Audiencia general: Benedicto XVI anima a los fieles a ver el lado positivo de la vida
Miércoles, 8 jun (RV).- En la audiencia general celebrada esta mañana Benedicto XVI
ha animado a los fieles a mirar los aspectos positivos de la vida. “Sólo un corazón
grato –ha dicho- puede celebrar dignamente la liturgia de la gratitud, que es la Eucaristía".
Asimismo el Papa ha señalado en su catequesis, que el “temor de Dios” es “principio
de sabiduría”, porque “de Él se aprende el origen, la verdad y el destino último de
la humanidad”. Principio de sabiduría dice el salmo 110 es “abstenerse de todo lo
que es odioso a Dios”.
Este miércoles, Benedicto XVI ha presidido la habitual audiencia general en la plaza
de san Pedro para más de 20 mil fieles procedentes de todo el mundo. En su catequesis,
el obispo de Roma, ha reflexionado sobre el salmo 110, “Elogio de las obras divinas”.
En este himno de alabanza y de acción de gracias se encuentran muchos términos que
definen a Dios con sus características y en su obra de salvación: nos habla de “piedad”,
de “ternura”, de “justicia”, de “potencia”, de “verdad”, de “rectitud”, de “fidelidad”,
de “alianza”, de “obras”, de “prodigios”, incluso de los “alimentos” que Él da, y
al final nos habla de su “nombre” glorioso, es decir, de su persona. La oración, por
lo tanto, ha afirmado Benedicto XVI, es contemplación del misterio de Dios y de las
maravillas que realiza en la historia de la salvación.
Seguidamente, el Santo Padre, tras recordar que el salmo se abre con el verbo de acción
de gracias, tanto del orante como de la asamblea litúrgica, ha manifestado que el
objeto de esta oración, que comprende además el rito de gratitud, se expresa con la
palabra “obras”. Indican las intervenciones salvíficas del Señor, manifestaciones
de su “justicia”, términos que en el lenguaje bíblico indica en primer lugar el amor
que genera la salvación. Por lo tanto, el corazón del Salmo se transforma en un himno
de alianza.
Esta unión de amor comprende el don fundamental del alimento y por lo tanto de la
vida, que en la relectura cristiana, se identificará con la Eucaristía, como dice
san Jerónimo. Después está el don de la tierra, “la heredad de las gentes”, que alude
a la gran hazaña del Éxodo, cuando el Señor se revela como Dios de la liberación.
La síntesis central de este canto es, ha afirmado el Papa, la de buscar en el tema
del pacto especial entre el Señor y su pueblo, como declara de manera lapidaria el
noveno verso, que dice: “ha fijado para siempre su alianza”.
El Salmo 110 queda sellado al final de la contemplación del rostro divino, en la persona
del Señor, que expresa a través de su “nombre” santo y trascendente. Después de aludir
a un dicho sapiencial, el salmista, ha dicho Benedicto XVI, invita a todos los fieles
a cultivar el “temor del Señor”, comienzo de la verdadera sabiduría. El Santo Padre
ha finalizado la catequesis recordando al escritor cristiano Barsanufio de Gaza y
a Juan Casiano. Así al temor servil sustituye un temor perfecto, don del Espíritu
Santo.
Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho Su Santidad Benedicto XVI en
español, para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la Audiencia:
Queridos Hermanos y Hermanas: Hemos escuchado un salmo en que se ensalzan diversas características de Dios: piedad,
ternura, justicia, verdad, rectitud, potencia o fidelidad. Son aspectos que lo definen
tanto en sí mismo como en sus obras y prodigios en favor de los hombres, y por eso
es siempre digno de alabanza e inmensa gratitud, porque Él es fiel a su alianza.
Se dice también que el “temor de Dios”, que significa tenerle un respeto serio
y sincero, es “principio de sabiduría”, porque de Él se aprende el origen, la verdad
y el destino último de la humanidad. Para llegar a dicha sabiduría, el mismo Dios
“da alimento a sus fieles”, una expresión que, en una lectura cristiana, alude a la
Eucaristía, fuente de vida y de luz.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los miembros de la
Institución Teresiana: sed siempre “la obra buena” en la Iglesia y para el mundo.
También a los demás peregrinos de España, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana,
El Salvador, Perú, Venezuela y México. Invito a todos a gustar de la ternura infinita
de Dios, para no sentirse nunca solos o desamparados. Muchas gracias por vuestra atención.
Como siempre al final de la audiencia, el Santo Padre ha tenido un pensamiento y unas
palabras especiales para los jóvenes, enfermos y recién casados. Queridos jóvenes,
la riqueza del Corazón de Cristo y la ternura del Corazón de María os apoyen siempre.
Ayuden a vosotros, queridos enfermos, a confiaros con generoso abandono en las manos
de la Providencia divina; y os animen a vosotros, queridos recién casados, a vivir
vuestra unión familiar con paciente comprensión y recíproca entrega.