En su primer viaje apostólico, Benedicto XVI reafirma su compromiso para trabajar
para la reconstrucción de la unidad de los cristianos
Domingo, 29 may (RV).- En la conclusión del Congreso Eucarístico Nacional de Bari,
Benedicto XVI ha reafirmado su firme voluntad de asumir como un compromiso fundamental
el de trabajar con todas sus energías para la reconstrucción de la plena y visible
unidad de todos los seguidores de Cristo.
En el primer viaje apostólico de su Pontificado, el Papa ha denunciado la dificultad
de ser cristiano en esta época, marcada por el consumismo desenfrenado, la indiferencia
religiosa y el secularismo.
Ante más de 200 mil fieles congregados en la ‘
colmata
’ de Marisabella de Bari, Benedicto XVI ha reafirmado su firme voluntad de asumir,
como un compromiso fundamental, el de trabajar con todas sus energías para la reconstrucción
de la plena y visible unidad de todos los seguidores de Cristo. Durante su homilía
en la celebración conclusiva del XXIV Congreso Eucarístico Nacional de la sureña localidad
italiana de Bari, primer viaje del Pontificado de Benedicto XVI, el Papa ha denunciado
que no obstante la Eucaristía sea el sacramento de la unidad, por desgracia los cristianos
se presentan divididos precisamente en este aspecto.
En Bari, la ciudad que custodia los huesos de San Nicolás, la tierra de encuentro
y diálogo con los cristianos de Oriente, el Papa ha asumido el compromiso de trabajar
con todas sus energías por la unidad de los cristianos, aún siendo consciente de que
para conseguirlo “no bastan manifestaciones de buenos sentimientos”.
“Son necesarios gestos concretos que penetren en las almas y remuevan las conciencias,
solicitando de cada uno esa conversión interior que es la premisa de cualquier progreso
en el camino del ecumenismo. Os pido a todos que emprendáis con decisión ese camino
del ecumenismo espiritual, que en la oración abre las puertas al Espíritu Santo, el
sólo que puede lograr la unidad”.
El Pontífice, que ha viajado a Bari para rendir homenaje a Cristo en el sacramento
de su amor y para reforzar los vínculos de comunión que le unen a la Iglesia de Italia
y a sus pastores, ha subrayado la presencia, en esta celebración eucarística, de las
autoridades políticas que evidencian cómo los Congresos Eucarísticos forman parte
de la historia y la cultura del pueblo italiano.
El sacramento de la Eucaristía y la unidad de los cristianos han sido el núcleo central
de esta homilía del Santo Padre que ha insistido con particular contundencia en que
“el Cristo que encontramos en el Sacramento es el mismo en Bari y en Roma, en Europa
y en América, en África, en Asia, en Oceanía. Es el único y mismo Cristo, el que está
presente en el Pan eucarístico en cualquier lugar de la tierra. Esto significa que
sólo podemos encontrarlo junto a todos los demás. Podemos recibirlo sólo en la unidad”.
“La consecuencia es obvia: no podemos comunicar con el Señor, si no comunicamos entre
nosotros. Si queremos presentarnos ante Él, debemos también afanarnos por salir al
encuentro de los demás. Por esto es necesario aprender la gran lección del perdón:
no permitir que actúe en nuestra alma la carcoma del resentimiento, sino abrir el
corazón a la magnanimidad de la escucha del prójimo, la comprensión, la eventual aceptación
de sus excusas y el generoso ofrecimiento de las propias”.
La elección de el tema de este Congreso Eucarístico: “sin el domingo no podemos vivir”,
ha sido el nexo utilizado por Benedicto XVI para recordar un episodio del año 304,
cuando el emperador Diocleciano prohibió a los cristianos, bajo pena de muerte, poseer
las Sagradas Escrituras, reunirse el domingo para celebrar la Eucaristía y construir
edificios de reunión. En este contexto el Papa ha evocado a los 49 cristianos que
fueron sorprendidos en Abitene, una pequeña localidad de la Túnez actual, mientras
celebraban la eucaristía el domingo y que fueron martirizados y asesinados por transgredir
la ley.
Y la razón de este recordatorio es precisamente la afirmación de uno de estos mártires,
que alude al tema del Congreso Eucarístico, y que tras ser arrestado por transgredir
la orden del emperador, se justificó porque “no podían vivir sin reunirse el domingo
para celebrar la Eucaristía, porque carecerían de las fuerzas para afrontar las dificultades
cotidianas y no sucumbir”.
Muchos siglos después, el Papa ha afirmado que “tampoco es fácil vivir como cristianos.
El mundo en el que vivimos se caracteriza a menudo por el consumismo desenfrenado,
la indiferencia religiosa y un secularismo cerrado a la trascendencia”, que se presenta
como un desierto no menos temible que el presentado en la primera lectura del Deuteronomio
leído esta mañana en la Santa Misa.
“El domingo, día del Señor, -ha resaltado el Papa- es la ocasión propicia para extraer
fuerzas del Señor de la vida. El precepto festivo no es simplemente un deber impuesto
del exterior. Participar en la celebración dominical y alimentarse del Pan eucarístico
es una necesidad para el cristiano, que puede encontrar así la energía necesaria para
recorrer el camino. Un camino que no es arbitrario: el camino que Dios indica mediante
su palabra va en la dirección inscrita en la esencia misma del hombre. Seguirlo, significa
para el hombre realizarse a sí mismo; perderlo equivale a perderse a sí mismo”.
En este mismo contexto, Benedicto XVI ha expresado su deseo de que “los cristianos
de hoy reencuentren la conciencia de la decisiva importancia de la celebración dominical
y sepan extraer de la participación en la Eucaristía el impulso necesario para asumir
un nuevo compromiso en el anuncio al mundo de Cristo ‘nuestra paz’ ”.
Finalizada la Santa Misa, y tras el rezo del Ángelus, a las 12 y media, el Papa ha
regresado de nuevo al Vaticano en helicóptero. Ha finalizado así el XXIV Congreso
Eucarístico Nacional Italiano que se ha caracterizado por distintos actos de oración,
reflexión y profundización. Y ayer en la vigilia de la primera visita apostólica de
Benedicto XVI tuvo lugar el primer balance de este Congreso que comenzó el 21 de mayo.