Viernes, 3 jun (RV).-
Hoy queremos hacer una breve reflexión sobre la falta de compromiso o responsabilidad
de hombres y mujeres que se reflejan en diversos órdenes de la vida social y familiar,
desde el ausentismo en las escuelas, el trabajo y obviamente en la familia cuando
vemos hijos sin padres, mujeres solas cabeza de familia, parejas en concubinato, hechos
que por supuesto son el producto de múltiples factores, pero que también son el reflejo
de una tendencia actual.
Yamile, es una jovencita de 17 años que vive en un
pequeño caserío de la región del Caribe, y nos escribió una carta en la que nos informa
de su constante sintonía, pero además nos cuenta parte de su historia. Ella desde
los 15 años de enamoró de Bayron, un joven que se dedicaba a la pesca, igual que su
padre y los hombres del caserío. Pese a todas las indicaciones de su mamá que le decía
que estaba joven y que estudiara, Yamile se dedicó por completo a su relación con
Bayron, e incluso abandonó su casa paterna para irse a vivir con él, en la casa de
sus suegros.
Seis meses más tarde Yamile quedó embarazada, y entonces los padres
de Bayron les pidieron que salieran de la casa y alquilaran una habitación para ellos
y su bebe. Esa situación implicaba una serie de gastos que Bayron no pudo asumir,
y ante la inminente llegada del bebé, que requeriría de mayores cuidados y atención,
él decidió abandonar a Yamile. Para ella no quedaba otro camino que regresar a su
casa, al lado de su madre, cabeza de familia, y sus tres hermanitos, dedicándose a
cuidar a su hijo y su familia. Si bien es cierto que la violencia, los desplazamientos,
y otros fenómenos sociales han disgregado a las familias, es preciso reconocer que
en la gran mayoría de los casos las separaciones, los abandonos, los hijos nacidos
por fuera del matrimonio, madres solteras cabeza de familia, se presentan en una gran
mayoría de ocasiones por la falta de asumir las responsabilidades de nuestros actos,
por la irresponsabilidad de hombres y mujeres que actúan sin medir las consecuencias
de los hechos, o simplemente no asumen actitudes correctas por temor a compromisos.
En
el caso de los hijos, las leyes de casi todos los países han igualado los derechos
y deberes de los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio. Legalmente son iguales,
pero no en la práctica. Esto porque la mayoría de los hijos nacidos fuera del matrimonio
están destinados a crecer en lo que se ha dado en llamar "familias monoparentales",
vale decir, un núcleo que reúne a la madre (en la inmensa mayoría de los casos) y
uno o más hijos. Falta la figura paterna, indispensable para integrar la visión cabal
del ser humano, que el niño se forma en sus años iniciales.
Devolver al matrimonio
su respetabilidad, adecuándolo a la dignidad que le compete en el orden natural es
un camino arduo y escarpado, pero puede ser la única herramienta válida que puede
dar respuesta al lamentable fenómeno de los hijos sin padre. Crecer en el seno de
un hogar estable no sólo permite mayor seguridad en los hijos, mayor confianza, sino
además una visión de la vida articulada en la cooperación, la solidaridad y el amor,
valores que se inculcan en primera instancia en el seno familiar.
El compromiso
se aprende del ejemplo, del amor y la entrega, se aprende con pequeñas tareas y responsabilidades:
alimentar a la mascota, terminar lo que se empieza, respetando y cumpliendo los pactos
entre amigos, siendo leales entre hermanos, honestos en el juego y las normas, es
decir desde las acciones cotidianas de la vida del hogar se aprende el sentido de
la responsabilidad y el compromiso con si mismos y los demás.