2005-06-10 17:10:20

Reflexiones en Familia


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La televisión y los niños

Viernes, 10 jun (RV).- Hoy queremos reflexionar sobre la televisión y los niños, pues mucho se habla tanto en círculos académicos como en los diarios y el común de la gente que la televisión cada vez es más abierta a imágenes de violencia, sexo, e historias fantasiosas que llegan a afectar a los niños, sobre todo a los más pequeños que en ocasiones no alcanzan a diferenciar lo real y lo fantástico. Ello sin entrar a plantear el imaginario de marcas y estilos de vida que se difunden a través de los medios masivos, particularmente la televisión, llegando a afectar fuertemente la identidad de los niños y adolescentes.

La Academia Americana de Pediatría fue la cuarta de seis de las asociaciones médicas profesionales más prestigiosas de los Estados Unidos que durante el último año del siglo que terminó se unieron a la iniciativa de emitir un comunicado oficial recomendando que los niños menores de 2 años nunca vean televisión y que ningún niño, cualquiera que sea su edad, tenga televisor en su habitación.

Los perjuicios ocasionados por la violencia, el terror o el sexo explícito que se le adjudican a la televisión no fueron la única razón para tan drástica recomendación. Los miembros de la Academia basaron su recomendación en el conocimiento que tienen “sobre lo que necesitan los bebés para su adecuado desarrollo emocional y mental, como es una interacción muy estrecha con los adultos a su alrededor”.

En efecto, cuando a un bebé se le sienta frente al televisor, así sea a ver un programa inocente, las personas que lo rodean no interactúan con él. Por el contrario, cuando el pequeño está jugando con algo o simplemente atento a lo que ocurre en su entorno, quienes están a su lado a menudo le hacen gestos cariñosos, le hablan, tocan y de alguna forma se comunican con él. Y esta comunicación es un estímulo afectivo vital para su desarrollo y esencial en sus futuras relaciones interpersonales.

Por exagerada que parezca la recomendación de las mencionadas instituciones médicas, no es para nada exagerado asegurar a los niños una gran cantidad de afecto y atención personal de sus padres y otros adultos importantes en su vida, sobre todo en los primeros años, cuando es tan vital para el bienestar emocional de los niños.

Pero en el actual estilo de vida, desde los primeros años de infancia nuestra presencia se sustituye dándoles cosas y “conectándolos” a toda suerte de aparatos para mantenerlos callados y entretenidos. De esta manera, desde bebés aprenden a aislarse y a vivir conectados al televisor, luego al “walkman”, juegos electrónicos, computadores y otras máquinas que en muchas ocasiones sirven de sedante para sus carencias afectivas, lo que a su vez les impide aprender a establecer relaciones afectivas importantes con sus semejantes. 

En estas circunstancias, los niños carecen de suficientes oportunidades para vincularse con otras personas, y del estimulo emocional y mental que esto les brinda. Los seres humanos necesitamos algo que los aparatos o la tecnología no tienen: por ejemplo amistad, respeto y amor.

Sentir el amor de los padres, genera en los hijos una mayor autoestima, pues los hace sentir seres valiosos; saberse amados les permite confiar en los demás seres humanos y en el mundo que les rodea.  Lamentablemente, una inmensa cantidad  de niños crece en hogares llenos de aparatos pero faltos de lo que más precisan: calor humano, cariño, ternura. Es decir, carentes del amor de sus semejantes.

Textos: Alma García Locución: Alina Tufani Díaz







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