es un instrumento eficaz para conseguir importantes objetivos. La doctrina social
de la Iglesia, aun reconociendo al mercado la función de instrumento insustituible
de regulación dentro del sistema económico, pone en evidencia la necesidad de sujetarlo
a finalidades morales que aseguren y, al mismo tiempo, circunscriban adecuadamente
el espacio de su autonomía.
La acción del Estado y de los demás poderes públicos
debe conformarse al servicio de subsidiaridad y crear situaciones favorables al libre
ejercicio de la actividad económica. La tarea fundamental del Estado en ámbito económico
es definir un marco jurídico apto para regular las relaciones económicas, con el fin
de salvaguardar las condiciones fundamentales de una economía libre.
Hoy hemos
tocado temas como moral, economía, libre mercado y acción del Estado en el contexto
de la Doctrina Social de la Iglesia. Gracias por su atención.