Benedicto XVI nombra Arzobispo de Cracovia a Mons. Stanislaw Dziwisz. Un merecido
reconocimiento al fiel servicio del ex secretario particular de Juan Pablo II
Viernes, 3 jun (RV).- El Santo Padre Benedicto XVI ha nombrado Arzobispo Metropolitano
de Cracovia, en Polonia, a Mons. Stanislaw Dziwisz, hasta ahora Arzobispo Prefecto
adjunto de la Casa Pontificia y durante 40 años fiel secretario particular del Papa
Juan Pablo II. Mons. Dziwisz, de 66 años, sustituye en el cargo al Cardenal Franciszek
Macharski, quien renunció por motivos de edad.
Mons. Stanislaw Dziwisz, quien
había entrado en el Seminario Mayor de Cracovia en 1957, recibió la ordenación sacerdotal
el 23 de junio de 1963 en la Catedral de Cracovia, precisamente de manos del entonces
Arzobispo Karol Wojtyla.
Poco tiempo después, en 1966, don Stanislaw empezó
ya a desarrollar su función de secretario al lado del Cardenal Wojtyla hasta 1978,
cuando el Arzobispo de Cracovia fue elegido Sumo Pontífice. También Stanislaw Dziwisz
fue llamado a proseguir su fiel tarea al lado del Papa hasta la hora de su muerte,
en una trayectoria pastoral marcada por su cercanía de servicio al Pontífice y desarrollada
siempre con gran discreción y humildad.
Nacido en 1939 en Raba Wyzna, en la
Arquidiócesis de Cracovia, Mons. Dziwisz fue nombrado Obispo y Gobernador civil adjunto
de la Casa Pontificia en 1998 y, en 2003, Juan Pablo II le designó Arzobispo. Su nombramiento
a la Sede Metropolitana de Cracovia se produce a dos meses de la muerte de Juan Pablo
II, la noche del pasado 2 de abril en Roma.
En el día de su nombramiento a
la Sede episcopal de Cracovia, Mons. Dziwisz ha querido compartir con nuestra emisora
algunos recuerdos de sus años de formación en el seminario. “Cuando el Obispo Karol
Wojtyla iba a la primera sesión del Concilio Vaticano II –recuerda-, nos dijo que
iba de la tumba de San Estanislao a la de San Pedro llevando consigo a toda la Iglesia
de Cracovia. Este pensamiento lo acompañaba siempre cuando venía a la Ciudad Eterna.
Ese recuerdo resuena hoy en mi corazón, en el momento en el que tengo que volver a
Cracovia, aunque las circunstancias han cambiado mucho. Siento que he sido enviado
de la tumba de San Pedro a la de San Estanislao. Y confío profundamente en que en
este viaje me acompañará el Santo Padre Juan Pablo II. Por lo tanto no estaré solo,
sino con él. Anhelo que tanto la ciudad de Cracovia como toda la Arquidiócesis me
acojan como a un testigo fiel del Santo Padre, tan amado por todos. Precisamente por
ello he rezado hoy ante su tumba”.